Violencia entre tiburones: se resuelve el misterioso asesinato de una hembra preñada


En lo que solo puede describirse como una auténtica novela policiaca submarina, los científicos creen haber identificado a dos tiburones como los principales sospechosos del asesinato de una hembra preñada de tiburón marrajo sardinero que era rastreada frente a las costas de las Bermudas.

¿El culpable? Un gran tiburón blanco o, aunque menos probable, un marrajo. De confirmarse, se trataría del primer caso registrado de violencia entre tiburones con especies de este tamaño.

Brooke Anderson, autora principal del estudio publicado en Frontiers in Marine Science, describió el suceso como sorprendente y alarmante. “Se trata del primer caso documentado de depredación de un marrajo sardinero en el mundo“, afirma en un comunicado.

“La población no solo perdió una hembra reproductora que podría contribuir al crecimiento de la población, sino que también perdió todas sus crías en desarrollo. Si la depredación está más extendida de lo que se pensaba, podría tener repercusiones importantes para la población de tiburón marrajo sardinero, que ya está sufriendo debido a la sobrepesca histórica”.

Los marrajos sardineros, nativos de los océanos Atlántico y Pacífico Sur, así como del Mediterráneo, son criaturas grandes y poderosas que pueden llegar a medir hasta 4.5 metros de largo y pesar hasta 500 kilos.

Estos tiburones son conocidos por su larga vida, que puede prolongarse hasta los 65 años, y su lento ciclo reproductivo. Las hembras no se reproducen hasta los 13 años y dan a luz a una media de cuatro crías cada uno o dos años.

Debido a esta lenta tasa de reproducción, las poblaciones de marrajo sardinero son especialmente vulnerables a amenazas como la sobrepesca, ya sea intencionada o accidental, y la degradación del hábitat.

DOS TIBURONES, POSIBLES RESPONSABLES DEL ASESINATO

Actualmente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica a la especie como en peligro en el Atlántico Noroccidental y en peligro crítico en el Atlántico Nororiental y el Mediterráneo.

Anderson y sus colegas marcaron a la marraja sardinera preñada que participó en este estudio durante una expedición de investigación frente a Cabo Cod, en Massachusetts, en 2020. Los investigadores equiparon al tiburón con dos etiquetas satelitales: un transmisor satelital montado en la aleta para rastrear su ubicación y una etiqueta de archivo satelital pop-off (PSAT) para monitorear la profundidad y la temperatura.

Tras su liberación, el tiburón fue rastreado durante un total de 158 días, durante los cuales mostró inicialmente un comportamiento típico de marrajo sardinero, navegando a grandes profundidades dependiendo de la hora del día. La temperatura registrada por la etiqueta osciló entre los 44 y los 74 °F.

Pero el 24 de marzo de 2021, los datos del PSAT revelaron un cambio repentino y drástico. Durante cuatro días, la marca registró una temperatura constante de 72°F. El equipo sugirió que esto significaba que el tiburón había sido consumido por un depredador más grande, que había excretado el PSAT al cabo de unos días. Cuando el PSAT volvió a la superficie, empezó a transmitir datos al equipo.

EL GRAN TIBURÓN BLANCO EN LA MIRA

Los investigadores consideraron dos posibles tiburones lo bastante grandes como para cazar a un marrajo sardinero adulto: el gran tiburón blanco y el marrajo dientuso, los posibles perpetradores del asesinato.

Aunque se sabe que ambas especies habitan en la zona y podrían dar caza a un marrajo sardinero, los datos apuntaban al gran tiburón blanco como el culpable más probable. A diferencia del marrajo, que suele mostrar patrones de inmersión rápidos y oscilantes, el comportamiento del tiburón blanco se ajustaba más a los datos registrados por el PSAT.

“La depredación de una de nuestras marrajo sardinero preñadas fue un descubrimiento inesperado”, dijo Anderson. “Solemos pensar que los grandes tiburones son depredadores ápice. Pero con los avances tecnológicos, hemos empezado a descubrir que las interacciones entre grandes depredadores podrían ser aún más complejas de lo que se pensaba”.

Añadió: “Tenemos que seguir estudiando las interacciones entre depredadores para estimar la frecuencia con la que los grandes tiburones se cazan entre sí. Esto nos ayudará a descubrir qué impactos en cascada podrían tener estas interacciones en el ecosistema”. N

(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)

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