Viaje a los viñedos y pueblos de Serralunga, lugar del vino italiano Barolo

Cuando llegué deslumbrado a Serralunga d’Alba en un atardecer rojizo de otoño, aún quedaban colgados de la viña, unos racimos olvidados de la vendimia de septiembre.

Si vienes de Mónaco, llegas a Ventimiglia, allí te desvías, tomas la vía al Piamonte y en un par de horas estás en “Il Boscareto Spa & Resort”. Este es el epicentro para conocer pueblos con historia en un ambiente romántico, en contacto con la naturaleza y bajo el cielo que vio nacer al artífice de la unificación italiana, el Conde de Cavour.

Ricardo March, un empresario ítalo-americano, maneja los negocios desde sus oficinas en Estados Unidos, y vive orgulloso de los vinos, los paisajes, el espíritu italiano, y las tradiciones culturales de sus abuelos alpinos. En pleno verano floridano, conversé con él en Miami y le compartí mis planes de realizar un viaje kilométrico por Europa. Partimos de Madrid, vía la Costa Azul con destino a Verona. Luego de una semana por el Véneto programamos el regreso vía Milán.

Atravesamos el espectacular túnel Mont Blanc de 12 kilómetros de largo que une a Italia con Francia, de 44 euros de peaje, para seguir por la ruta de Ginebra-Lyon-Burdeos-San Sebastián y terminar en Madrid.

SERRALUNGA D’ALBA

“Benvenuti a Serralunga D’Alba, zona del Barolo”, anunciaba el letrero, en la carretera, a pocos metros del lujoso “Il Boscareto Resort & Spa”, nuestro lugar de alojamiento del periplo turístico por la provincia de Cuneo, en el suroeste del Piamonte. Desde la terraza en la azotea el paisaje de los cultivos de viñas es de ensueño, y el restaurante, la cafetería, el spa, la piscina y el gimnasio, invitan a disfrutar de las instalaciones.

“Si te gusta el vino y la buena comida has llegado al mejor lugar”, expresó el camarero a modo de saludo. “A estas tierras venía a descansar Vittorio Emmanuel II primer rey de Italia”, agregó. “Todo es hermoso en esta región del norte italiano, donde los Alpes no han impedido la llegada de influencias de la vecina Francia, a la que perteneció esta región en algún periodo de la historia”.

Entrada al puebo de Barolo al suroeste del Piamonte italiano.
Entrada al puebo de Barolo al suroeste del Piamonte italiano.

Barolo es el típico pueblo italiano de callecitas estrechas, enotecas, bares, y una gigantesca escultura de hierro, en forma de copa, en el centro de una pequeña plaza con vista a los viñedos. Este municipio se dio el lujo de poner su nombre a uno de los vinos más reconocidos de Italia. Barolo, es también el pueblo vitivinícola más famoso del mundo. La cocina del restaurante “Baroleando” merece mención especial por el delicioso plato de conejo al vino que nos sirvieron a la hora del almuerzo, el primer día de nuestra excursión turística.

Homenaje a la copa de vino, en Barolo.
Homenaje a la copa de vino, en Barolo.

Al día siguiente visitamos a Alba, una ciudad con olor a chocolate por albergar la fábrica de “Ferrero”, la empresa de la Nutella, fundada en 1946. Sus trufas blancas son famosas en todo el mundo y justo al caminar por una de sus calles vimos a un señor ofreciéndolas en una mesa.

Vendedor de trufas, famosas en todo el mundo, en Alba, una ciudad con olor a chocolate por albergar la fábrica de “Ferrero”, la empresa de la Nutella, fundada en 1946.
Vendedor de trufas, famosas en todo el mundo, en Alba, una ciudad con olor a chocolate por albergar la fábrica de “Ferrero”, la empresa de la Nutella, fundada en 1946.

Otros destinos con atractivos turísticos que conocimos en el área fueron: Monfore D’Alba, Serravalle Langhe, Sinio, Novello, Castiglione y Grinzane. En todas hay centros históricos e iglesias al pie de colinas de viñedos con su castillo medieval.

