Tuberculosis en República Centroafricana: una epidemia que no da tregua


Hoy, en pleno siglo XXI, la tuberculosis no es un mal del pasado. Actualmente es y continúa siendo una enfermedad con gran prevalencia en República Centroafricana. Se trata de una epidemia inclemente que afecta a las personas más vulnerables: la población inmunocomprometida, las niñas y niños que sufren de desnutrición y a las personas con VIH/sida.

La realidad epidemiológica que se vive aquí es muy diferente a la de otros lugares del mundo. La tuberculosis pulmonar y sus formas diseminadas representan un gran problema de salud pública en esta región del centro de África.

La tuberculosis (TB) es una enfermedad infectocontagiosa causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis, que se transmite por las gotitas de aerosol expulsadas (al hablar, toser, estornudar) de una persona con la enfermedad activa a otra.

Generalmente, solo afecta a los pulmones, aunque en sus formas avanzadas puede llegar a invadir cualquier órgano y, entre las más letales, están las que afectan al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal).

Actualmente trabajo en Carnot, una subprefectura de Mambéré-Kadeï, República Centroafricana, en un proyecto de pediatría de VIH/SIDA-TB, iniciado en 2009 a causa de la alta morbimortalidad de estas enfermedades.

A más de diez años, la tuberculosis permanece con una gran incidencia y es uno de nuestros puntos focales a trabajar. Ofrecemos atención de primer y segundo nivel a niños y adultos en el hospital del distrito, donde nuestras principales tareas se enfocan en la prevención primaria: educación para la salud, detección de casos sospechosos, vacunación, consultas médicas y tratamiento farmacológico de forma ambulatoria, así como hospitalización para los casos complicados.

Tuberculosis
Josiane Wonzou, enfermera de MSF, atiende a una paciente en el Centre Hospitalier Universitaire Communautaire (MSF).

UNA REALIDAD SOMBRÍA

En todos los aspectos de su vida, las familias de Carnot afrontan una realidad sombría, en particular, debido a las condiciones económico-sociales del país, pues el acceso a los servicios de salud es complicadísimo. Por esto, la contribución de Médicos Sin Fronteras es medular en la región, ya que somos el único centro sanitario que atiende a la población pediátrica.

En el hospital trabajamos en conjunto con el Ministerio de Salud, que se ocupa de ciertos servicios para personas adultas como la cirugía, urgencias y maternidad. El equipo médico de MSF se encarga de la atención de medicina interna, así como de una clínica para el seguimiento de enfermedades crónicas.

De igual manera, tenemos tres centros de primer nivel en la periferia, donde gran parte de la ocupación hospitalaria son referencias de estos centros que necesitan más apoyo. Uno de los grandes retos que enfrentamos es la descentralización del tratamiento de las enfermedades cronicodegenerativas, incluida la tuberculosis, ya que supone uno de los principales motivos de abandono de tratamiento para los pacientes.

Luego, los desplazamientos en la zona son complicados por las condiciones de seguridad, por la falta de transporte e infraestructura, así como de recursos económicos. Por esto, perdemos de vista a muchos pacientes que son incluidos a priori en una cohorte de seguimiento.

LIMITANTES Y ESTIGMAS

Desafortunadamente, tiempo después regresan en un estado de salud crítico, y en muchas ocasiones el avance de las enfermedades es demasiado, por lo que solo podemos brindar cuidados paliativos.

Hace poco recibimos en urgencias a un adolescente de 14 años que fue a consulta por un cuadro de dificultad respiratoria, tos productiva, dolor lumbar y de miembros inferiores, pérdida de apetito, llevaba más de tres semanas con los síntomas.

Al observarlo destacaba el mal estado general que presentaba, su adelgazamiento y una deformación a nivel vertebral. Ya con esta observación clínica la situación te obliga a pensar en una tuberculosis diseminada, la cual fue confirmada por el paciente durante el interrogatorio. Nos comentó que había sido diagnosticado con tuberculosis pulmonar hace más de seis meses.

