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Vender a Trump ya no es lo que solía ser

El expresidente Donald Trump habla durante un mitin en el aeropuerto Minden-Tahoe en Minden, Nevada, el 8 de octubre de 2022. (Bridget Bennett/The New York Times).
El expresidente Donald Trump habla durante un mitin en el aeropuerto Minden-Tahoe en Minden, Nevada, el 8 de octubre de 2022. (Bridget Bennett/The New York Times).

A fines del año pasado, cuando Donald Trump anunció su incursión en los tókenes no fungibles (NFT por si sigla en inglés), aprovechando el interés público en su campaña presidencial para vender cromos virtuales de dibujos animados que lo representaban como un superhéroe, fue ridiculizado por replegarse a sus impulsos de vendedor ambulante.

Cualquiera que busque información sobre la decisión de Trump solo necesita observar a su socio en la empresa.

Los cromos virtuales son una creación de Bill Zanker, un emprendedor en serie que ha vendido masajes de espalda, equipos de gimnasia, cursos de autoayuda y, en ocasiones, al propio Donald Trump. Antes del ascenso político de Trump, Zanker coescribió un libro con él, se asoció en un negocio de financiación colectiva y, durante varios años, convirtió a Trump en la pieza central de un espectáculo ambulante de bienes raíces que agotó las entradas de los estadios deportivos. Zanker una vez se jactó en anuncios publicitarios de haberle pagado a Trump una tarifa de 25.000 dólares por minuto para que hablara.

Los tiempos han cambiado para ambos hombres. El negocio más conocido de Zanker, una empresa de educación con fines de lucro llamada Learning Annex, ha cerrado y una incursión reciente en equipos de fítnes no ha despegado. Trump, que enfrenta varias investigaciones sobre su conducta, incluidos sus intentos de anular una elección justa, se ha convertido mucho menos en un símbolo de la prosperidad estadounidense que de la política polarizadora de esa nación.

Ahora ambos vuelven a estar juntos en un negocio, por primera vez en más de siete años, y buscan resucitar una fórmula que alguna vez fue confiable y que combina la celebridad con la exageración descarada. Los primeros resultados de ventas indican cuán difícil es realmente ese proyecto.

El año pasado, Zanker le propuso por primera vez la idea al expresidente y le dijo que la empresa podría generar hasta 100 millones de dólares, según una persona con conocimiento de las discusiones que pidió el anonimato para poder revelar conversaciones privadas. A cambio de licenciar su nombre e imagen, Trump recibiría una parte significativa de los ingresos de las ventas de lo que se conocería como Trump Cards.

Trump estuvo de acuerdo, para gran decepción de quienes lo rodeaban y que deseaban que se hubiera concentrado en su campaña presidencial de 2024. El 14 de diciembre, Trump usó las redes sociales para promover lo que llamó un “anuncio importante”: la venta de miles de tarjetas digitales que lo mostraban vestido de diversas maneras: como un vaquero, un astronauta y un superhéroe disparando rayos láser de sus ojos. Las tarjetas se parecían sorprendentemente a las imágenes de Sylvester Stallone que Zanker había encargado para otro proyecto de NFT el año pasado.

Algunos asesores de Trump estaban preocupados de que la empresa pareciera un truco de mercadotecnia de mal gusto. Aún más preocupante era la idea de que cada dólar gastado por sus seguidores en las NFT podría traducirse en un dólar no aportado a la campaña de Trump, según dos personas familiarizadas con las conversaciones internas que solicitaron el anonimato porque no estaban autorizadas para discutir el asunto.

Pese a los esfuerzos promocionales de Trump, las Trump Cards, hasta el momento, no se han convertido en la fuente de grandes ingresos que se esperaba.

Hasta la fecha, las ventas de las Trump Cards han alcanzado unos 17,3 millones de dólares, generando alrededor de 5,6 millones de dólares en ingresos, según un análisis realizado por CryptoSlam, un agregador de datos de la cadena de bloques, para The New York Times. Ese total incluye el precio original de 99 dólares por cada una de las 44.000 tarjetas que se vendieron el primer día, más una regalía del 10 por ciento cada vez que cualquiera de esas tarjetas se revenda en el mercado secundario.

Muchas de las tarjetas con la imagen de Trump fueron compradas por cuentas que no tienen otras NFT y no han intentado revender sus propiedades, según datos públicos. Los números sugieren que los compradores son los principales partidarios de Trump en lugar de los ávidos comerciantes de criptomonedas, que especulan sobre el valor de los NFT.

“En una visión más general del panorama, esta colección no ha replicado los grandes éxitos que surgieron durante el auge de los NFT”, dijo Arda Akartuna, analista sénior de Elliptic, una firma de análisis de cadena de bloques.

