Trump enfatiza la hipermasculinidad en su batalla con Harris por atraer el voto masculino

La candidata presidencial demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris, pronuncia un discurso frente a una imagen del candidato presidencial republicano, el expresidente Donald Trump, en una pantalla durante un acto de campaña, el lunes 14 de octubre de 2024, en Erie, Pensilvania. (AP Foto/Jacquelyn Martin)

Atención, hombres de Estados Unidos: Donald Trump y sus aliados quieren hacerles creer que su voto dice mucho sobre su masculinidad.

A pocas semanas de las elecciones del 5 de noviembre, el candidato republicano ha estado intensificando su discurso de hipermasculinidad y su apoyo a los roles de género tradicionales, un reflejo de una quirúrgica campaña alterna por atraer el voto masculino durante su contienda contra la aspirante demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris.

Pero mientras Harris despliega a sus “hermanos” que utilizan un lenguaje informal, e incluso algunas reprimendas ocasionales, para impulsar su apoyo, en particular entre los hombres de raza negra o hispana, el equipo de Trump se dirige a los votantes masculinos en términos de “macho alfa”, a menudo con groserías. Esto significa participaciones en podcasts, plataformas de videojuegos y junto a figuras que definen la masculinidad como un voto por el expresidente.

“Si eres hombre en este país y no votas por Donald Trump, entonces no eres hombre”, dijo el fundador de Turning Point USA, Charlie Kirk, en su podcast.

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Nada sutil. Pero la apretada contienda entre Trump y Harris destaca la importancia de atraer a pequeños grupos de votantes apáticos o indecisos en estados sin clara preferencia política, los cuales decidirán la elección. Así que al enfocarse en las políticas de género e identidad, ambos bandos buscan votos más allá de sus bases ideológicas.

“¿Están pensando en no votar o en apoyar a alguien que tiene antecedentes de denigrarlos, porque piensan que esa es una muestra de fortaleza, porque eso es lo que significa ser un hombre?”, preguntó el expresidente Barack Obama la semana pasada mientras reprendía a un grupo de hombres negros en Pensilvania, el estado de mayor población entre los que aún están indefinidos. “Eso es inaceptable”.

Los sondeos y el pasado cuentan la historia de la búsqueda del voto masculino por parte de los candidatos. Trump, quien tiene un largo historial de denigrar a las mujeres y hablar de sus cuerpos, ganó el voto masculino en 2016, cuando venció a la demócrata Hillary Clinton en 2016, y cuatro años más tarde, cuando perdió ante el presidente Joe Biden.

Este año, aparentemente los hombres se inclinan más hacia Trump y las mujeres hacia Harris, aunque el tamaño de esa brecha varía según las encuestas.

“No cedemos terreno alguno cuando se trata de buscar a los votantes que definirán esta elección”, dijo el portavoz de Harris, Seth Schuster. Añadió que, en tanto, “las únicas personas con las que Trump parece estar dispuesto a hablar son aquellas que lo hacen sentirse bien con él mismo, difícilmente una buena manera de atraer votantes, en especial a las mujeres hastiadas de su agenda tóxica”.

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El país sólo ha tenido presidentes hombres, quienes han sido presentados como figuras paternas, ejemplos a seguir y arquetipos de la masculinidad estadounidense. Entre sus filas hay héroes militares como George Washington y Dwight D. Eisenhower. Legisladores como Abraham Lincoln, Obama y Biden. Un oriundo del sur como Bill Clinton. Un actor convertido en gobernador, Ronald Reagan. Y miembros de grandes dinastías como John F. Kennedy y George W. Bush, un ranchero de Texas.

Y luego está Trump, un desarrollador de la ciudad de Nueva York y figura de televisión cuya carrera política ha logrado sobrevivir a un turbulento periodo como presidente, 34 declaraciones de culpabilidad por delitos graves, un jurado que lo encontró responsable de agresión sexual y a dos intentos de asesinato. Tras el primero de ellos en julio pasado, se levantó con el rostro ensangrentado y el puño en alto, gritando: “¡Luchen, luchen, luchen!”.