Había iniciado tratamiento y lo dejó antes de completarlo, ya que vivía en una comunidad a más de 100 kilómetros del hospital, por lo que le resultaba muy complicado acudir mensualmente por los medicamentos. Por conflictos familiares, tampoco contaba con el apoyo de sus padres.

Esta situación más los estigmas sociales dificultan la permanencia en el tratamiento, propician las formas de tuberculosis resistentes a los medicamentos convencionales e incrementan las complicaciones de la enfermedad. Este joven, que solo presentaba una afectación primaria (pulmonar) meses atrás, había vuelto con una presentación de tuberculosis más agresiva, a nivel osteoarticular, ya la enfermedad había invadido la columna vertebral.

Tuberculosis
La sindemia VIH/TB hace más compleja la adherencia al tratamiento, ya que para la tuberculosis la duración es de al menos cuatro meses: Sofía Ortiz. (MSF)

TUBERCULOSIS Y VIH

Así también, uno de los factores que impactan en la morbimortalidad de la tuberculosis es la asociación con los estados de inmunocompromiso en los adultos en su mayoría por el VIH y en los niños por la desnutrición.

La sindemia VIH/TB hace más compleja la adherencia al tratamiento, ya que para la tuberculosis la duración es de al menos cuatro meses, en su forma sensible es una asociación de cuatro medicamentos diferentes, y la del VIH es de por vida.

Asimismo, el diagnóstico de la enfermedad se vuelve más complicado, ya que las formas diseminadas son las de mayor prevalencia, lo que dificulta la toma de muestras para la confirmación biológica.

Regularmente, en los casos de tuberculosis pulmonar esta se puede hacer con exámenes paraclínicos, una radiografía de tórax o por detección bacteriológica de secreciones broncopulmonares. Sin embargo, para las formas extendidas de la enfermedad se requiere de recursos más complejos, los cuales no están disponibles en el proyecto.

Trabajar en el terreno con MSF ha sido una experiencia extraordinaria en todos los sentidos, desde lo más gratificante que la medicina me ha podido ofrecer hasta lo más desconcertante, por la severidad de los casos y por las limitaciones del medio rural.

Otra de las dificultades cotidianas es el idioma, pues la mayoría de la gente habla la lengua local, sango, y otra gran parte, variantes del árabe. No obstante, esta no ha sido una barrera gracias a que colaboramos con el personal nacional y nos apoyan con la interpretación.

UN ALIMENTO PARA EL ALMA

He atendido casos de familias musulmanas, en los que he necesitado de un segundo intérprete, ya que muchos de ellos solo hablan su lengua materna, entonces es imprescindible la traducción del árabe al sango y de éste al francés. Lamentablemente, a veces esto limita la relación médico-paciente-familia, aunque presenciarlo es lingüísticamente un éxtasis.

Definitivamente, ha sido una etapa muy enriquecedora, profesional y humana. Estar inmersa en un contexto sociocultural completamente diferente te hace ver la vida de una perspectiva diferente, de apreciar y agradecer cada momento, de la fragilidad de la misma, y del gran valor de la salud.

Personalmente, considero que la presencia de MSF es y ha sido de gran beneficio para la población de Carnot. La gente lo valora y lo retribuye de igual manera; su calidez y el agradecimiento genuino que nos brindan es la mejor retribución que podemos tener.

A pesar de las limitaciones y dificultades de trabajar en el terreno, de lo demandante que puede llegar a ser emocional, física y psicológicamente, ser testigo de la mejoría clínica y del impacto de MSF en la vida de los pacientes es una satisfacción inefable. Sin duda, un alimento para el alma que me motiva a seguir dando lo mejor de mí.

Espero que un día las fronteras políticas no sean un factor de injusticia social y que la gente pueda tener las mismas oportunidades de vida. N

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Sofía Ortiz Pacheco es médica general y pediatra mexicana de Médicos Sin Fronteras en Carnot, República Centroafricana.

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