Veterano del Día D recuerda la batalla que marcó el comienzo del fin de la Segunda Guerra Mundial

Charles Shay, veterano de la Segunda Guerra Mundial, rinde tributo a los caídos en una ceremonia para el 78mo aniversario del Día D, en Saint-Laurent-sur-Mer, Normandía, Francia, el 6 de junio del 2022. (Foto AP/ Jeremias Gonzalez)

BRETTEVILLE-L’ORGUEILLEUSE, Francia (AP) — Charles Shay era un médico del ejército estadounidense de 19 años dispuesto a dar su vida —y a salvar a tantos como pudiera— el Día D.

Ahora, a sus 99 años, difunde un mensaje de paz con dedicación incansable mientras se prepara para participar en las conmemoraciones del 80mo aniversario del desembarco en Normandía —referido comúnmente como Día D— que condujo a la liberación de Francia y Europa de la ocupación de la Alemania nazi.

“Supongo que estaba preparado para dar mi vida si hubiera sido necesario. Afortunadamente, no tuve que hacerlo”, dijo Shay en una entrevista con The Associated Press.

Shay, ciudadano de la tribu penobscot de Indian Island, en el estado estadounidense de Maine, ha vivido en Francia desde 2018 —no lejos de las costas de Normandía—, donde se espera a muchos líderes mundiales el próximo mes. Se realizarán ceremonias solemnes en honor a los casi 160.000 soldados de Gran Bretaña, Estados Unidos, Canadá y otras naciones que desembarcaron allí el 6 de junio de 1944.

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Nada podría haber preparado a Shay para lo que sucedió esa mañana en la playa de Omaha: soldados que sangraban, partes de cuerpos y cadáveres esparcidos a su alrededor, disparos de ametralladoras y proyectiles que llenaban el aire.

“Me habían dado un objetivo y, desde mi punto de vista, dependía de mí completar mi trabajo”, recordó. “No tuve tiempo de preocuparme por mi situación al estar allí y de tal vez perder la vida. No había tiempo para esto”.

Shay recibió la Estrella de Plata —la tercera condecoración más alta por valor que otorgan las Fuerzas Armadas de Estados Unidos— por sumergirse múltiples veces en el mar y cargar a soldados gravemente heridos a un lugar más o menos seguro y salvarlos de ahogarse. También recibió la Legión de Honor, el máximo galardón de Francia, en 2007.

Aún así, Shay no pudo salvar a su buen amigo, el soldado raso Edward Morozewicz. El triste recuerdo permanece vivo en su mente cuando describe haber visto a su compañero de 22 años tirado en la playa con una herida grave en el estómago.

“Tenía una herida para la que no pude ayudarlo porque no tenía los instrumentos adecuados ... Se desangraba. Y supe que se estaba muriendo. Intenté consolarlo. Y traté de hacer lo que pude por él, pero no hubo ayuda”, dijo. “Y mientras lo atendía, murió en mis brazos”.

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“Perdí a muchos amigos cercanos”, agregó.

Un total de 4.414 soldados aliados murieron el Día D mismo, incluidos 2.501 estadounidenses. Más de 5.000 resultaron heridos. Shay sobrevivió. Por la noche, exhausto, finalmente se quedó dormido en una zona boscosa sobre la playa.

“Cuando desperté por la mañana, fue como si hubiera dormido en un cementerio porque había estadounidenses y alemanes muertos a mi alrededor”, recordó. “Me quedé allí no mucho tiempo y seguí mi camino”.

Luego, Shay prosiguió con su misión en Normandía durante varias semanas y rescató a quienes estaban heridos, antes de dirigirse con tropas estadounidenses al este de Francia y Alemania, donde fue hecho prisionero en marzo de 1945 y liberado unas semanas después.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Shay se volvió a enlistar en el ejército porque la situación de los indígenas estadounidenses en su estado natal de Maine era muy precaria debido a la pobreza y la discriminación.

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“Traté de sobrellevar la situación de no tener suficiente trabajo o no poder ayudar a mantener a mi madre y a mi padre. Bueno, simplemente no había ninguna oportunidad para que los jóvenes indígenas estadounidenses obtuvieran un trabajo apropiado y ganaran un buen salario”, dijo.

Maine no permitió que votaran quienes vivían en reservas de nativos estadounidenses hasta 1954.

Shay continuó atestiguando la historia: regresó al combate como médico durante la Guerra de Corea, participó en las pruebas nucleares estadounidenses en las Islas Marshall y luego trabajó en la Agencia Internacional de Energía Atómica, en Viena, Austria.

Durante más de 60 años no habló de su experiencia en la Segunda Guerra Mundial.

Pero comenzó a asistir a las conmemoraciones del Día D en 2007, y en los últimos años ha aprovechado múltiples ocasiones para dar su poderoso testimonio. Un libro sobre su vida, “Spirits Are Guiding” (“Los espíritus guían”), de la autora Marie-Pascale Legrand, está por publicarse este mes.

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En 2018, se mudó de Maine a Bretteville-l’Orgueilleuse, una pequeña ciudad francesa en la región de Normandía, para quedarse en casa de un amigo.

Durante la pandemia de COVID-19 en 2020 y 2021, dado que vivía cerca, fue uno de los pocos veteranos que pudo asistir a las conmemoraciones. Representó a todos aquellos que no pudieron viajar debido a las restricciones.

Shay solía dirigir un ritual indígena estadounidense cada año el Día D, en el que quemaba salvia en homenaje a quienes murieron allí. En 2022, cedió la responsabilidad de la conmemoración a otra nativa de Norteamérica, Julia Kelly, veterana de la Guerra del Golfo de la tribu crow, quien desde entonces ha realizado el ritual en su presencia.

El monumento a Charles Shay en Omaha Beach rinde homenaje a los 175 indígenas estadounidenses que desembarcaron allí el Día D.

Con frecuencia, Shay ha expresado su tristeza al ver que aún hay guerras en el mundo y lo que él considera una pérdida de vidas sin sentido.

Shay dijo que tenía la esperanza de que el Día D condujera a la paz mundial. “Pero no lo ha hecho, porque ves que pasamos de una guerra a la siguiente. Siempre habrá guerras. Los pueblos y las naciones no pueden llevarse bien entre sí”.