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El astuto engaño de la sirena momificada

Es curiosa la fascinación que se ha sentido desde siempre hacia las sirenas, unos seres mitológicos de los que ya se hablaba y escribía hace miles de años. Centenares son los relatos que han llegado hasta nuestros días de insignes hombres de mar que explicaban como en cierta ocasión pudieron ver una bella sirena mientras navegaban por ultramar.

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Las historias de sirenas siempre han interesado y han tenido un público que ha querido escucharlas, leer sobre ello y, sobre todo, gente verdaderamente obsesionada por conseguir algún tipo de evidencia que demostrase la verdadera existencia de estos seres de leyenda.

Cabe recordar que la Historia está llena de engaños y mentiras de un buen puñado de personas que han tratado de hacer negocio con todo lo relacionado con este tema. Esto nos lleva a la historia que os traemos hoy al blog, en la que hablaremos de la verdad que se esconde tras un astuto engaño de una sirena momificada que fue hallada hace poco más de un año guardada junto a otros objetos en un museo de la población británica de Buxton.

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De manera casual, Anita Hollinshead, una joven estudiante de restauración y conservación que se encontraba realizando unas prácticas en el Buxton Museum and Art Gallery encontró almacenada en los viejos archivos una pieza que a simple vista parecía el cuerpo momificado de una sirena y que había permanecido allí guardada desde hacía tres décadas.

A pesar de que ya se tenía la absoluta seguridad de que se trataba de un engaño magistralmente realizado, la curiosidad por saber de qué material estaba realizada esta, casi perfecta falsificación, que data aproximadamente de mediados del siglo XIX, se decidió enviarla a la prestigiosa Universidad de Lincoln para que fuese analizada por un equipo de expertos, aprovechando que las nuevas técnicas de investigación han evolucionado una barbaridad en estos últimos años, pudiendo utilizarse métodos que no hace demasiado no existían.

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A falta de saberse a qué tipo de pez pertenece la cola, si que se ha descubierto a través de las pruebas de ADN que el cabello es humano y lo utilizado para representar los ojos son conchas de moluscos. Los estudios de radiología han mostrado cómo la parte superior de esta sirena fue realizado de madera y alambre, tal y como se puede comprobar en la imagen de la derecha que acompaña este post.

Lo que no se sabe con certeza es la procedencia de dicha sirena, aunque sí hay constancia de que hacia mediados del siglo XIX y principios del XX varias fueron las réplicas que llegaron a comercializarse y que fueron a parar a algunos museos (como el tritón de Horniman o la sirena de Bloomsbury) y coleccionistas privados.

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Muchas fuentes apuntan a pescadores que faenaban en el Lejano Oriente y que los realizaban a modo de entretenimiento durante los viajes y como modo de sacarse un sobresueldo al venderlos tras llegar a un puerto.

Por otra parte, también hay quien señala a taxidermistas de la época, quienes tenían una habilidad especial para realizar este tipo de trabajos, aprovechando los restos de animales muertos que les llevaban a sus talleres y por tener los elementos imprescindibles para realizarlo.

Sea cual fuere el verdadero origen de estas piezas, lo que sí es seguro es la fascinación que despertaron en su día y aun hoy despiertan.

Fuente: Yahoo! España
El astuto engaño de la sirena momificada