Las misteriosas marcas de cantero
La próxima vez que visites una antigua iglesia o catedral medieval, fíjate con atención en los sillares de sus muros. Es muy posible que, con algo de suerte, encuentres talladas en la piedra distintas figuras geométricas o letras: son los signos lapidarios o marcas de cantero.
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La mayor parte de los historiadores —aunque hay notables discrepancias en este asunto— coinciden en señalar que estas marcas son simples signos que permitían saber a los capataces cuántas piezas había tallado cada cantero, y de este modo poder pagarle más tarde en función de dicho número. En otros casos se trataría de señales que indicaban cómo debía ser colocada la piedra y en qué lugar del edificio.
Estos símbolos se heredarían de padres a hijos o de maestros a alumnos, y los vemos repetidos de forma abundante a lo largo de la geografía europea y en diferentes cronologías. De hecho, en ocasiones han servido para trazar el paso de una cuadrilla de canteros de un lugar a otro, y verificar así su participación en una obra concreta.
El uso de estas marcas parece remontarse a la época helenística —algunos autores mencionan incluso obras egipcias—, pero se hacen más evidentes en la Edad Media, posiblemente por ser más recientes y por conservarse en mayor número.
Parece claro que estas marcas sirvieron en efecto para conocer las piezas talladas por un cantero o como instrucciones para su colocación. Sin embargo, en ciertos casos estas marcas son tan elaboradas y complejas que resulta difícil pensar que fueron realizadas con tal fin, sobre todo porque resultaban más complicadas de tallar que la piedra misma.
En estos casos, podrían ser símbolos de reconocimiento, firmas que los canteros dejaban en sus viajes y que, tal vez, podrían incluir algún conocimiento secreto de carácter geométrico, solo comprensible por los maestros canteros y constructores.
Por otra parte, si todas estas marcas son solo signos de "destajo", no queda muy claro por qué aparecen en un número tan elevado, concentradas en un lugar concreto, y solo en algunos templos, mientras en otros no.
Además, es difícil explicar, en el caso de las marcas de colocación, por qué no se molestaron en colocar las piedras "hacia adentro", de forma que no se vieran las marcas, cuando en el resto de tareas los canteros demostraron ser muy cuidadosos. Una cuestión, en definitiva, que sigue intrigando a los expertos en gliptografía, la disciplina que estudia estas marcas.