Ahora asume una postura paternal como parte de una estrategia que su campaña espera que pueda ayudarlo, no sólo entre los hombres, sino también entre las mujeres de los suburbios que no están convencidas de darle su apoyo. Desde hace tiempo, Trump ha lanzado ataques misóginos hacia las mujeres que están en su contra.

“Pienso que les agrado a las mujeres porque yo las protegeré”, dijo el viernes a sus simpatizantes en Aurora, Colorado, al hablar sobre inmigración ilegal. “Las mujeres quieren protección. No quieren que lleguen más personas como estas”.

La semana pasada, Trump se refirió al presentador radiofónico Howard Stern, cuya audiencia es principalmente masculina, como un “macho beta” en una publicación en su red social Truth Social. Recientemente insinuó que una manifestante en uno de sus eventos debería “regresar a casa con mamá” para “recibir una golpiza”.

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Trump a menudo habla en el escenario de cómo sus asesores le recomiendan algunos cambios para ser más atractivo al voto femenino, pero rechaza sus consejos.

Trump emplea una estrategia que se remonta a la décadas de 1960 y 1970, cuando los republicanos se dieron cuenta que calificar a sus adversarios como débiles y femeninos podría ganarles el apoyo de los hombres blancos de clase trabajadora, según Jackson Katz, autor y creador del filme “The Man Card: 50 Years of Gender, Power & the American Presidency”.

Al proyectar a Trump como un héroe masculino, su equipo de campaña ha elaborado una historia, dijo Katz.

“Es como una telenovela para hombres”, declaró.

En una serie de giros en la siempre presente política de brecha de género e identidad, las mujeres jóvenes se han vuelto más liberales, no así los hombres jóvenes. La mayoría de las mujeres hispanas ven a Harris con buenos ojos, pero los hombres de ascendencia latina tienen opiniones divididas sobre la vicepresidenta. Las alarmas se activaron entre las filas demócratas el fin de semana pasado debido a las preocupaciones por el apoyo de los hombres negros a Harris. Y algunos hombres jóvenes sienten un desafecto cultural en la época del MeToo y Black Lives Matter.

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En las últimas semanas de campaña, estas dinámicas podrían representar una oportunidad para ambos partidos mientras intentan atraer más apoyo en porciones diminutas del electorado que siguen sin elegir un bando.

“De hecho, parece que en esta campaña sí existe una batalla por definir la masculinidad”, dijo Jack Z. Bratich, profesor de ciencias de la comunicación en la Universidad Rutgers en un email a The Associated Press. Trump “se ha aprovechado de sus inseguridades y resentimientos para que se sientan empoderados por votar por él con el fin de restaurar el orden patriarcal”, señaló.

Harris ha presentado un plan para brindar más incentivos económicos y oportunidades de prosperar a los hombres de raza negra. El martes participará en un evento con Charlamagne tha God, un influyente presentador de radio. Y el candidato a la vicepresidencia Tim Walz, quien viene de cazar faisanes con un grupo de reporteros con los que habló de fútbol americano, presentó una campaña para mejorar la vida de los votantes en zonas rurales. Harris quiere que sepan que tiene una Glock.

Harris también anunció que saldrá de su zona de confort ideológico y dará su primera entrevista a Fox News. Eso fue suficiente para encender a Trump.

“Fox se ha vuelto muy débil con los demócratas”, escribió en su plataforma de redes sociales Truth Social. Por su parte, Trump también aparecerá en Fox News esta semana, durante un evento presentado exclusivamente por mujeres.

En una muestra de la importancia del voto masculino para la campaña de Harris, hay hombres que buscan convencer a otros hombres para que voten por ella. De ahí el nacimiento de eventos como “Hermanos por Harris, ”Hombres con Harris" y “Hombres negros haciendo equipo” en estados sin clara preferencia política.

“¿Qué demonios están esperando?”, preguntó el actor Sam Elliott en un anuncio para Lincoln Project, una organización anti-Trump. “Porque si es porque es mujer, ya va siendo hora de que lo superen”.

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Kellman informó desde Londres. La periodista de Associated Press Ali Swenson, en Nueva York, contribuyó a este despacho.