¿Debe Venezuela invadir a Guyana? Maduro lo someterá a los votantes el domingo

Los venezolanos que acudirán a votar el domingo deberán responder a una pregunta inusualmente provocativa:

¿Debería el gobierno obtener un cheque en blanco para invadir a la vecina Guyana para arrebatarle tres cuartas partes de su territorio?

El gobierno de Nicolás Maduro planea presentar la pregunta en un referendo este fin de semana, en el más nuevo capítulo de una centenaria disputa territorial entre Venezuela y Guyana que está aumentando las tensiones en toda la región, ante temores de que en está ocasión el conflicto pueda terminar en una guerra.

El tema será planteado a los electores en el referendo de cinco preguntas, que entre otras cosas le otorgaría a Maduro poderes especiales para invadir Guyana y crear un nuevo estado venezolano que abarque el 74% del territorio actual de Guyana a ser conocida como Guayana Esequiba.

Algunos expertos ven todo esto solo como una burda maniobra política empleada por Maduro para atizar las llamas del nacionalismo y reanimar su alicaída popularidad. Pero en Guyana, la población de habla inglesa considera el referendo como una amenaza real y temen, entre otras cosas, pasar a formar parte de un país distinto.

“Claramente Maduro tiene a sus electores internos en mente, pero creo que cuando se sopesa el número de aspectos negativos de la anexión, Maduro estaría loco si arriesgara todos esos aspectos negativos para apoderarse del 74% de Guyana”, opinó desde Washington Ivelaw Griffith, miembro asociado del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales y ex vicerector de la Universidad de Guyana. “Ese no es un pequeño trozo de tierra”.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se reunió con el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, en la capital, Teherán, Irán, el 11 de junio de 2022. Foto de SalamPix/Abaca/Sipa USA
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se reunió con el líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jamenei, en la capital, Teherán, Irán, el 11 de junio de 2022. Foto de SalamPix/Abaca/Sipa USA

Las crecientes tensiones se hicieron evidentes esta semana después que Brasil — aliado cercano de ambas naciones que comparte su frontera con ambas — envió a su principal asesor en materia de relaciones exteriores, Celso Amorin, a mediar entre las partes, mientras anunciaba que estaba aumentando su presencia militar a lo largo de su frontera norte en medio de temores de que la disputa fronteriza termine convirtiéndose en un conflicto armado.

“El Ministerio de Defensa ha estado monitoreando la situación. Se han intensificado las acciones defensivas en la región fronteriza norte del país, promoviendo una mayor presencia militar”, dijo el Ministerio de Defensa de Brasil en un comunicado.

La disputa se remonta a la segunda mitad del siglo diecinueve pero cobró una mayor intensidad en los últimos años luego que Guyana comenzara a descubrir petróleo en su territorio. Venezuela reclama la propiedad de aproximadamente 61,600 millas cuadradas de Guyana — un pedazo de tierra más grande que Grecia llamado Esequibo — y su posesión se remonta a la época en que ambos países eran colonias europeas.

Aunque Venezuela ha impugnado ininterrumpidamente el fallo de 1899 emitido por árbitros internacionales que estableció las fronteras actuales entre los dos países, Caracas había mantenido el tema por décadas en un segundo plano.

La disputa fronteriza se encuentra actualmente ante la Corte Internacional de Justicia de las Naciones Unidas. Guyana ha solicitado al tribunal que declare válida y vinculante la decisión de 1899. En noviembre, Guyana volvió a acudir a la corte, esta vez pidiéndole que detuviera partes del referéndum de cinco partes de Venezuela.

“Les hemos pedido que indiquen que es ilegal que Venezuela lleve a cabo el referéndum en su forma actual”, dijo Carl Greenidge, ex ministro de Relaciones Exteriores de Guyana que ha estado representando a Guyana en la larga disputa.

El gobierno de Guyana quiere que la corte internacional examine las preguntas sobre el referéndum, así como los comentarios hechos por el régimen de Maduro, incluido su Consejo Nacional Electoral.

“Las preguntas, tal como están formuladas, pueden verse o interpretarse como destinadas a darle a Venezuela un plan o respaldo para tomar medidas”, dijo Greenidge, describiendo toda la medida de su vecino de habla hispana como “completamente absurda”.

Greenidge dice que su país espera tener una decisión del tribunal el viernes sobre el referéndum.

Los expertos dijeron que los esfuerzos de Maduro por avivar las llamas del nacionalismo solo buscan revitalizar su alicaída popularidad, pero advirtieron que éstos fácilmente podrían salirse de control y crear una situación en la que se vea obligado a utilizar los poderes que está invocando.

“El gobierno está atrapado en un callejón sin salida que él mismo creó”, dijo Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano, una organización que monitorea a las fuerzas armadas de Venezuela, al describir que con el referendo el régimen podría estar despertando a un gigante dormido que después tendría dificultades para contener.

El régimen ya ha lanzado una agresiva campaña de propaganda en los medios de comunicación que controla, con estaciones de radio y televisión transmitiendo jingles cada pocos minutos promoviendo un mensaje constante: “El Esequibo es nuestro”.

