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Un genio (o loco) llamado AMLO puso a todo México a soñar con un avión de 130 millones de dólares

Imágenes tomadas de Twitter
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Dirán lo que quieran, pero cuando el presidente de México se lo propone, logra que todo el país que gobierna y gente más allá de sus fronteras se pongan a hablar de justo lo que él quiere.

A estas alturas a todos ha quedado claro que él, ni de chiste, se subirá al fastuoso avión presidencial que le fue heredado por la administración anterior por considerarlo un símbolo no solo de inútil gasto caprichoso, sino de la corrupción que ha prometido acabar en una férrea cruzada. Lo malo es que después de un año en exhibición en California el TP01 Boeing 787-8 no se ha logrado vender, por lo que ahora baraja alternativas para deshacerse de ese aparato que genera una sangría al erario, se use o no.

Y es ahí donde surgió la idea descabellada de rifar la aeronave valuada en 130 millones de dólares. Pero no entre jeques árabes o millonarios excéntricos que paguen un millón por cada boleto, sino entre simples mortales que podrán adquirir boletos de 500 pesos (unos 25 dólares) de un total de 6 millones.

Imagen tomada de Twitter
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Si el mismo Andrés Manuel López Obrador no lo hubiera dicho en una conferencia de prensa transmitida en vivo, a estas alturas el debate se centraría en si es o no verdad esa propuesta. Pero como sí lo es, la discusión pública se ha volcado, primero en burlas, y después en un imaginario colectivo sobre qué podría hacerse con semejante premio.

Porque soñar no cuesta nada y el atractivo de los juegos de lotería es justo ese, que la mano del destino a veces va tomada por una dama llamada suerte para posarse sobre el hombro de alguien a quien solemos llamar afortunado. Es entonces que en menos de mediodía los mexicanos pasaron del “qué pasaría si me lo gano” a “¿qué demonios voy a hacer con él?”, dejando de lado lo que la coherencia haría, es decir, dudar de la vialidad de tal propuesta por simple sensatez.

No, para muchos (los pesimistas que aún ganando pierden, claro está) el problema es dónde van a poner semejante armatoste o la cantidad de combustible que tendrán que pagar por cada vuelo, eso sin contar en que tendrán que pagar un piloto o aprender a volar un avión.

Pero para aquellos optimistas que también ‘ya se vieron’ portando el título de propiedad de un avión que no tiene ni Trump, las posibilidades son infinitas. Aquí ya estamos en el terreno no de qué puedo hacer con él, sino cómo se lo voy a restregar en la cara a todos. Y para eso, los mexicanos nos pintamos solos.

En una semana donde la agenda informativa se vio saturada por una crisis en el sector salud por el cambio del sistema, por los índices de violencia con un tiroteo escolar como fiel reflejo de la situación y el fracaso de la venta del avión para dar ese dinero a los estratos más pobres de México, poner la atención y el centro del debate en una posible rifa del avión presidencial de México es sencillamente la estrategia de un genio o un loco que domina y dicta de lo que se tiene que hablar.

Mejor o peor aún, decida usted. Si la quinta parte de la gente que votó por López Obrador comprara un boleto de esa hipotética rifa, no solo estaría quitándole el problema de un avión maldito, sino que se lo estarían purificando con su compra amortizándolo dos veces (con sus impuestos y con su boleto del sorteo), pasando lo que se supone no debería haber pasado: que el pueblo pagará por él.

Pero eso es lo de menos, esa es una discusión para después. La de ahora es responder: ¿Qué voy a hacer si me gano el avión presidencial? ¿Qué es lo que haría usted?