Lo que un místico del siglo XVI nos puede enseñar sobre tomar buenas decisiones

Escultura de San Ignacio de Loyola, fundador de la orden jesuita, en el campus del Boston College. Jay Yuan/Shutterstock.com

La toma de decisiones es un proceso complejo. Como individuos que afrontamos la vida a diario, a menudo tomamos una serie de atajos que no siempre nos brindan buenos resultados. Por ejemplo, tomamos decisiones impulsivas cuando estamos estresados ​​o permitimos que otros las tomen en nuestro lugar, a veces con consecuencias decepcionantes o desastrosas.

Pero muchos de nosotros podemos tomar decisiones mejor. Entre los diferentes métodos de toma de decisiones que existen para ayudarnos a elegir en la vida, se destaca uno diseñado por un soldado de inicios del siglo XVI convertido en místico, San Ignacio de Loyola.

Como psicólogo clínico, descubrí el discernimiento ignaciano durante un programa de pasantía en espiritualidad y me pareció útil incorporarlo en mi investigación sobre la atención plena y otras prácticas reflexivas.

San Ignacio usa el lenguaje de la fe, pero creo que cualquier persona puede aplicar su método para tomar decisiones más informadas.

¿Quién fue San Ignacio?

San Ignacio, bautizado con el nombre de Iñigo, nació en una familia noble en el País Vasco, en España en 1493. Después de sufrir una grave herida en una pierna durante una batalla con los franceses que afectó su salud por el resto de su vida, San Ignacio permaneció en la cama durante meses leyendo y reflexionando sobre su situación.

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Se dio cuenta de que perseguir el honor mundano no era tan satisfactorio como dedicarse a la obra de Dios. Durante el siguiente año y medio de reflexión y oración experimentó una profunda conversión espiritual y tuvo las ideas que formarían la base de los Ejercicios espirituales, un programa de autoexamen de oración dirigido a desarrollar una relación más profunda con Dios.

Decidió servir a Dios convirtiéndose en sacerdote y, junto a dos de sus colegas de la Universidad de París, el Vaticano les dio la aprobación en 1540 para fundar la Compañía de Jesús, más conocida como los jesuitas. Los jesuitas son famosos por su trabajo educativo, ya que cuentan con una red de escuelas y colegios, así como por organizar retiros guiados.

Sin embargo, quizá es menos conocido el hecho de que San Ignacio también desarrolló un método de discernimiento o toma de decisiones que en la actualidad sigue siendo relevante y puede ser aplicado por personas de todas las religiones o adaptado a quienes no son religiosos.

1. Confía en la razón y los sentimientos

San Ignacio aconseja crear una lista, pero también va un paso más allá animando a las personas a escuchar sus sentimientos mientras consideran los pros y los contras de cada opción.

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Las emociones actúan como puntos cardinales de los deseos más profundos. Por tanto, les pide a las personas que consideren: ¿Algunos pros destacan sobre los contras porque te brindan una sensación de paz, alegría o esperanza? ¿O al contrario generan una sensación de temor, ansiedad o desesperación?

Aconseja investigar el origen de los sentimientos para descubrir si provienen, por ejemplo, de los deseos de poder o codicia, el miedo a lo que otros puedan pensar, el deseo de hacer el bien o el desinterés.

San Ignacio enseña que es esencial liberarse del apego a una decisión o resultado. Como dijera Martin Luther King Jr.: “La fe radica en dar el primer paso aunque no puedas ver toda la escalera”.

San Ignacio también aconseja a las personas que compartan sus reflexiones con un confidente, un consejo que él mismo siguió al tomar sus decisiones. La ciencia psicológica moderna también ha descubierto que el proceso de compartir emociones con otros contribuye a dar sentido a nuestros pensamientos y sentimientos.

También instó a las personas a tomar decisiones para la “mayor gloria de Dios”. ¿Cómo las personas que no son religiosas pueden aplicar este consejo? Creo que pueden considerar cómo sus decisiones afectarán a los más vulnerables, pobres y marginados.

2. Reflexión imaginativa

San Ignacio ofrece algunos ejercicios para ayudar a tomar mejores decisiones. Suphaksorn Thongwongboo/Shutterstock.com

San Ignacio ofrece tres ejercicios imaginativos que podemos realizar cuando no tenemos una opción clara:

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  • Imagina que un amigo acude a ti en tu misma situación. Te describe sus opciones, los pros y contras, y te dice lo que piensa o siente sobre esas propuestas. ¿Qué le aconsejarías?

  • Imagina que estás en tu lecho de muerte. Mira hacia atrás en tu vida y supón que tomaste la decisión que querías, ¿cómo la ves desde esa perspectiva?

  • Imagina una conversación con lo divino. Aquellos que no creen en Dios podrían tener una conversación imaginaria con una persona fallecida que amaron y en quien confiaron. ¿Qué te dice esa persona sobre tus opciones? ¿Estaría contenta, decepcionada o se mostraría neutral sobre tu decisión?

Este tipo de reflexiones imaginativas nos ofrecen claridad a la hora de tomar decisiones, ya que proporcionan otra perspectiva sobre la decisión en cuestión.

3. Busca confirmación

San Ignacio aconseja a las personas que actúen siguiendo la razón, confiando en que han invertido su tiempo y energía en tomar una buena decisión. Pero también dice que las personas deben buscar información adicional para ver si la razón confirma la elección. Las emociones que experimentan después de una decisión, como la paz, la libertad, la alegría, el amor o la compasión, pueden confirmar que la elección es correcta.

En el mundo apresurado de hoy, el consejo de un místico católico del siglo XVI puede parecer pintoresco o incluso su proceso puede parecer tedioso. Sin embargo, muchos enfoques psicológicos modernos confirman el valor de sus prácticas reflexivas.

Este artículo fue publicado originalmente en Yahoo por The Conversation.