La posible ventaja de tener como secretario de Educación a una persona que aprendió el inglés

Miguel Cardona, elegido por el presidente electo Joe Biden para ser secretario de Educación, en Wilmington, Delaware, el 23 de diciembre de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)
Miguel Cardona, elegido por el presidente electo Joe Biden para ser secretario de Educación, en Wilmington, Delaware, el 23 de diciembre de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)

Cuando Miguel Cardona tenía 5 años, comenzó el jardín de niños en una escuela pública. Sus padres se habían mudado de Puerto Rico a Meriden, Connecticut, donde Miguel nació. Su padre trabajaba como policía en la ciudad y su familia vivía en una vivienda pública. En su casa hablaban en español. Cuando Miguel comenzó la escuela, el inglés era una especie de misterio. Era, como dicen los educadores hoy en día, un estudiante de inglés (en Estados Unidos, los clasifican como “English Language Learner”, o ELL ).

El mes pasado, el presidente electo Biden anunció su intención de que Cardona fuera el secretario de Educación, en sustitución de Betsy DeVos. De ser confirmado, podría ayudar a desmontar la creencia generalizada que retrata a quienes no son hablantes maternos del inglés como personas agobiadas por carencias o como un problema que hay que resolver lo antes posible.

Cardona se encargaría de dirigir un vasto y variado sistema de escuelas y universidades que ha cambiado mucho desde que él mismo lo utilizó hace 40 años. Los estándares académicos son más estrictos, los exámenes han cobrado mayor importancia y la desigualdad económica ha crecido. Además, hay un número considerable y creciente de estudiantes que en casa hablan otro idioma que no es el inglés, como le sucedió a Cardona durante su infancia. Como sería el primer secretario de Educación que fue estudiante de inglés, tendrá la oportunidad de aplicar en todo el país su considerable pericia y experiencia en el aprendizaje del idioma, pues el conocimiento que se está obteniendo de las investigaciones académicas y la experiencia dicta que los estados y distritos deberían enseñar a los estudiantes de inglés, tanto en esa lengua como en la materna.

Cuando Cardona nació, en 1975, Estados Unidos estaba cerca del punto más bajo de una disminución de la inmigración que llevaba medio siglo. Desde entonces, el porcentaje de residentes nacidos en el extranjero se ha duplicado con creces y el número de estudiantes de hogares en los que el inglés no es el idioma dominante ha crecido a la par. Pero es un error suponer que la mayoría de los estudiantes de inglés nacen en el extranjero. El 71 por ciento, como Cardona, nace en Estados Unidos. Entre los niños pequeños, la proporción es aún mayor.

Hoy en día, uno de cada diez escolares del jardín de niños hasta la preparatoria son estudiantes de inglés. Entre los niños de 8 años o menos es más del 30 por ciento. La diferencia que se hace entre todos los niños y los pequeños es porque la fluidez del lenguaje es cambiante: una vez que los estudiantes alcanzan la fluidez, ya no son aprendices de inglés.

Si bien la mayoría de los estudiantes de inglés tienen el español como lengua materna, aproximadamente una cuarta parte de los alumnos habla otra lengua. El árabe, el chino y el vietnamita juntos constituyen el cinco por ciento de las lenguas maternas de los estudiantes de inglés. Casi todos los idiomas que se hablan en el planeta se pueden encontrar entre los escolares de la nación, desde los que asisten al jardín de niños hasta los de preparatoria. Los estudiantes de inglés ya no solo se concentran en los estados y ciudades fronterizas que normalmente han recibido más inmigrantes recién llegados. Los estados que experimentaron los mayores aumentos porcentuales de estudiantes de inglés de 2004 a 2014 fueron Carolina del Sur, Maryland, Misisipi, Arkansas y Kentucky.

