La macabra herencia de Aribert Heim
Once años después de su deceso en El Cairo, Aribert Heim ha resucitado de su aún refutada muerte, una noticia excelente para sus herederos y aciaga para los descendientes de sus víctimas. El nazi más buscado por la justicia alemana legó a sus hijos más de un millón de euros. Ajena a los crímenes del llamado Doctor Muerte, esa herencia emerge impoluta al final de una sombría historia.
Según reportó esta semana el diario español El País, un tribunal municipal de Berlín acordó la repartición de la herencia de Heim, de acuerdo con los documentos que contienen su última voluntad. A pesar de la abismal diferencia entre su relación con Rüdiger Heim y la actitud distante del hermano mayor Aideberg, el ex miembro de las SS prefirió compartir a partes iguales sus bienes. El primer hijo del matrimonio con la doctora Frield ha manifestado su desinterés por el dinero.
¿Una herencia limpia?
La familia Heim ignoró la existencia de una cuenta bancaria a nombre de Aribert Heim hasta 1997. En marzo de ese año Alexander Dettling, el policía que dirigía las investigaciones sobre el fugitivo, llamó por teléfono a Rüdiger para comunicarle la noticia. El benjamín de los Heim conocía ya el fallecimiento de su padre cinco años antes, pero calló durante casi dos décadas antes de revelar el hecho y de esta manera desbloquear los fondos.
El Carnicero de Mauthausen, otro de los apelativos de Heim, había comprado un edificio de apartamentos en Berlín en 1958 gracias al aporte financiero de su esposa. Entonces ya había cumplido dos años de condena en una mina de sal por sus vínculos con los nazis y trabajaba como ginecólogo en el balneario de Baden-Baden. Para sus vecinos y su familia era un hombre decente, limpio de su pasado fascista.
En 1979 un tribunal de Baden-Baden embargó el inmueble para presionar al ex nazi, que había huido de Alemania en 1962. En aquel momento el valor de la edificación se estimó en 510.000 marcos. Ocho años más tarde los inquilinos presentaron una protesta formal ante la justicia germana por el estado del edificio y consiguieron que se levantara la confiscación. La venta de la propiedad aportó un excedente nuevamente embargado por la corte de la ciudad alemana, que luego se invirtió en fondos líquidos y acciones. A pesar de los vaivenes de la economía en los últimos tiempos, la cuenta del Doctor Muerte se elevó exactamente a 1.088.000 euros.
Inyecciones fatales en Mauthausen
Heim pasó menos de dos meses en el campo de concentración de Mauthausen en 1941. Según la acusación presentada en 1979 ante la justicia alemana, esas pocas semanas bastaron para que el Doctor Muerte asesinara a 300 presos en la enfermería de esa prisión donde ejercía como médico. Los testigos presentados en el caso describieron terroríficas escenas que hacen palidecer las imágenes horrendas de los centros de exterminio nazis.
En uno de los actos del macabro galeno, dos jóvenes judíos provenientes de Holanda fueron conducidos al salón de operaciones bajo la promesa de que solo se trataba de una intervención menor. En vez de honrar su juramento, Heim abrió el tórax y el vientre de sus víctimas, les extrajo varios órganos vitales y administró una inyección letal para sellar el asesinato. Luego cortó las cabezas a los cadáveres para exhibirlas como trofeos de su hazaña.
Según la fiscalía, el Carnicero de Mauthausen actuaba por iniciativa propia y sus operaciones “sorprendieron al personal sanitario ya acostumbrado a la inhumanidad”. Heim ejecutó por igual a prisioneros enfermos, incapacitados para el trabajo y personas sanas, para lo cual contó con la colaboración del personal de enfermería y otros reclusos. Su especialidad consistía en el uso de inyecciones de bencina o de cloruro de magnesio.
Sin embargo, Heim negó siempre su participación en el exterminio de judíos en el campo de Mauthausen. En su versión los hechos relatados por los testigos se habían producido en 1942, por orden del médico Eduard Krebsbach, jefe de los servicios médicos de la prisión y responsable de la muerte de al menos 900 reclusos provenientes de Rusia, Polonia y Checoslovaquia. En 1946 Krebsbach compareció por crímenes de guerra ante un tribunal en Dachau, que lo condenó a la pena capital.
En una carta al ministro Lothar Späth fechada en julio de 1979, Heim se declaró inocente de todos los cargos en su contra. “He perdido ocho años por la guerra y la prisión al servicio del Estado, después trabajé por una miseria en clínicas y hospitales en turnos nocturnos de ginecología, así que puedo con todo derecho sostener que he practicado cristiandad toda mi vida por el bien del prójimo”, escribió.
El ex médico de la SS sostenía que su caso era aguijado por sionistas fanáticos, en especial los representantes del Centro Simon Wiesenthal. A pesar del cierre del caso en septiembre de 2012, esta institución dedicada a la pesquisa de criminales de guerra nazis mantiene a Heim como el segundo en su lista de más buscados. “El hecho de que no se haya examinado el cadáver despierta dudas sobre la veracidad de la muerte (de Heim)”, afirma el informe más reciente del centro. Según el testimonio de Rüdiger Heim, el cuerpo del Doctor Muerte yace en un cementerio de anónimos en El Cairo.
El Doctor Muerte
¿Quién era este hombre cuyo espectro ha obsesionado a los alemanes durante décadas? Heim nació en 1914 del matrimonio entre un policía y un ama de casa austriacos. Después de la anexión de Austria a Alemania, decidió incorporarse a las SS, según su testimonio, en abril de 1940. Entonces ya había concluido sus estudios de medicina y recibido su diploma en Viena. Desde 1935 militaba en el partido de Adolf Hitler.
Antes de pasar por Mauthausen, sirvió en el norte de Finlandia y en el campo de concentración de Buchenwald. Casi al final de la Segunda Guerra Mundial, en marzo de 1945, las tropas estadounidenses lo detuvieron en la localidad de Buchholz, Alemania.
Antes de morir en un hotel de El Cairo a causa de un cáncer de colon en 1992, se había convertido al Islam y cambiado su nombre por el de Tarik Hussein Farid. La aparición del certificado de defunción y otros documentos que demuestran su residencia en Egipto, presentados ante el tribunal de Baden-Baden por su hijo Rüdiger y el abogado Freitz Steinaker, cerraron para la justicia el extendido caso.