Otra victoria del partido oficialista taiwanés augura cuatro años más de tensión con Pekín

Taipéi/Pekín, 9 ene (EFE).- China considera a Taiwán una provincia rebelde a la que no va a renunciar y una nueva victoria del partido que gobierna la isla en las elecciones de este sábado augura cuatro años más de tensiones y de presión por parte de Pekín.

En las últimas semanas, el Ejecutivo chino ha elevado el tono contra el candidato oficialista del Partido Democrático Progresista (PDP), William Lai, favorito en las encuestas y actual vicepresidente, a quien ha acusado de "separatista" y de "carecer de integridad moral".

También de "difundir rumores" después de que éste denunciara "injerencias" de China para "influir" en las elecciones, como el supuesto envío de 'globos espía' a las inmediaciones de la isla o el haber pedido a los taiwaneses que elijan "entre la paz y la guerra".

Las simpatías de China están más que claras: Pekín prefiere una victoria de la oposición, ya sea de Hou Yu-ih (KMT) o de Ko Wen-je (TPP), antes que la continuidad de Lai, que lidera los sondeos desde hace meses planteando los comicios como una elección entre "dictadura y democracia" para alzarse con la victoria y lograr que su partido se convierta en el primero que permanece en el poder por más de dos mandatos consecutivos.

Aunque ninguno de los aspirantes habla de romper el statu quo actual, en el que Taiwán no ha declarado formalmente la independencia pero tampoco está bajo control de China, una nueva victoria del PDP -la tercera consecutiva- constituye el peor de los escenarios para Pekín, que confía en culminar la "reunificación" nacional antes de 2049, cuando se cumplirán cien años del nacimiento de la República Popular China.

Bajo el actual Gobierno del PDP, las relaciones entre China y Taiwán han sufrido un importante retroceso, con incursiones diarias del Ejército chino en territorio taiwanés y un discurso cada vez más agresivo en favor de la "reunificación".

Esto ha llevado a Taipéi a elevar su gasto militar hasta el 2,5 % del producto interior bruto (PIB) -el mayor desde 2013-, aumentar la compra de armamento procedente de Estados Unidos y a extender el servicio militar obligatorio de cuatro a doce meses a partir de 2024.

Así, Lai promete mantener las políticas de Tsai si es presidente, en base a cuatro pilares: impulsar la disuasión militar, fortalecer la seguridad económica de la isla, profundizar las relaciones con las principales democracias del mundo y mantener una política pragmática hacia China.

Pero, de ganar, ¿qué respuesta daría Pekín?

Expertos citados por el diario hongkonés South China Morning Post consideran varios escenarios, de "cortar brevemente las rutas de suministro a las pequeñas islas taiwanesas situadas a pocos kilómetros del continente" a "acumular tropas en la cercana provincia de Fujian" pese al riesgo "de que las cosas se salgan de control".

También apuntan a que Pekín podría intensificar los sobrevuelos con drones o suspender el Acuerdo Marco de Cooperación Económica firmado en 2010 durante el último gobierno del Kuomingtang (KMT), algo que dolería en la isla dado que China representa el 35,3 % de sus exportaciones.

Mientras, el candidato Hou del KMT, la opción preferida por Pekín, apuesta por preservar la paz en el estrecho a través de la conocida como estrategia de las "3D": disuasión, diálogo y distensión; mientras que Ko, más ambiguo que los otros dos candidatos respecto a su política hacia el continente, aboga por recuperar la comunicación con Pekín por medio del reconocimiento y el respeto mutuos.

Pero para el gigante asiático, el problema es también sociológico: según los últimos datos de la Universidad Nacional de Chengchi, sólo un 30,5 % de los ciudadanos insulares se identifica como taiwaneses y chinos, mientras que la proporción de quienes se ven a sí mismos únicamente como taiwaneses asciende hasta el 62,8 %.

Y China, más allá de asegurar que la "reunificación" es "inevitable", ha insistido a los taiwaneses en que tienen que tomar "la decisión correcta" en las elecciones, a las que sus funcionarios se han referido como una elección crucial "entre la paz y la guerra" y "entre la prosperidad y la recesión".

Pekín también ha destacado que no tolerará "interferencias del extranjero" en Taiwán, y en ese sentido cabe destacar que Lai concurrirá las elecciones acompañado de Bi-khim Hsiao, hasta ahora embajadora de facto de Taiwán en Estados Unidos, lo que augura una relación estrecha con Washington en busca de protección y apoyo ante la creciente intimidación militar y diplomática de China.

El domingo, China anunció sanciones contra cinco empresas estadounidenses por vender armas a Taiwán, advirtiendo de "una respuesta fuerte y decidida" si continúa haciéndolo.

Pase lo que pase en los comicios, parece claro que la cuestión taiwanesa seguirá siendo uno de los principales puntos de fricción entre Pekín y Washington, que, al margen de ser el principal suministrador de armas de Taipéi, se podría ver ante la tesitura de tener que defender a la isla en caso de conflicto.

Javier Castro y Jesús Centeno

(c) Agencia EFE