Ni Zanker ni Trump respondieron a las consultas sobre el acuerdo. Kevin Mercuri, portavoz de Zanker, confirmó su participación en los NFT de Trump y señaló que era su primer acuerdo con Trump desde 2015. No respondió preguntas sobre los términos precisos de dicho acuerdo.

Zanker fundó Learning Annex en 1980, usando 5000 dólares que había ahorrado de su bar mitzvá, según entrevistas anteriores. Comenzó en Nueva York antes de extenderse por todo el país y ofrecía cursos no tradicionales: “Cómo coquetear”, “Cómo hablar con tu gato” y “Cómo casarse con un rico”, entre otros.

En 2004, Zanker comenzó la Real Estate Wealth Expo y la construyó alrededor de Trump, pegando la imagen de su rostro en miles de copias de sus catálogos de cursos, que estaban apilados en cajas de prácticamente cada esquina del distrito de Manhattan de Nueva York y en vallas publicitarias prominentes en todo el país.

“Hacer que Donald Trump hable sobre bienes raíces es como tener a Tiger Woods dándote una lección personal sobre cómo golpear una pelota de golf”, dijo Zanker en un comunicado de prensa. “Es una experiencia única en la vida para cualquiera que intente hacerse rico”.

De hecho, la carrera inmobiliaria de Trump ha sido una montaña rusa financiera. En 2005, por ejemplo, Trump dedujo más de 100 millones de dólares en pérdidas comerciales para reducir sus impuestos federales.

Ese año, Zanker se jactó de pagarle a Trump 1,5 millones de dólares por aparición. Trump reconoció más tarde, en una declaración judicial, que en realidad recibió 400.000 dólares en efectivo por cada discurso. El resto de la tarifa se destinó a “gastos promocionales”, como vallas publicitarias y anuncios en periódicos, dijo.

Trump y Zanker ampliaron su asociación. Coescribieron un libro, titulado “El secreto del éxito: en el trabajo y en la vida”, que instó a los lectores a “seguir sus instintos” en las decisiones comerciales importantes. Para llamar la atención sobre el lanzamiento del libro, Zanker repartió miles de dólares en efectivo en una librería de Manhattan.

Los dos hombres fundaron una plataforma de microfinanciación colectiva en 2013 con la intención de rivalizar con Kickstarter, otra empresa de micromecenazgo. Trump, tal vez inspirado por el método rimbombante de su socio, promovió el emprendimiento regalando tres maletas con dinero en efectivo en un evento que se llevó a cabo en el vestíbulo de la Torre Trump.

Cuando Trump viró a la política, se alejó del sitio de financiación colectiva. Pero Zanker aún pudo llegar a un acuerdo más, al ayudar a negociar el próximo libro de su socio: “Crippled America: How to Make America Great Again”.

Mientras Trump estuvo en la Casa Blanca, los negocios de Zanker tuvieron problemas. FundAnything dejó de publicar nuevas campañas de donación a principios de 2015. Learning Annex dejó de promocionar cursos en línea y realizó lo que parece haber sido una de sus últimas clases: un discurso sobre hacer pódcasts con Adam Carolla, un comediante, en Irvine, California.

Zanker buscó nuevos emprendimientos. Abrió un gimnasio que se jactaba de tener siempre un bar bien surtido. Durante la pandemia, buscó 10 millones de dólares de inversionistas en una empresa de equipos de gimnasia para el hogar, pero los documentos disponibles públicamente sugieren que solo recaudó 372.000 dólares. El gimnasio en casa nunca llegó al mercado.

En marzo pasado, Zanker dio a conocer su última reinvención y anunció planes para vender 9997 NFT con imágenes fantasiosas de Stallone.

A pesar de la considerable promoción de Zanker y Stallone, las tarjetas PlanetSLY nunca se lanzaron. Mercuri culpó a “la caída del mercado de las criptomonedas”. Un portavoz de Stallone dijo que no estaba autorizado a comentar sobre el asunto.

En agosto, Zanker puso a la venta su rancho de 8 hectáreas en Park City, Utah, por 445 bitcoines, o alrededor de 9 millones de dólares en ese momento, y anunció en un comunicado de prensa que era la primera vez que una casa estaba disponible para comprarse usando la criptomoneda. El comunicado también señaló que Zanker “ahora está trabajando en un gran proyecto de NFT con una gran celebridad”.

La propiedad todavía está en el mercado, ahora por un precio en efectivo de 11 millones de dólares.

El anuncio actual dice, en parte: “El propietario debe vender, ¡haga una oferta!”.

c.2023 The New York Times Company