Iglesia de Barolo, provincia de Cuneo. Barolo es el típico pueblo italiano de callecitas estrechas, enotecas, bares y plazas con vista a los viñedos.
Iglesia de Barolo, provincia de Cuneo. Barolo es el típico pueblo italiano de callecitas estrechas, enotecas, bares y plazas con vista a los viñedos.

BODEGAS BATASIOLO

La visita a las bodegas Batasiolo, en La Morra, fue una experiencia que no se olvida.

Las instalaciones son una obra de arte por las columnas y el decorado. Me impactó respirar el aroma de los vinos cerca de las barricas de roble pequeñas, medianas y gigantes, en hileras interminables por las distintas salas.

“Estos son los vinos más famosos del Piamonte”, señaló Angelo Fornara, el veterano sommelier de la bodega Batasiolo. Tenemos Barolo, Barbaresco, Barbera D’Alba, vinos blancos, y Dolceto d’Alba y Moscato d’Asti.

Recolectoras de uvas en Serralunga.
Recolectoras de uvas en Serralunga.

Catamos los exquisitos vinos Batasiolo mientras el maestro Fernara nos paseó por la historia, las variedades viníferas y las ventajas del entorno natural en la calidad de las viñas.

“El primer vino con la variedad de uva nebbiolo, originaria del Piamonte”, indicó. “Se hizo en el año 1268, en Rivoli, cerca de Turín. Fernara explicó que el vino Barolo es conocido en Italia como “el vino de los reyes y el rey de los vinos”.

Viñedos de Serralunda D’Alba.
Viñedos de Serralunda D’Alba.

Dijo que una decisión tomada en el año 1843 por Doña Julieta Francés Colbert de Maulévrier cambió la historia de los vinos que se producían en el Piamonte. Doña Julieta, de gran dinamismo social y una visionaria, era la esposa del banquero Carlo Tancredi Falleti Falleti, Conde de Barolo. Fue esta dama francesa quien llamó al enólogo Louis Oudart, apodado “El Francés”, para mejorar la calidad de los vinos de sus fincas. Oudart llegó procedente de Burdeos y se dedicó a investigar los efectos de clima, suelos y ambiente en las cosechas. Descubrió como las altas cantidades de azúcar eran causadas por las bajas temperaturas del noroeste italiano, que cortaban la fermentación del proceso.

El “Francés” recomendó utilizar levaduras especiales para consumir todo el azúcar de los vinos en esas condiciones. Las conclusiones de Luis Oudart fueron un oportuno acierto y sus recomendaciones cambiarían positivamente la industria del vino de esta zona del norte italiano. Italia daba un paso importante para transformar su imagen y encaminarse hacia la producción de uvas bien maduradas. Fue un país que tuvo más de 80 variedades en la época de Plinio el Viejo y estaba muy rezagado respecto a la posición de los vinos de Francia.

Trufas blancas de Cuneo.
Trufas blancas de Cuneo.

Los nuevos vinos secos del Piamonte cautivaron al Rey Carlos Alberto de Saboya. Envió 325 toneles de buen vino a la casa de la marquesa en Roma. A partir de ese momento el Rey solicitó una barrica diaria durante un año para su corte excepto los 40 días de la Cuaresma. Desde entonces el vino del Piamonte se puso de moda en todas las cortes europeas y así nació el dicho: “Barolo, rey de los vinos y vino de los reyes”.

“No fue una experiencia más”, le expresé a Ricardo March a mi regreso a Miami. “Explorar las colinas del Piamonte, disfrutar el confort y gastronomía de “Il Boscareto”, trasegar por los pueblos medievales italianos y degustar los vinos Barolo, me hicieron vivir como los reyes, por unos días, que jamás olvidaré”.

Mi viaje fue por la aerolínea Air Europa, que tiene vuelos diarios saliendo de Miami y Nueva York a Madrid con conexiones a 40 ciudades. Air Europa tienen aviones de última generación Boeing 787 Dreamliner. www.aireuropa.com

Enrique Córdoba es escritor y cronista de viajes residente en Miami. enriquecordobar@gmail.com