Miguel Cardona, elegido por el presidente electo Joe Biden para ser secretario de Educación, en Wilmington, Delaware, el 23 de diciembre de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)
Miguel Cardona, elegido por el presidente electo Joe Biden para ser secretario de Educación, en Wilmington, Delaware, el 23 de diciembre de 2020. (Amr Alfiky/The New York Times)

El criterio convencional sostenía que la mejor manera de enseñar a los estudiantes de inglés era con el equivalente lingüístico de arrojar a un niño a lo profundo de una piscina para que aprenda a nadar, es decir, enseñándoles exclusivamente en inglés. En 1998, los votantes de California llegaron al punto de prohibir la mayoría de la educación bilingüe en las escuelas públicas. Massachusetts y Arizona también lo hicieron. Muchos padres inmigrantes pudieron haber interiorizado el mensaje de que no debían hablar su lengua materna en casa.

Pero el tiempo y las investigaciones nos han revelado que la situación es más compleja. Si a una niña hispanohablante que es un prodigio en matemáticas le das un examen en inglés, tendrás una idea equivocada de cuán bien conoce la materia y le enseñarás de una manera incorrecta.

Aprender un idioma se trata de mucho más que solo memorizar palabras de vocabulario y reglas de sintaxis. Los estudiantes aprenden a leer y escribir al conocer información e ideas sobre el mundo que los rodea, incluso mientras refuerzan las habilidades comunes a todos los idiomas. Para muchos estudiantes, lo mejor es una mezcla de enseñanza en inglés y en su lengua materna. California revirtió su prohibición de la educación bilingüe en 2016 y Massachusetts hizo lo mismo al año siguiente. Algunos estados como Nueva York, Texas e Illinois exigen la enseñanza bilingüe.

La crisis de la pandemia está perjudicando el aprendizaje de muchos estudiantes de inglés, que dependen de una combinación de programas escolares adicionales y de los beneficios de la interacción presencial con sus profesores y compañeros. Como secretario de Educación, Cardona se enfrentará a un desafío inmediato para compensar esas pérdidas, mientras las escuelas públicas de todo el país vuelven a abrir de forma segura.

A largo plazo, dar a los estudiantes de inglés la enseñanza que necesitan es una cuestión tanto de pedagogía como de política, algo que él entiende bien (hizo su tesis doctoral sobre el tema). Las comunidades locales, escribió, necesitaban centrar la voluntad política en abordar las desigualdades que a menudo asolan las escuelas que enseñan a muchos estudiantes de inglés. Los maestros necesitan horas extras y capacitación para ayudar a un cuerpo estudiantil que ha cambiado con el tiempo.

Cardona comenzó como un maestro de escuela pública en Meriden; se convirtió en el director de escuela más joven del estado y finalmente ascendió a comisionado de Educación de Connecticut.

“Como aprendí en mi experiencia como el director de una escuela primaria”, escribió, “entre más comprometidos estén los miembros de la comunidad escolar en cambiar la complacencia, es más fácil que se produzcan mejoras”.

Como secretario de Educación, Cardona podría presionar para que se otorgue financiamiento federal a programas que no han estado a la altura del crecimiento en la población de estudiantes de inglés, así como a más investigaciones sobre la compleja labor de capacitar a maestros y desarrollar nuevas herramientas digitales diseñadas para ayudar a los estudiantes de inglés. En general, es más probable que los maestros de las escuelas públicas en Estados Unidos sean blancos y monolingües que los estudiantes de esas mismas escuelas. En Seattle, un distrito escolar ha desarrollado un programa para ayudar a que los asistentes bilingües de maestros puedan certificarse con facilidad como maestros.

La designación de Cardona también podría cambiar la concepción que se tiene de los estudiantes de inglés. En un mundo interconectado donde los bienes, la información y las personas cruzan las fronteras con facilidad, ser multilingüe es más una ventaja que una desventaja. Es bien sabido que los padres acaudalados pagan mucho dinero para inscribir a sus hijos de habla inglesa en escuelas privadas de inmersión que enseñan español, mandarín y otros idiomas.

Ellos saben que la fluidez en más de un idioma puede ampliar la perspectiva de un estudiante, abrir bibliotecas enteras de literatura y cultura y ayudar a formar relaciones e ideas de nuevas maneras. La ventaja multilingüe puede materializarse de diferentes formas a lo largo de la vida, por ejemplo, puede impulsar a un estudiante de inglés hasta un puesto en el gabinete.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2021 The New York Times Company