Wemby, "el Mbappé" del básquet francés

Levallois (Francia), 3 feb (EFE).- Mide 2,21 metros, tiene 19 años recién cumplidos y todas las papeletas de ser el número 1 del "draft" de la NBA en junio. Es francés, se llama Victor Wembanyama y sus camisetas del pequeño club parisino Mets92, estampadas con el número 1, ya se venden casi al mismo precio que las de Kylian Mbappé.

"Un extraterrestre", como lo definió LeBron James, o "un jugador sacado de un vídeojuego", según Stephen Curry, "Wemby" causa furor cada viernes que el Metropolitans 92 juega en la pequeña cancha Marcel Cerdan de Levallois (afueras de París), donde desde finales de 2022 se cuelga el cartel de "no hay billetes" (2.800 espectadores).

Todo para ver los últimos partidos en Francia del ala-pívot de origen congolés nacido en Le Chesnay (periferia parisina) y destinado a marcar historia en la NBA.

"En cada partido vendemos unas 60 camisetas, la mayoría de Wemby, antes de su llegada (2022), eran menos de 10", cuenta a EFE una de las empleadas de la tienda ubicada dentro del pabellón, poco antes del Metropolitans-Roanne del viernes 27 de enero, de la Liga francesa de baloncesto.

Antes de los partidos y en los descansos, se forman filas de aficionados, turistas o curiosos en busca del número 1 de Wembanyama. Son capaces de pagar hasta 85 euros por esta camiseta, un precio similar al desembolsado por la zamarra oficial del PSG con el nombre de Mbappé (unos 107 euros).

"Es verdad que hay mucho dinero en el deporte, pagué por la camiseta de LeBron 130 euros. Yo compro esta de Wemby por sus orígenes. Como francés, deseamos que se convierta en un jugador increíble en la NBA, eso esperamos. Y podremos decir: 'Vimos un partido de él'", declara orgulloso el aficionado Laurent Cozic.

El trasiego en los prolegómenos de los encuentros es notable. El imán que ejerce Wemby atraviesa generaciones. Hay padres con sus hijos menores, adolescentes o cuarentones que estuvieron marcados en los 90 por los Bulls de Michael Jordan.

Y también un buen contingente de extranjeros, algunos turistas, como un joven italiano que compró el deseado número 1 poco antes del inicio del encuentro.

Además de los típicos perritos calientes con mucho ketchup, uno de los principales reclamos del Miguel Cerdan es una reproducción de Wembanyama, colgada nada más entrar en el pabellón. Esta imagen casi en escala real es una parada casi obligatoria para hacerse fotos.

Los periodistas también son legión, unos 50 en cada partido que juega en Levallois, muchos de ellos extranjeros. Cuando Wemby salta a la cancha, es la apoteosis. Y cuando empieza el partido -por el que las entradas más caras cotizan a 150 euros-, no defrauda.

Ante el Roanne, tarda 30 segundos en anotar, marca un triple en su primer intento, anota sus dos primeros libres, tapona y rebotea, todo ello en menos de cinco minutos y acompañado de una coordinación y agilidad fuera de la normal para alguien que supera los 2,20 metros.

Aunque el Mets acabó cediendo ese partido (84-102), Wemby terminó como el mejor anotador con 31 puntos.

LA NBA COMPRÓ LOS DERECHOS DE LOS PARTIDOS DE WEMBY

En octubre pasado, poco después de que Wembanyama dejase boquiabierto a Estados Unidos con una serie de partidos de exhibición en Las Vegas, la NBA llegó a una acuerdo para difundir, a través de una aplicación de streaming gratuita, los partidos de los Mets92 en la Liga francesa (LNB) lo que resta de temporada.

El montante de esta singular cesión no fue divulgado, aunque la prensa francesa asegura que la NBA pagó a la LNB unos 133.000 euros.

La dirección del Mets92 reclamó un porcentaje de ese valor, pero sin éxito. La Liga francesa esgrimió no tener ninguna obligación legal de proporcionar a los clubes una parte de los derechos televisivos procedentes del extranjero.

Mientras, el jugador intenta mantenerse aparte de todo el ajetreo que genera. Sus intervenciones mediáticas son muy medidas. En una de las pocas entrevistas exclusivas que concedió, Wemby hizo una confesión. En 2018 no fichó por el Barcelona porque los técnicos del club blaugrana no le llamaban la atención sobre sus defectos.

"Me encanta progresar y necesito enfrentarme a desafíos, me gusta que me digan claramente las cosas, aunque eso sea desagradable de escuchar", explicaba el pasado diciembre a Le Parisien.

Antonio Torres del Cerro

(c) Agencia EFE