Trump prácticamente bloquea a los refugiados mientras da rienda suelta a una diatriba en contra de los inmigrantes

Refugiados desplazados del campamento de Moria en un nuevo campamento para refugiados que se está construyendo en la isla griega de Lesbos, el 15 de septiembre de 2020. (Mauricio Lima/The New York Times)
Refugiados desplazados del campamento de Moria en un nuevo campamento para refugiados que se está construyendo en la isla griega de Lesbos, el 15 de septiembre de 2020. (Mauricio Lima/The New York Times)

WASHINGTON — El gobierno estadounidense anunció que para el próximo año iba a reducir aún más la admisión de refugiados —que de por sí está por los suelos— a niveles sin precedentes, mientras el presidente Donald Trump retomó sus temas antiinmigrantes en el mes de cierre de su campaña electoral.

El cambio en el número de refugiados que Trump planea admitir no es drástico: no más de 15.000 en el año fiscal que comenzó el jueves, cifra menor a los 18.000 del año fiscal 2020, un mínimo histórico. El número se asignó en una notificación enviada al Congreso la noche del miércoles, poco antes de que la fecha de vencimiento legal fijara el nuevo límite.

Ambas cifras son fracciones de los 110.000 lugares que aprobó el presidente Barack Obama en 2016. En esencia, la gran reducción de 2020 obstaculizó el camino para la gente perseguida que busca entrar al país y destruyó la reputación robusta que alguna vez tuvo Estados Unidos de ser un santuario para los oprimidos.

Sin embargo, la reducción es una señal de que Trump está dispuesto a llevar todavía más lejos sus políticas excluyentes de inmigración. El presidente la presentó al Congreso mientras, en la noche del miércoles, él estaba dando rienda suelta a una diatriba xenófoba en contra de uno de los refugiados más prominentes de la nación, la representante Ilhan Omar, durante un mitin en el estado natal de Omar, Minnesota.

En la notificación enviada al Congreso el miércoles, Trump también propuso negar la admisión a los refugiados de Somalia, Siria y Yemen, países de donde provienen muchos de los refugiados en años recientes, con excepciones de “los que han sido perseguidos o tienen un temor bien fundamentado de su persecución por causas religiosas”. El gobierno citó problemas de seguridad dentro de la región, aunque los refugiados no reciben la aprobación de entrada a Estados Unidos sino hasta que pasan minuciosos filtros de seguridad.

De conformidad con la ley, el presidente debe informar a finales de septiembre al Congreso la cantidad máxima de refugiados que tendrán permitida la entrada a Estados Unidos para el año siguiente. Trump y el arquitecto de sus políticas migratorias, Stephen Miller, han usado ese poder como parte de su ataque generalizado al sistema de inmigración legal del país.

Sin embargo, el presidente y sus asesores políticos también creen que el esfuerzo — exitoso en su mayor parte— de acordonar el país para la gente que busca asilo y los refugiados que huyen de la persecución, la guerra y la violencia es un tema ganador de campaña, que servirá para apuntalar la postura del presidente entre la base de sus simpatizantes antes de las elecciones del 3 de noviembre.

Pareciera que Trump considera a Omar como el mejor blanco de esa estrategia.

“Ella nos dice cómo dirigir nuestro país, ¿pueden creerlo?”, vociferó en su mitin en Duluth, Minnesota. “¿Cómo diablos la eligió Minnesota? ¿Qué demonios les pasa, no creen? ¿Qué demonios pasó?”.

Y ha intentado vincular las políticas liberales de Oman con su oponente, Biden, quien declaró que iba a volver a colocar el límite de refugiados en 125.000 si era elegido.

“Otro inmenso problema para Minnesota es la elección del plan de Joe Biden para saturar su estado con una avalancha histórica de refugiados”, mencionó el presidente.

“Un aumento del 700 por ciento, refugiados, que vienen de los lugares más peligrosos del mundo, entre ellos Yemen, Siria y su país favorito, Somalia, ¿no?”, opinó Trump después, frente a un coro de abucheos en un estado que tiene una de las poblaciones somalíes más grandes del país. Minneapolis es el hogar de unas 57.000 personas de ascendencia somalí.

“Biden convertirá Minnesota en un campo de refugiados”, aseguró Trump.

El límite de 15.000 es la última medida en uno de los objetivos centrales de Trump durante su primer periodo: cerrar Estados Unidos a los inmigrantes. El esfuerzo de mayor envergadura ha incluido la restricción a los viajes de países africanos y con una población mayoritariamente musulmana, así como el cierre de las fronteras por tierra de Estados Unidos para los migrantes que huyan de la persecución, aunque este año Naciones Unidas informó que la opresión y la guerra han desplazado a casi 80 millones de personas.

El límite, que en cierto momento los funcionarios del gobierno consideraron establecer en cero, de hecho podría sobreestimar la cantidad de refugiados que tendrán permitido reubicarse en Estados Unidos. Aunque la cifra de este año fue 18.000, hasta el 25 de septiembre, el gobierno les había dado la bienvenida a menos de 11.000 refugiados, y como consecuencia miles se quedaron varados en campamentos de todo el mundo.

En un comunicado, el Departamento de Estado, junto con los departamentos de Seguridad Nacional, y Salud y Servicios Humanos, justificaron los recortes al señalar que anticipaban recibir un estimado de 290.000 solicitudes de asilo este año.

No obstante, las vías para solicitar asilo y el estatus de refugiado son completamente distintas. Los refugiados en potencia ingresan su solicitud al programa en el extranjero, y los solicitantes enfrentan minuciosos filtros de seguridad antes de que les sea aprobado el ingreso a Estados Unidos. Las personas que buscan asilo lo piden cuando pisan el territorio estadounidense, y luego sus solicitudes deben serpentear por un sistema de tribunales de inmigración con una gran cantidad de casos pendientes.

Estados Unidos ha detenido totalmente el asilo durante la pandemia de coronavirus. El gobierno de Trump ha usado un estado de excepción de salud pública para regresar de inmediato a México o sus países de origen a la mayoría de los migrantes que crucen la frontera en busca de asilo, con lo cual elimina la oportunidad de buscar protección.

Trump también terminó con el sistema de reserva de espacios para África, el este de Asia, el sureste de Asia, Asia Central, Europa, Latinoamérica y el Caribe, y en cambio encontró lugar para 4000 iraquíes que trabajaron con el ejército de Estados Unidos, 1500 personas de Centroamérica y 5000 para gente que sea perseguida por su religión. Los 7500 lugares restantes fueron reservados para otras personas que busquen una reunificación familiar tras recibir el permiso de reubicación.

No obstante, incluso con cifras tan bajas, el gobierno no ocupó todos los lugares, de acuerdo con datos del Departamento de Estado. De las 4000 vacantes para los iraquíes que ayudaron al ejército, Estados Unidos tan solo les dio la bienvenida a 123.

“Siguen reduciendo mecanismos para migrar que normalmente serían considerados legales”, comentó David Lapan, un exvocero del Departamento de Seguridad Nacional durante el gobierno de Trump. “Dicen que quieren que la gente cumpla las reglas y se alinee con el sistema, solo que están haciendo todo lo posible por cambiar ese sistema”.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company