Val Demings está haciendo sudar al flojo y antiaborto senador Marco Rubio | Opinión

Él está haciendo una campaña perezosa.

Ella es intrépida y trabajadora.

Y, si las mujeres de la Florida, enojadas por la erosión del derecho al aborto garantizado en Roe vs. Wade votan como si sus vidas dependieran de esta elección de medio término, él sudará hasta el último voto.

Quizás, por primera vez, en su camorrista carrera política.

El senador republicano Marco Rubio, maestro del don de la elocuencia, está tan seguro de que los votantes de la Florida lo reelegirán por encima de una mujer negra demócrata que no se ha tomado a su rival, la representante federal Val Demings, tan en serio como debería.

Su confianza proviene de la alianza Norte-Sur conservadora y religiosa actual y comprobada por las elecciones que hace que los nacionalistas blancos y los republicanos cubanoamericanos como Rubio sean aliados políticos.

No existe una coalición tan fuerte entre los demócratas, que están distanciados en sus bastiones en el centro y sur de la Florida y en zonas de la Florida roja. El “arcoíris” de Barack Obama en la Florida fue tan fugaz como el real espectáculo en el cielo.

Pero si esta campaña por el Senado de Estados Unidos tiene peso y seriedad es porque Demings, de 65 años, ex jefa de policía de Orlando con habilidades y coraje, ha logrado superar algunas de las distancias entre los demócratas.

En el debate del martes por la noche en Palm Beach State College en Lake Worth transmitido por NBC, ella fue la primera en atestar un golpe.

“El senador, que no ha manejado nada de nada, sino su palabrería”, dijo Demings de Rubio.

Él, a su vez, exhibió arrogancia.

Cuando se le preguntó si aceptaría los resultados de las elecciones de 2022, Rubio dijo: “Claro, porque voy a ganar”.

Trabajando por el voto cubano

A diferencia de otros participantes en contiendas estatales que se alejan de la polémica Miami, Demings no tuvo miedo de zambullirse e inicialmente visitar la ciudad “para aprender” tan pronto como lanzó su campaña, y luego visitarla nuevamente para involucrarse con los votantes.

Por supuesto que hizo la gira turística cubana que generalmente se reserva para los republicanos.

Jugó un juego de dominó con entusiasmo en La Pequeña Habana y se divirtió en una fiesta casera. Sus visitas al sur le ganaron admiradores y energizaron a los demócratas cubanoamericanos, que a menudo se sienten subestimados y marginados.

Demings entendió el problema de la libertad de Cuba de inmediato, expresó un apoyo firme e inequívoco a los manifestantes en la isla y pidió al Congreso que aprobara una resolución en apoyo al pueblo cubano.

Sí. Las vidas cubanas le importan, y no tuvo reparos en tomar una posición pública para mostrar la amplitud de su compromiso con ambas orillas.

“El pueblo de Cuba debe saber que el gobierno de Estados Unidos está con ellos contra el fallido y opresivo régimen comunista y socialista”, dijo. “...Y hago un llamado a los funcionarios de Estados Unidos para que continúen interactuando con la comunidad cubana de la Florida a medida que avanzamos con pasos tangibles en la lucha por la seguridad, la libertad y la capacidad del pueblo cubano de elegir libremente su propio futuro. Patria y Vida”.

Y, en una reunión con la Junta Editorial del Miami Herald el jueves, Demings dijo que apoya el embargo económico a la isla y afirmó que no cree que Estados Unidos deba “alentar o minimizar o tratar de hacer tratos con una persona que aterroriza a su propio pueblo”.

Rubio, el perezoso; pensando en China

Mientras tanto, Rubio, de 51 años, no ha hecho ningún esfuerzo por enfrentar temas de peso que afectan a todo el estado, y más estridentemente, a su vecindario, el sur de la Florida.

Ningún anuncio de campaña, o volante. Sin urgencia. Sin indignación. Nada.

Tiene la mente ocupada con China, un objetivo fácil de condenar.

¿Por qué?

Porque las inundaciones habituales causadas por el clima extremo de nuestros vecindarios y la falta de asequibilidad de vivienda y seguros para el hogar, sencillamente, no son lo suyo.

Cuando se le piden respuestas, sus puntos de vista son, en el mejor de los casos, anticuados. Son los mismos viejos argumentos republicanos sobre la teoría del gobierno pequeño que el Partido Republicano abandonó hace mucho tiempo en favor del voyeurismo de la vida privada y la usurpación de los derechos de las mujeres.

Sobre el tema del aborto, Rubio no es otra cosa que un extremista radical de la peor calaña. No concibe exenciones por incesto, violación o cualquier otra cosa, ha dicho.

Si tu papá degenerado te deja embarazada, entonces ten su bebé.

Cuando él malinterpretó la postura de Demings (entre otras falsedades) sobre el derecho al aborto, ella se defendió.

“No senador, no me parece bien que una niña de 10 años sea violada y tenga que conservar la semilla de su violador”, le dijo a Rubio. “No, no creo que esté bien que usted tome decisiones por las mujeres y las niñas”.

Él es peligroso.

En efecto, Rubio está tan desconectado de los electores que recientemente se unió para copatrocinar un proyecto de ley que les quitaría a los ancianos el costo más bajo de los medicamentos que la administración Biden aprobó en el Congreso.

Imagínese eso cuando Florida tiene la segunda población más grande de personas mayores de 65 años en el país.

¿Qué le importa a Rubio?

Agarrarse de los faldones del gobernador de Florida Ron DeSantis.

Desde los anuncios incendiarios en televisión que han demostrado contener falsedades hasta los volantes de campaña, Rubio se está aprovechando de las guerras culturales de DeSantis, presentando la homofobia y el racismo en el plan escolar de estudios como “derechos de los padres”.

Está feliz de hacer un esfuerzo mínimo como presentarse ante los cubanoamericanos de la vieja guardia que van a votar por él de todos modos y alardear de su respaldo general.

“Hoy me enorgulleció recibir el apoyo de prácticamente todas las organizaciones de exiliados cubanos en #Florida”, alardeó en Twitter.

Pero debería ver lo que otros cubanoamericanos, incluidos los independientes y los republicanos con conciencia, me dicen cuando escribo sobre él.

No pueden soportar verlo; su enojo con Rubio se remonta a cuando abandonó la reforma migratoria para conseguir el voto nacionalista blanco. Y, después de su candidatura presidencial, el desprecio solo ha aumentado a medida que se congraciaba con el ex presidente maníaco narcisista, al que llamó “estafador”; aquel quien por primera vez en la historia de este país, trató de descarrilar la democracia y organizar un golpe de Estado.

Muchos cubanoamericanos han perdido la fe en Rubio, si es que la tenían, y si esa coalición de Obama se despierta en todo el estado, hay una pequeña posibilidad de que Demings lo derrote.

En cierto modo, ella ya ha ganado. Lo está haciendo sudar un poco.