La nueva cara de Bibi Aisha, la chica a la que los talibanes dejaron sin nariz
Si hay un rostro que represente el suplicio que sufren algunas mujeres en Afganistán a manos de los hombres, no hay duda de que ese debe ser el de Bibi Aisha: suya es la famosa vista en una icónica portada la revista Time hace años, esa faz horriblemente mutilada a la que le faltaba la nariz porque se la habían cortado como castigo por haber huido de la terrible familia con la que le habían obligado a contraer matrimonio.
Hoy, ese rostro ha vuelto a presentarse a los medios de forma totalmente distinta: tras tres años de dificultades, los médicos han logrado reconstruirle la nariz todo lo que la ciencia médica permite. Hoy puede ser el comienzo de una nueva vida para Aisha.
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Aisha tenía ocho años cuando su padre entregó su mano en matrimonio a una familia como incentivo para solucionar una disputa entre ambos clanes (una práctica conocida como baad). A los 16 años volvió a cambiar de familia: su marido se la pasó a su padre y sus 10 hermanos mientras se iba a Pakistán a luchar por, según cuenta ella, el bando talibán.
No volvería a ver a su marido original en dos años, lo cual no era, en todo caso, una idea muy halagadora. "Abusaban de mi todos los días", recuerda hoy. "Mi marido y su familia; mental y físicamente. Llegó un día en el que no lo pude aguantar más". Para entonces, ya tenía 18 años.
Huir de una familia no es necesariamente un crimen en Afganistán, a menos que quien lo haga esté en unas áreas muy determinadas y sea mujer (el trato a la mujer varía mucho de una región a otra en Afganistán: no todas sufren, ni de lejos, la dura vida que sí sufrió Aisha).
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La joven tuvo la mala suerte de cumplir con los dos requisitos: "Fui hallada por las autoridades y encarcelada durante cinco meses", recuerda hoy. "Cuando salí, el juez me mandó a casa con mi marido". Allí, su castigo no haría sino empeorar. Su familia la llevó ante un tribunal de talibanes, que decretaron que el único castigo justo a su crimen sería mutilarla.
"Esa noche me llevaron a las montañas", prosigue. "Me ataron de pies y manos. Me dijeron que mi castigo sería cortarme la nariz y las orejas. Y empezaron a hacerlo". Su marido la dejó allí, en las montañas Oruzgan, a morir desangrada. Después vino el frenesí resultante de la portada de Time: fue rescatada por una caridad, trasladada a Estados Unidos y relativamente atendida por la beneficencia.
Sin embargo, sus problemas iban más allá de la mutilación física: sufría graves secuelas psicológicas de tanto abuso y acusaba su falta de educación y de experiencia en el trato de igual a igual con otras personas. Tras intentar, infructuosamente, que viviera con compañeros de piso, fue adoptada por una familia estadounidense. Su familia.
Es posible que, si algún día el pasado le permite encontrar la paz, Aisha esté más cerca de ella que nunca. Al menos, así quiere verlo ella. Con una única lección, simple pero importante, extraída del pasado: "Quiero decirle a todas las mujeres que estén sufriendo abusos que sean fuertes. Que no rindan y no pierdan jamás la esperanza".
Fuente: Yahoo! España
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