¿Cómo es la vida cuando estás atrapado en el espacio? NASA prolonga misión de astronautas hasta marzo
“Es estupendo estar allí, disfrutando del entorno, comiendo la estupenda comida espacial y pudiendo mirar por la ventana”, declaró Ken Bowersox, administrador asociado de la dirección de misiones de operaciones espaciales de la NASA, en una conferencia de prensa celebrada el mes pasado.
No estaba claro si hablaba en serio. Pero sonaba como un momento agradable, de la forma en que uno podría describir unas vacaciones en una cabaña, o las condiciones de vida de un nuevo hámster en la familia.
Hablaba de dos astronautas, Butch Wilmore y Suni Williams, los pilotos de pruebas de la tan problemática nave Boeing Starliner. Partieron de la Tierra el 5 de junio en lo que se suponía que iba a ser una misión de ocho días para probar esa nave espacial. Pero tras sufrir problemas antes y durante su lanzamiento, el Starliner se topó con más en su camino a la estación espacial, y por ende siguen sin regresar casi ocho meses después.
En septiembre, tras un intenso escrutinio y consideraciones por parte de la NASA, el Starliner se separó de la Estación Espacial Internacional (EEI) y regresó a la Tierra, pero sin Wilmore y Williams a bordo. Los ingenieros de la agencia espacial decidieron que no podían garantizar un regreso seguro, por lo que optaron por que volvieran a casa en un vuelo posterior de SpaceX en su lugar.
Esa decisión puso fin a casi tres meses de especulaciones sobre cómo volvería la pareja a casa. Sin embargo, también retrasó de manera drástica su viaje de regreso, ya que la nave de SpaceX que los regresará aún no ha llegado a la estación espacial.
La misión de la pareja pasó de ocho días a ocho meses. Ahora no volverán sino hasta finales de marzo o incluso abril debido a un retraso en el lanzamiento de sus sustitutos, según la NASA. Significa que la estación espacial que se suponía que iba a ser una breve parada se convirtió ahora en un hogar semipermanente.
En sus primeros días en la estación espacial, la pareja dedicó gran parte de su tiempo a supervisar el Starliner, mientras los ingenieros se esforzaban por averiguar cómo había fallado y si podía arreglarse. Incluso en sus últimos días, seguían aprendiendo más cosas sobre ella. Por ejemplo, cuando Wilmore se puso en contacto con el control de la misión para informar de extraños ruidos procedentes de la nave.
Pero con el paso del tiempo, la pareja se ha integrado en la tripulación normal, lo que Williams ha calificado de “estupendo”. En una llamada en julio, afirmó: “Hemos estado muy ocupados aquí, integrados en la tripulación”.
“Es como volver a casa. Sienta bien flotar. Se siente bien estar en el espacio y trabajar aquí arriba con el equipo de la Estación Espacial Internacional”.
Como en cualquier estancia inesperada, la pareja llegó sin la ropa y otros suministros necesarios para una misión tan larga, y al principio se vieron obligados a racionar la ropa limpia. Sin embargo, el mes pasado llegó una misión de reabastecimiento con ropa y suministros adicionales para garantizar su comodidad durante su inesperada estancia.
Más allá de los hechos obvios de estar separado de tu familia y andar rebotando sin gravedad, la Estación Espacial Internacional no parece el peor lugar para vivir. Sin ir más lejos, probablemente supere a muchos departamentos en instalaciones y espacio, aunque esos no tienen que lidiar con volar alrededor de la Tierra a una velocidad de ocho kilómetros por segundo.
La EEI dispone de seis dormitorios, dos cuartos de baño y una ventana de 360 grados para mirar al espacio y a la Tierra. La estación también cuenta con un gimnasio, clave para el bienestar de los astronautas, que pasan al menos dos horas al día haciendo ejercicio para evitar la pérdida de masa muscular y otros problemas de salud derivados de la vida en baja gravedad.
El espacio suele estar ocupado por siete personas, aunque actualmente hay 12 a bordo de la EEI. (Actualmente, hay 19 personas en el espacio en total, pero tres de ellas están en la estación espacial Tiangong de China, y otras cuatro forman parte de la misión privada Polaris Dawn de SpaceX, que esta semana realizó el primer paseo espacial comercial de la historia).
La comida espacial de la que tanto hablaba Bowersox ha sido una de las prioridades del trabajo de la NASA en los últimos 60 años. La oferta se ha vuelto más avanzada y variada a medida que las agencias espaciales han ido ideando nuevas formas de conservar y servir alimentos en órbita.
La primera comida en el espacio la ingirió el primer ser humano en el espacio, Yuri Gagarin, que se metió en la boca un tubo lleno de pasta de carne e hígado y luego lo siguió con un tubo de jarabe de chocolate. La primera comida estadounidense se consumió poco después, cuando John Glenn comió un tubo de puré de manzana.
Con el tiempo, la NASA encontró formas de seleccionar y envasar los alimentos de modo que fueran nutritivos y sabrosos, pero que tampoco supusieran ningún riesgo para el astronauta o su equipo. Los sándwiches, por ejemplo, fueron de los primeros en descartarse porque se ponían rancios y las migajas podían flotar y acabar en las piezas de la nave espacial.
La NASA cuenta ahora con toda una organización — Space Food Systems Laboratory, con sede en el Centro Espacial Johnson de Houston— que fabrica y envasa alimentos para llevarlos a la EEI. Ahora hay más de 200 ofertas, y los astronautas pueden elegir extras para llevar si lo necesitan.
En la estación espacial no hay frigoríficos para los alimentos, por lo que a menudo se liofilizan y se rehidratan a bordo; aunque no es algo que funcione con todos los alimentos, como las frutas y verduras frescas. En los últimos años, las agencias espaciales han experimentado con su cultivo a bordo, en parte para proporcionar alimentos frescos a los astronautas.
Incluso con el calendario reorganizado, Williams y Wilmore estarán lejos de batir récords con su viaje. La mayor permanencia en la Estación Espacial Internacional llegó a su fin en marzo de 2022, cuando el estadounidense Mark Vande Hei y el ruso Pyotr Dubrov regresaron a casa tras una estancia de 355 días.
Otros permanecieron incluso más tiempo en la anterior estación espacial soviética Mir. Cuatro en total permanecieron más tiempo que la pareja, entre ellos Valeriy Polyakov, que estuvo a bordo 437 días cuando regresó en marzo de 1995.
Traducción de Michelle Padilla