¿Experimentos nazis en Canadá?
“Es horroroso”, dijo el historiador canadiense Ian Mosby a la cadena CBC. Su investigación sobre los experimentos ejecutados en comunidades y escuelas indígenas, con la anuencia del gobierno federal, ha estremecido al país norteamericano. Esas revelaciones retratan uno de los períodos más sombríos de la historia contemporánea de Canadá.
A pesar de la indignación expresada por representantes de las llamadas Primeras Naciones, algunos han recibido el estudio de Mosby con cierta indiferencia. “Otra escandalosa injusticia que Canadá ha perpetrado contra los pueblos aborígenes”, escribió el académico Gerald Caplan en The Globe and Mail. Nada nuevo para la población autóctona, cuyo largo sufrimiento aún no aparece en la historia oficial canadiense.
Los experimentos del hambre
Según los resultados de la pesquisa efectuada por Mosby, durante las décadas de 1940 y 1950 médicos canadienses probaron diferentes dietas en indígenas de comunidades y escuelas internas de al menos cinco provincias del oeste del país. La Cámara de los Comunes y el gobierno federal de Ottawa habían aprobado estos ensayos.
Los investigadores llegaron en 1942 a Norway House Cree, una localidad india en el centro de Manitoba. Allí seleccionaron a 300 pobladores para realizar pruebas sobre el efecto de las vitaminas en personas desnutridas. Nunca demandaron el consentimiento de los participantes.
“El experimento parece haber sido conducido, al menos en parte, por el deseo de los nutricionistas de confirmar sus teorías en un ‘laboratorio’ hecho a la medida, integrado por sujetos humanos mal alimentados”, explicó Mosby.
Lo peor ocurrió después. A partir de 1947 alrededor de un millar de niños indígenas, albergados en seis escuelas internas, fueron utilizados como conejillos de indias en otros experimentos sobre el efecto de vitaminas, minerales y otros suplementos alimenticios. Los especialistas encargados de los exámenes no dudaron en violar leyes federales sobre la adulteración de los alimentos.
Según Mosby, aquellos ensayos aportaron pocos resultados científicos, incluso el programa en Norway House pudo haber sido abandonado. “Ellos sabían desde el inicio que el problema real y la causa de la desnutrición era la falta de fondos”, señaló el historiador. “Eso se conocía antes de que los estudios comenzaran y cuando terminaron ese era aún el problema”, lamentó.
Curiosamente, mientras los galenos canadienses aprovechaban la miseria y el desamparo de los indígenas para ejecutar sus investigaciones, en la Alemania nazi otros profesionales realizaban estudios “médicos” en los campos de concentración. Los crímenes en Mauthausen y otros centros de exterminio conmovieron al mundo al concluir la guerra. Este episodio de la historia de los indios canadienses ha tardado más de medio siglo en conocerse.
Los indígenas exigen una disculpa
“Necesitamos una disculpa a las víctimas de esos experimentos”, declaró a la CBC Hugh Braker, consejero jefe de la comunidad indígena Tseshaht, en la Columbia Británica.
Por su parte, el Jefe Nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, Shawn Atleo, descartó la idea de que el tiempo transcurrido absuelva al gobierno federal. “La razón para la desnutrición en los años 40 era la insuficiencia de fondos para que los niños tuviesen una alimentación adecuada. Aún hoy enfrentamos ese problema”, aseveró.
En su reunión anual en Whitehorse, la Asamblea de las Primeras Naciones demandó a la administración de Stephen Harper una indemnización a las víctimas de las investigaciones y la apertura de los archivos con información sobre estudios similares en las comunidades indígenas y las escuelas internas.
Aunque Ottawa ha manifestado su consternación por las revelaciones de Mosby, las autoridades consideran que el perdón solicitado por el presidente Harper en 2008 por el drama de las escuelas internas indígenas abarca toda la tragedia vivida por los pueblos aborígenes en el pasado.
¿Un genocidio ignorado?
Los alimentos han estado en el centro de las relaciones entre los indígenas y los colonizadores –de origen británico o francés—a lo largo de la historia canadiense. Según el académico James Daschuk, en la construcción del ferrocarril Canadian Pacific, iniciada a finales del siglo XIX, la distribución de alimentos a comunidades indígenas funcionó como un arma para despoblar vastas regiones de la provincia de Saskatchewan.
En un artículo para The Globe and Mail, Daschuk recordó cómo el gobierno federal ha utilizado la escasez de alimentos para presionar a las comunidades indígenas y desplazarlas hacia las reservas designadas por Ottawa. Esa política hacia los aborígenes engendró el ciclo de pobreza y marginalidad que aún agobia a las Primeras Naciones.
Esa situación ha fomentado la creciente inconformidad de la población autóctona canadiense. El movimiento Idle no More ha sido hasta el momento la expresión más organizada de esa rebeldía.
“En la medida que los esqueletos de nuestro clóset colectivo salgan a la luz, a través de la obra del doctor Mosby y otros, quizás seremos capaces de comprender las verdades incómodas de que el Canadá moderno se sustenta sobre la limpieza étnica y el genocidio, y presionaremos entonces a nuestros gobernantes y a nosotros mismos para construir una nación de la cual nos sintamos orgullosos”, escribió Daschuk.