Washington apoya la misión de mantenimiento de paz en Haití tras el fracaso del intento de intervención

La administración del presidente Joe Biden está cambiando su estrategia sobre Haití, alejándose de la propuesta de una fuerza armada multilateral que habría tenido el poder de combatir a las pandillas en las calles de Puerto Príncipe, para impulsar en la ONU una misión de mantenimiento de la paz más tradicional, dijeron a McClatchy y al Miami Herald tres fuentes familiarizadas con el asunto.

Estados Unidos esperaba evitar el envío de otra misión de mantenimiento de la paz a Haití, que ha acogido ocho en los últimos 30 años. Pero su plan inicial de reunir una coalición internacional de fuerzas dirigidas por un tercer país no identificado para intervenir a petición del gobierno haitiano se ha tambaleado desde que se propuso en otoño, obligando a la administración a cambiar de rumbo a medida que la situación de seguridad en la nación caribeña se deteriora rápidamente.

La Casa Blanca esperaba que Canadá liderara dicha fuerza. Pero un impulso previo a la visita del presidente Joe Biden a Ottawa esta semana dejó claro que era poco probable que los canadienses asumieran un papel de liderazgo, y el primer ministro Justin Trudeau puso públicamente en duda la capacidad de Canadá para asumir la misión.

Estados Unidos propuso por primera vez el envío de una “fuerza de acción rápida” multilateral a Haití en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU en noviembre.

Altos funcionarios de la administración reconocieron que el tema de Haití figuraba entre las discusiones más complejas y complicadas que tendrían lugar entre Biden y Trudeau, pero no dieron esperanzas de que hubiera progreso.

“Es un reto llegar a ciertas partes del país, e incluso a barrios de Puerto Príncipe, dado el alto nivel de actividad de las pandillas”, dijo un alto funcionario de la administración, reconociendo la escalada de violencia y secuestros que se apoderan de la capital de Haití desde finales de febrero y que ahora se ha extendido a otras partes del país.

“Lo que hemos estado haciendo es, creo, metódicamente, con Canadá, estudiando lo que se necesita sobre el terreno, lo que se necesitaría, cuántos países potencialmente, qué tipo de mandato, si un Capítulo 7, o si es algo que el Consejo de Seguridad debería debatir”, añadió el funcionario. El Capítulo 7 de la Carta de la ONU autoriza el uso de la fuerza para el mantenimiento de la paz.

Un portavoz del Departamento de Estado dijo a McClatchy el jueves que Estados Unidos sigue”trabajando con nuestros socios internacionales para desarrollar el marco de una fuerza multinacional dirigida por la Policía para ayudar a la Policía Nacional de Haití”. Pero tres fuentes familiarizadas con el esfuerzo dijeron que la administración había cambiado discretamente su enfoque en los últimos días hacia una misión de mantenimiento de la paz.

En octubre, mientras una poderosa coalición de pandillas cortaba las carreteras y tomaba el control de la principal terminal de combustible, el primer ministro interino Ariel Henry pidió a la comunidad internacional que desplegara militares para ayudar a la Policía Nacional de Haití. El secretario general de la ONU, António Guterres, apoyó la petición, citando un “deterioro significativo de la seguridad” que ha “paralizado el país”, proponiendo opciones para una fuerza multilateral que contara con la autorización del Consejo de Seguridad para intervenir en Haití a corto, medio y largo plazo.

Según la propuesta de Guterres, la intervención de la fuerza habría sido un acuerdo directo entre el gobierno haitiano y otros países con capacidad para pasar a la ofensiva contra las pandillas. En cambio, una misión de mantenimiento de la paz procedería de una lista de la ONU de países que aportan tropas bajo supervisión directa de la ONU.

Aun así, ambas suelen requerir la autorización del Capítulo 7 del Consejo de Seguridad. No estaba claro si la propuesta de fuerza de Estados Unidos habría obtenido la aprobación del Consejo de Seguridad —que requiere el votos de Rusia y China— y sigue sin estar claro si una misión de mantenimiento de la paz sería aprobada.

La cuestión de una fuerza exterior ha encontrado apoyo en Haití, y una encuesta reciente encontró que casi 70% de los haitianos no cree que la Policía Nacional de Haití pueda derrotar a las pandillas y necesita ayuda militar. Pero la idea de un regreso de las fuerzas de paz de cascos azules de la ONU —seis años después que los últimos soldados extranjeros se marcharon y cuatro años después que la misión terminara por completo— ha seguido siendo controversial, debido al historial de la fuerza de paz que introdujo una epidemia mortal de cólera en el país meses después del terremoto de 2010, y a la pobre respuesta de la ONU.

El cólera no existía en Haití desde hacía un siglo, hasta que las fuerzas de mantenimiento de la paz de Nepal infectaron un río local. La enfermedad transmitida por el agua dejó más de 10,000 muertos y más de 800,000 infectados, pero durante años la ONU e negó a aceptar la culpa por su papel o a pedir disculpas.

La ONU, con el apoyo de otros miembros de la comunidad internacional, se negó a indemnizar individualmente a las víctimas, lo que provocó las críticas de más de una docena de sus propios expertos independientes en derechos. En cambio, optó por invertir más de $700 millones en los sistemas epidemiológicos, de agua y saneamiento de Haití para combatir la enfermedad y apoyar el plan nacional del gobierno.

Otros problemas de las fuerzas de mantenimiento de la paz tienen que ver con las acusaciones de abusos sexuales . Las fuerzas de paz de la ONU fueron acusadas de dejar embarazadas a jóvenes haitianas y de abandonar a sus hijos.

Aun así, la misión más reciente, la Misión de Estabilización de Naciones Unidas en Haití, proporcionó una medida de estabilidad que permitió a Haití celebrar elecciones democráticas tras la salida en 2004 del presidente Jean-Bertrand Aristide en medio de un sangriento golpe de Estado. La presencia de la misión entre 2004 y 2017 proporcionó varios años de relativa estabilidad que permitieron gobernar al presidente René Preval, hasta que el devastador terremoto de 2010 y las elecciones presidenciales sumieron al país en la agitación política.

Los observadores de Haití que apoyan la ayuda exterior han subrayado que dicha ayuda a la policía puede ser útil si se dirige cuidadosamente con un mandato adecuado que pueda contrarrestar a las pandillas.