Si bien existe una desconfianza generalizada sobre la capacidad del régimen de Caracas para celebrar elecciones justas en Venezuela, se espera un voto abrumador por el sí, dado que incluso los opositores de Maduro se han abstenido de criticar el referéndum o incluso lo han apoyado.

El gobierno de Guyana dice que los reclamos fronterizos son infundados y le ha advertido a Maduro que no subestime el derecho del país a defenderse. El gobierno también dijo que el referéndum usurparía la jurisdicción de la corte internacional antes de que haya tenido la oportunidad de pronunciarse sobre el reclamo de soberanía de Guyana sobre el territorio.

El miércoles, Ashni Singh, ministro de alto rango de la Oficina del Presidente, describió la amenaza de Venezuela como “una provocación”.

“Lo rechazamos rotundamente y nos solidarizamos firmemente en defensa de nuestro país”, dijo.

Greenidge dijo que no tiene conocimiento de ningún otro caso en el que un país haya celebrado un referéndum similar. Si el referéndum es aprobado, le daría a Venezuela el derecho de “cambiar el estatus de los guyaneses, los derechos de los guyaneses, los activos de los guyaneses, los recursos de Guyana”, dijo.

Tanto él como Griffith dijeron que el área de Esequibo, que tiene más de 230,000 residentes que no tienen ningún tipo de conexión histórica con Venezuela.

“Es un territorio con una cantidad importante de gente. Es un tercio de nuestra población”, dijo Greenidge. “No es una región árida o vacía sin gente. Y la gente de allí no tiene vínculos importantes con Venezuela. No es un lugar donde encontrarás hispanohablantes, donde encontrarás una huella española de la misma manera que encontrarías una huella holandesa en Guyana o incluso una huella francesa en Guyana”.

Los expertos dicen que un conflicto armado con Guyana llevaría a un mayor aislamiento internacional para Maduro, dado que Guyana es miembro de CARICOM, el bloque comercial caribeño de 15 naciones cuyo apoyo ha sido esencial para Caracas en foros internacionales como la ONU y la Organización de Estados Americanos.

Ante ello, los analistas dicen que emprender un conflicto bélico contra Guyana sería para Maduro el equivalente de dispararse en el píe. “No tiene ninguna intención real de ir a la guerra con [Guyana] porque hacerlo significa un mayor aislamiento y más problemas internacionales que los que ya tiene”, dijo Antonio De La Cruz, director ejecutivo del grupo de expertos Inter American Trends en Washington.

CARICOM no ha sido tan contundente en sus objeciones como en años anteriores, una señal, según algunos observadores, de las divisiones que existen dentro del bloque, aunque en un comunicado de prensa del mes pasado el grupo dijo que las amenazas venezolanas de impedir que Guyana desarrolle los recursos naturales de Esequibo son “contrario al derecho internacional”.

Washington también ha estado enviando señales de sus objeciones, lo que llevó a Griffith a creer que incluso si la votación tuviera lugar el domingo, poco resultaría de ella.

Griffith dice que la táctica de Maduro tiene como objetivo obligar a Guyana a sentarse a la mesa de negociaciones y darle a Venezuela una parte del Esequibo.

Aún así, admite que la posibilidad de una anexión forzada está generando temor, no sólo entre los guyaneses sino también entre los vecinos del país, algunos de los cuales basan sus propias fronteras en la misma decisión de arbitraje de 1899.

Ese fallo “es la base de la frontera entre Brasil, Venezuela y Guyana, así que si se puede cambiar esa frontera, ya sea por la fuerza o no, significa que hay que cambiar las fronteras con Brasil y Venezuela”, dijo.

Brasil, señaló, tiene fronteras con todos los países sudamericanos, excepto Chile y Ecuador, y “algunos de esos países no están contentos” con las fronteras que tienen con Brasil.

“Hay demasiadas potenciales fichas de dominó”, añadió Griffith. “Brasil no puede darse el lujo de permitir que eso suceda, especialmente en el aspecto forzado”.

Dentro de Venezuela, la iniciativa es vista con claros tintes electorales luego que la oposición venezolana lograra organizar con éxito una elección primaria por sí sola, sin el apoyo del Consejo Nacional Electoral, que mostró un gran apoyo a la dirigente María Corina Machado, quien aspira medirse contra Maduro en unas elecciones presidenciales en la segunda mitad del próximo año.

De La Cruz dijo que el objetivo principal de Maduro al organizar el referéndum era mostrar dentro de Venezuela que el régimen aún puede obtener un apoyo masivo en una elección.

San Miguel dijo que el ruido de sables de Maduro sigue una larga tradición en América Latina donde los gobiernos avivan las llamas del nacionalismo para obtener apoyo político.

Pero advirtió que esto en algunos casos ha conducido a conflictos bélicos, como el conflicto de 100 horas en 1969 entre Honduras y El Salvador, que fue apodado “La Guerra del Fútbol” porque ocurrió al mismo tiempo que los partidos de clasificación para la Copa Mundial de 1970.

“Creo que Maduro ha entrado en un callejón sin salida y puede verse obligado a ir a una guerra, una guerra de 100 horas... como la Guerra del Fútbol”, dijo San Miguel.