Tu Sam, el hombre que sabía cómo controlar su cuerpo y hacer de ello un arte

A 22 años de la muerte de Tu Sam
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Solía repetir “La vida es una sugestión”, y así la transitaba Tu Sam. Mago, ilusionista, faquir, prestidigitador, fueron todas denominaciones que lo acompañaron alternadamente durante más de 50 años, pero que a él le gustaban hasta por ahí nomás. Quien había nacido como Juan José del Pozo en Villa Urquiza, en 1932 y murió un 27 de abril, hace ya 22 años, consideraba que ninguna de esas definiciones le hacía justicia, algunas por incompletas, otras por falaces.

En su nombre artístico estaba el resumen de su arte. Tu Sam provenía de la unión de las palabras: Técnica, Unción, Sabiduría, Amor y Mística. En ese acrónimo estaba la esencia del personaje, una construcción que completaba con una mirada profunda, una voz penetrante y una imagen de mago clásico y elegante a lo Mandrake. La creación se completaba con una puesta en escena que incluía la repetición sistemática de ciertas órdenes y palabras a modo de fijación del concepto como “Duro” o “Tú puedes”. Queda intencionalmente afuera la recordada “Puede fallar”, porque tiene historia propia.

“Estudié en la escuela Número 3 de Barracas con la intención de convertirme en ingeniero -explicaba el artista en una entrevista televisiva-. Desde muy chico tuve una predisposición natural para el dominio orgánico, facilidad que me permitía controlar mis órganos internos”.

Tu Sam aseguraba, como parte de la elaboración de su propio mito, que podía tener control total sobre el sistema nervioso, respirar con un solo pulmón (una de sus pruebas más recordadas consistía en acumular el humo de un cigarrillo en uno de sus pulmones y luego exhalarlo por completo de una sola vez), invertir los movimientos peristálticos y dominar a su antojo la presión sanguínea y los latidos del corazón.

Tu Sam, en una de las pruebas en las que emulaba a Houdini
Tu Sam, en una de las pruebas en las que emulaba a Houdini


Tu Sam, en una de las pruebas en las que emulaba a Houdini

La historia dice que a partir de los seis años había llegado a tal nivel de control que comenzó a ser estudiado por especialistas, colaborando más adelante como “conejillo de Indias” en diferentes investigaciones médicas. “Esos encuentros eran cada vez menos teóricos. Primero estaban los médicos, después se sumaron estudiantes y ya sobre el final venían a verme hasta sus familiares”.

Siendo ya un adolescente y a partir de estas experiencias, Tu Sam entendió que había un componente de show en sus habilidades, y decidió explotarlo. Comenzaba la década del 50 y su lugar natural fue el teatro. De a poco fue incorporando números de riesgo, mentalismo y la fascinación (o hipnotismo) de animales.

El joven artista insistía en diferenciarse de lo que se conocía como un “espectáculo de magia”, aun cuando sus proezas no distaban mucho de las de los ilusionistas de la época. Con el tiempo incluso llegó a recrear algunas pruebas de magos famosos como Harry Houdini, pero siempre aclarando que no se trataba de un truco sino del estudiado dominio de sus funciones vitales.

La llegada a la televisión

Luego de trajinar con su espectáculo por diferentes salas de Capital Federal y del interior del país, Tu Sam llegó a la televisión en la década del 60 de la mano de Antonio Carrizo. El programa iba por Canal 9, se llamaba Sábados continuados y había nacido para competir con los Sábados circulares de Pipo Mancera, que en esa época se emitía por el 13. La impronta de misterio, sumada al impacto de sus pruebas y al hecho de teñir todo de una pátina científica, redundaron en un éxito inmediato y permanente. Ya entonces Tu Sam era acompañado por su asistente Sulma, quien en realidad se llamaba María Teresa Calandra, y era también su esposa y más tarde madre de su hijo Leonardo.

De aquellas disputas sabatinas entre Carrizo y Tu Sam contra Pipo Mancera surgió una nueva versión sobre la afición a la magia de Mancera. El conductor contó que el ilusionismo había sido parte de su vida desde chico, y que una tarde viendo la película de Houdini decidió arriesgar la vida emulando al mago norteamericano en su programa. Sin embargo, otra historia asegura que el conductor tomó la decisión luego de ver que la competencia tenía a Tu Sam. Su idea fue derrotarlo en su mismo terreno, cosa que no sucedió.

En 1972, el mentalista debutó como conductor en el programa esotérico Los doce del signo. Para Tu Sam fue una oportunidad única, aún cuando la temática se alejaba de sus prácticas habituales. Y es que, en realidad, Los doce del signo había sido creado en torno a la figura del astrólogo Horangel -otro nombre nacido del acrónimo compuesto por su Horacio, su nombre de pila, y Ángela, el de su esposa). Tu Sam tomó la posta cuando Horangel dejó el proyecto para mudarse a canal 13 y conducir el menos recordado Juguemos al destino.

La televisión le permitió a Tu Sam cimentar su fama, consolidada por el teatro y por shows privados. Los desafíos a los que se sometía eran cada vez más riesgosos: ingerir elementos sólidos, recibir una absurda cantidad de voltios a través de su cuerpo, o bajar lo suficiente el ritmo cardíaco como para detener su respiración el tiempo necesario para permanecer indefinidamente bajo el agua.

