Venezuela está para algo grande, ¿qué diferencia a esta versión de otras que fracasaron en Clásicos Mundiales?

Venezuela parece una máquina infernal de jugar béisbol. Con el juego más inspirado y rotundo en lo que va del Clásico Mundial, la novena Vinotinto pasó por encima de los principales equipos del Grupo D de Miami como si fuera un paseo sobre alfombra roja: confiada y elegante.

Sin perder pie ni pisada, la selección sudamericana se impuso el martes en la tarde 4-1 a Nicaragua y se mantiene invicta (3-0) con triunfos sobre potencias como Puerto Rico y República Dominicana, algo que no puede ser pasado por alto a la hora de retomar a los favoritos para las siguientes rondas.

Con este resultado, Venezuela se sumó a Japón -otro con el que se debe contar siempre- como los únicos clubes que todavía desconocen la derrota de cara al momento crucial de las eliminaciones directas que comenzarán a partir de este miércoles en Tokio.

Con el triunfo de República Dominicana 10-0 ante Israel en el partido nocturno, Venezuela aseguró su boleto a cuartos de final y el primer lugar del grupo.

Sin duda, Venezuela siempre fue potencia para las ediciones anteriores de este tipo de evento, pero por diversas razones nunca llegó a desplegar de manera el verdadero potencial, aunque la versión del 2009 llegó hasta la fecha de semifinales.

Ahora existe la ilusión de que pueden ir por más. De acuerdo con varias personas que han seguido la evolución venezolana en Clásicos Mundiales nunca ante un grupo de estrellas había encontrado una química y una armonía como la de este que se encuentra en Miami.

Desde Luis Arráez hasta Salvador Pérez, de Ronald Acuña a Miguel Cabrera, los egos se han quedado en el clubhouse y lo que sale al terreno es una conjugación de figuras que halan parejo, sin reparar en marcas personales ni en poses para la cámara.

El segunda base de Venezuela José Altuve tira a primera base en una jugada de doble matanza ante el equipo de Nicaragua, en el partido del Grupo D del Clásico Mundial de Béisbol, celebrado el 14 de marzo de 2023 en Miami. MATIAS J. OCNER/mocner@miamiherald.com
El segunda base de Venezuela José Altuve tira a primera base en una jugada de doble matanza ante el equipo de Nicaragua, en el partido del Grupo D del Clásico Mundial de Béisbol, celebrado el 14 de marzo de 2023 en Miami. MATIAS J. OCNER/mocner@miamiherald.com

Venezuela es un equipo en el entero sentido de la palabra. Pudo haber tomado la ruta fácil de la confianza ante Nicaragua, pero no regalaron un palmo de esperanzas y luego de una sorpresa inicial de resistencia pinolera, se reagruparon y descargaron su potencia.

Los nicas marcaron una carrera en la segunda entrada y en varios ocasiones amenazaron, dando la impresión de que podían complicar a los dirigidos por Omar López, pero entre el cuarto y quinto episodios la ofensiva, un baluarte de principio a fin, hizo su trabajo para colocar tres y una anotación, respectivamente, en la pizarra.

Y hablando de López, habría que hablar de su estilo para conducir la siempre complicada asignación de un conjunto de estrellas, la capacidad para mantener a todos -sin importar estatus ni galones- en la misma página y su calmada confianza en que las cosas van a pasar de la manera correcta.

Su experiencia en varios niveles del béisbol, especialmente como parte del equipo de coaches de los campeones Astros de Houston, y su personalidad cercana y cálida ha hecho que todos, desde sus pupilos a los aficionados, compren su mensaje de humildad y convicción.

Nicaragua, por su parte, no se lleva una victoria, pero entre la oscuridad hizo cosas positivas en lo defensivo y lo ofensivo, sin dejar de reconocer que el haber clasificado a este primer Clásico habrá de servirle para continuar desarrollando su béisbol.

Así las cosas, los nicas deberán luchar de nuevo por su clasificación al próximo torneo, mientras los venezolanos, que juegan este miércoles 15 de marzo ante Israel el último partido de la fase de grupo, ya se ilusionan con su próximo oponente en los cuartos de final, en un momento en que dominicanos y puertorriqueños van ese mismo día a una batalla frontal y brutal por su vida en Miami.