Trump a juicio: la inminente colisión legal y política

Steven Sadow, abogado del expresidente Donald Trump, en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, el 24 de agosto de 2023. (Doug Mills/The New York Times).
Steven Sadow, abogado del expresidente Donald Trump, en el Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta, el 24 de agosto de 2023. (Doug Mills/The New York Times).

En los próximos meses, a medida que el clima se calienta en Washington, algo extraordinario podría suceder en el tribunal federal de la ciudad: Donald Trump podría convertirse en el primer expresidente de la historia de Estados Unidos en asistir a un juicio como acusado penal.

El juicio, basado en acusaciones de que Trump conspiró para anular las elecciones de 2020, está programado para comenzar a inicios de marzo. Y, aunque la fecha podría cambiar, es probable que un jurado realice su labor de juzgar a Trump antes de las elecciones de 2024, tal vez incluso antes de que el Partido Republicano se reúna en Milwaukee en julio para su convención de nominación.

Trump es el favorito para la nominación republicana y enfrenta 91 cargos por delitos graves en cuatro casos distintos. Llevarlo a juicio antes de la convención o durante las elecciones generales podría provocar una serie de eventos que nunca se han visto en los anales del derecho y la política estadounidenses.

Es casi seguro que fusionaría el papel de Trump como acusado penal con su papel como candidato presidencial. Las escaleras del tribunal federal se transformarían todos los días en un sitio de mítines improvisados de campaña. Y pondría el caso legal y la contienda por la Casa Blanca en un curso de colisión directa, en el que cada uno sería, cada vez más, capaz de constituir al otro.

A lo largo de todo esto, lo más seguro es que Trump intente aprovechar los procedimientos judiciales, los cuales suelen ser sobrios, para influir en la opinión pública y obtener cualquier ventaja posible en una carrera presidencial como ninguna otra.

“No hay ningún precedente útil para esto —a nivel legal ni político— en la dimensión en que se quiera analizar”, opinó Chuck Rosenberg, exfiscal de Estados Unidos y funcionario del FBI. “La turbulencia es en particular peligrosa porque, si Trump es condenado, ha preparado el escenario para que una gran parte de la población rechace el veredicto del jurado. Como parte de eso, también está su llamado a las armas, por lo que su retórica supone otros peligros”.

Mercancía alusiva a los casos penales contra el expresidente Donald Trump a la venta en un acto de campaña en Waterloo, Iowa, el 7 de octubre de 2023. (Doug Mills/The New York Times).
Mercancía alusiva a los casos penales contra el expresidente Donald Trump a la venta en un acto de campaña en Waterloo, Iowa, el 7 de octubre de 2023. (Doug Mills/The New York Times).

Las expectativas en torno a cómo se desarrollaría un juicio contra Trump antes de las elecciones se basan en entrevistas con personas cercanas al expresidente. Trump ya ha intentado sacar provecho del caso de fraude que presentó el fiscal general de Nueva York en contra de él y su empresa. En ese caso, ahora en curso en un tribunal de Manhattan, Trump se ha presentado cuando no tenía que hacerlo y se ha dirigido a los reporteros en repetidas ocasiones.

En el juicio de Washington, lo más seguro es que haya una seguridad enorme, no solo por el estatus de expresidente que tiene Trump, sino también porque el evento podría convertirse en un detonante de conflicto. No ha habido violencia durante las diversas lecturas de cargos de Trump, cuando las fuerzas del orden temían lo peor.

No obstante, hay algunas variables en juego que podrían retrasar el juicio en Washington hasta después de las elecciones.

Los abogados de Trump planean apelar una decisión de la semana pasada que tomó la jueza Tanya Chutkan, quien preside el caso de las elecciones, para desmentir las afirmaciones radicales de Trump respecto a que goza de una inmunidad absoluta a partir del juicio político ya que este abarca acciones que realizó mientras era presidente. Esa apelación, sobre una cuestión que nunca se ha puesto a prueba del todo, podría llegar a la Corte Suprema, lo cual retrasaría más el caso, aunque los fiscales a final de cuentas ganen ese argumento.

Sin embargo, a pesar de esas tácticas para ganar tiempo, el equipo legal de Trump se está preparando con cautela para un juicio a finales de la primavera o principios del verano. Aunque es mucho más probable que los otros tres casos en los que Trump enfrenta a cargos se pospongan hasta después del día de las elecciones, el equipo del expresidente cree que Chutkan tiene la intención de seguir adelante con el procedimiento que ella está supervisando.