El showman también desarrolló un exitoso método para dejar de fumar, que combinaba principios de sugestión e hipnosis. Así que a los espectáculos, que nunca duraban menos de dos horas, sumaba conferencias y clases.

“Nadie puede ser hipnotizado si no quiere -aclaraba-. No existe el hipnotismo sino la autohipnosis, el profesional es un ayudante, no es magia, es concentración asistida. La primera gran hipnotizadora es la madre cuando, frente al llanto de su hijo, lo sugestiona con la voz diciéndole que todo va a estar bien para que se olvide del dolor, y no haya más dolor. Somos mejores hipnotizadores cuando transmitimos con fuerza lo que queremos expresar”.

Un accidente que casi le provoca la muerte a su hijo

La segunda mitad de la década del 80 trajo como novedad la incorporación del hijo de Tu Sam y Sulma a las presentaciones. Aunque al principio hubo dudas sobre la necesidad de sumar a un adolescente como parte de un show de riesgo, Leonardo entrenaba con su padre desde los nueve años. Ya de chiquito había mostrado habilidades parecidas a su progenitor, y Tu Sam trabajó con él para que pudiera perfeccionarlas. Llegó a colocar en la pileta de su casa un sistema de sonido para poder guiarlo mientras Leonardo trabajaba bajo el agua en el control de su respiración.

En 1990, como cada semana, el mentalista se presentó en Finalísima, el programa de entretenimientos conducido por Leonardo Simmons. Pero Tu Sam sorprendió diciendo que esa noche sería su hijo el protagonista. El desafío consistía en meterse en un tanque lleno de agua, luego cerrado con candados. Las llaves se pondrían en una caja fuerte con temporizador que recién se abriría a los cinco minutos. La tarea de Leonardo no era escapar, sino aguantar la respiración todo ese tiempo.

La tensión en el estudio fue in crescendo cuando Tu Sam explicó que la única medida de seguridad que le daría a su hijo era un pequeño martillo, con el que cada 30 segundos debía dar un golpe al tanque para demostrar que se encontraba bien. Pero pasados los dos minutos, del interior del tanque no hubo un solo golpe, sino una sucesión desesperada. Una cortina negra evitó que los televidentes vieran el rescate. Tu Sam había fallado, y el error casi le costaba la vida a su único hijo.

Leonardo Del Pozo o Tusam
Leonardo Del Pozo o Tusam


Leonardo Del Pozo, hijo y heredero artístico de Tu Sam

El episodio fue comentado largamente en las siguientes semanas y meses, tanto que hasta hubo voces que se alzaron señalando una cuidada puesta en escena con fines promocionales. Con el tiempo, un mago norteamericano develó un truco similar y se reavivaron las dudas, pero para entonces el accidente ya se había convertido en leyenda. ¿Qué importa si era más o menos cierto?

“Puede fallar, yo siempre digo que puede fallar”

Aunque Tu Sam siempre explicaba que nada de lo que hacía era infalible, no fue él quien popularizó la frase “Puede fallar” (que todavía se utiliza) sino Jorge Guinzburg. En 1990, en pleno éxito de Peor es nada, el periodista sumó el sketch de un mentalista inescrupuloso al que todo le salía mal. Se llamaba, “Tru Chan” y justificaba sus fracasos diciendo: “Yo siempre digo que puede fallar”. Personaje y muletilla calaron hondo en la cultura popular.

Aunque al comienzo se instaló una rivalidad entre imitador e imitado, Tu Sam aclaró el tema en la mesa de Mirtha Legrand, en el que se recuerda como el programa más divertido en la historia de los almuerzos, gracias también a las intervenciones del trío Midachi y de Ricky Maravilla. “Perdón mi vanidad -dijo Tu Sam entonces-, pero para que salga un imitador uno debe merecerlo. Así que yo le agradezco que me haya tomado a mí, porque además me hace promoción. Lo único que me joroba mucho es que en la calle ya no me dicen ‘Tu Sam’ sino ‘Tru Chan’”.

El corolario de la “pelea” entre ambos fue un divertido enfrentamiento en Peor es nada, donde el artista incluso se animó a bromear sobre su pelo (se rumoreaba que lo había perdido luego de un experimento fallido), un tema tabú de entonces, que Guinzburg encaró con la transgresión de siempre.

Latinoamérica, Estados Unidos, Europa, Asia. Tu Sam llevó su talento y sus conferencias a más de 25 países. Incluso tenía cerrada su presentación en mayo de 1999 en el programa de David Letterman cuando un accidente automovilístico cerca de su casa en Olivos lo dejó postrado. Sufrió un desplazamiento de las vértebras lumbares que le impidió desde ese momento mover sus miembros inferiores.

El 25 de abril de 1999, a menos de un mes de la que podría haber sido su consagración en Estados Unidos, Tu Sam debió ser internado de urgencia con una crisis cardiovascular, y dos días después murió. “No soy ni prestidigitador ni mago porque sus habilidades consisten en engañar el entendimiento del espectador. No me considero un faquir porque ellos sacrifican el cuerpo, yo lo controlo”, dijo tantas veces intentando evitar los lugares comunes de la profesión. Porque Tu Sam se creó a sí mismo, dejando luego de su muerte una estela que solo su hijo pudo continuar. Como sucede con aquellos que entregan su vida al arte, aquellos que fueron y serán únicos.