Trump ya ha convertido sus penurias legales en un mensaje de campaña que también le sirve como una herramienta lucrativa de recaudación de fondos en línea. No obstante, es probable que sus intentos por sacar provecho político de sus acusaciones y de utilizar sus procedimientos judiciales como plataforma para sus matrices de opinión sobre el victimismo y el agravio solo se intensifiquen si en realidad lo juzgan, en la capital del país, en medio del ciclo presidencial de 2024.

No hay ninguna evidencia de que el presidente Joe Biden se haya inmiscuido en alguna de las acusaciones contra Trump. Sin embargo, personas cercanas a Trump están planeando explotar la situación asegurándoles falsamente a los votantes que Biden es un líder “socialista” que busca encarcelar de inmediato a su rival político. Una de esas personas, quien no estaba autorizada para hablar en público, sugirió que este mensaje podría resonar con especial fuerza entre los votantes hispanos, algunos de los cuales tienen familiares que han sufrido bajo regímenes dictatoriales en Latinoamérica.

Cuando esté en el tribunal de Chutkan, es probable que Trump se comporte bastante bien, limitado por sus abogados y las normas federales del procedimiento penal. Es poco probable que diga mucho bajo la supervisión de Chutkan. Y su silencio dentro de la sala quizá parezca aún más silencioso debido al ruido que probablemente haga fuera de ella frente a las cámaras de televisión que sin duda lo esperarán todos los días.

Incluso ahora, Trump ha estado participando en un intercambio intenso de ataques diarios no solo contra el caso de las elecciones en Washington, sino también contra sus otros tres casos penales… así como su juicio civil por fraude en Manhattan.

Ha intentado confundir los cuatro casos en la mente del público como una gigantesca “cacería de brujas”, enyugándolos a investigaciones anteriores sobre él. Ha atacado a los jueces, fiscales y testigos involucrados en los casos, aprovechando los momentos en que se han levantado de manera temporal las órdenes de secreto de sumario en su contra. También ha montado un bombardeo publicitario constante, en el que se compara con Nelson Mandela y presenta las acusaciones en su contra como ataques en represalia por parte de sus oponentes políticos, incluido Biden.

Es probable que este tipo de giros y fuertes críticas solo aumenten cuando multitudes de periodistas esperen todos los días la salida de Trump del tribunal de Chutkan.

Los aliados de Trump esperan que celebre conferencias de prensa afuera del tribunal, con la intención de maximizar la cobertura mediática y con la esperanza de que las cámaras capten las salidas diarias de su caravana, probablemente hacia el aeropuerto para volar de regreso a Nueva York y poder dormir en su propia cama.

El juicio y la enorme publicidad que lo rodea también podrían ofrecerle a Trump una oportunidad inigualable para comunicarse con el público estadounidense sin que nadie ofrezca una refutación eficaz.

La orden de secreto sumario en Washington no impide que Trump ataque el juicio en general y el código ético de los fiscales federales les prohíbe hablar sobre un caso que está en proceso. Eso significa que es probable que el expresidente, quien no tiene reparos en mentir, sea la única persona directamente implicada en el proceso que hable del mismo a diario en televisión y redes sociales.

“La realidad de las leyes éticas, en la medida en que conciernen a los fiscales, es que Trump va a seguir teniendo una vía para despotricar contra la acusación y el juicio por todas las razones que ha dado en el pasado y dará en el futuro, en esencia sin filtro y sin límites… los fiscales no lo harán”, comentó Cyrus R. Vance Jr., el exfiscal del distrito de Manhattan cuya oficina pasó años investigando las finanzas y los acuerdos de negocios de Trump.

“Hay un desequilibrio significativo en la capacidad de los fiscales para comentar en tiempo real sobre las pruebas y el caso”.

La selección de los miembros del jurado será de una importancia fundamental, pues es probable que la mayor esperanza de Trump para evitar una condena dependa de un jurado en desacuerdo, según exfiscales y abogados defensores. Debido a la demografía de Washington D. C., es probable que el jurado tenga diversidad racial, pero no está claro cuánta diversidad política tenga.

En caso de ser declarado culpable, no está claro cuán pronto se condenaría a Trump. Lo más probable es que presente apelaciones. Y los detalles de cualquier sentencia —cuándo sería castigado y si se le enviaría a prisión o se le ordenaría cumplir arresto domiciliario— tendrían una enorme importancia y es probable que sean objeto de litigios intensos.

c.2023 The New York Times Company