No es un tren de carga; es el muro fronterizo México-EEUU en Arizona

Un muro fronterizo improvisado hecho con contenedores que se extiende a través de varios kilómetros del Bosque Nacional Coronado en Arizona, el 7 de diciembre de 2022. (Ivan Pierre Aguirre/The New York Times)
Un muro fronterizo improvisado hecho con contenedores que se extiende a través de varios kilómetros del Bosque Nacional Coronado en Arizona, el 7 de diciembre de 2022. (Ivan Pierre Aguirre/The New York Times)

FRONTERA ESTADOS UNIDOS-MÉXICO, Arizona — Andy Wrenn no podía creer la cantidad de camiones. Todas las mañanas a partir de este otoño, una manada de “pick-ups” retumbaban al pasar por su hogar en las montañas Huachuca cerca de la frontera sur de Arizona, con una carga de contenedores destinada a una pradera poblada en su mayoría por pájaros cantores y venados.

Entonces, Wrenn manejó hasta la frontera y vio qué estaba pasando. Los contenedores de acero no transportaban nada en su interior (los contenedores eran la carga).

Cada contenedor vacío era un ladrillo de poco más de 4000 kilogramos en un muro fronterizo que se construye en terrenos federales por el gobernador republicano saliente, Doug Ducey. La barrera es un rechazo a las políticas fronterizas del presidente Joe Biden que han transformado un rincón tranquilo del Bosque Nacional Coronado en el campo de batalla más extraño del país por la inmigración y las tierras públicas.

Wrenn opinó: “Tener esta pila de chatarra ahí tirada es terrible”.

A medida que el muro creció hasta casi 6.5 kilómetros, grandes cantidades de manifestantes y residentes molestos llegaron para bloquear y evitar que continuaran los trabajos. Un alguacil demócrata en el condado contiguo amenazó con arrestar a los equipos de construcción y a sus guardias de seguridad si cruzaban a su territorio. Sin embargo, los líderes republicanos locales y algunos rancheros en el área apoyan la barrera y afirman que se sienten abandonados por el gobierno federal cuando se trata de garantizar la seguridad fronteriza.

El gobierno de Biden fue a la corte la semana pasada con la intención de derrumbar el muro de Ducey, al alegar que el gobernador no tenía el poder de replantear de manera unilateral tierras públicas administradas de forma federal. No hubo revisiones ambientales o audiencias públicas antes de que los equipos de trabajo comenzaran a ampliar los caminos, así como a retirar robles y enebros.

El secretario de Agricultura Tom Vilsack, cuya agencia supervisa los bosques nacionales, comentó que el muro de contenedores “no estaba autorizado y era ilícito” y que no desalentaría los cruces ilegales.

Un activista ambiental que se opone a un muro fronterizo improvisado hecho con contenedores acampa cerca del sitio de la construcción en el Bosque Nacional Coronado en Arizona, el 7 de diciembre de 2022. (Ivan Pierre Aguirre/The New York Times)
Un activista ambiental que se opone a un muro fronterizo improvisado hecho con contenedores acampa cerca del sitio de la construcción en el Bosque Nacional Coronado en Arizona, el 7 de diciembre de 2022. (Ivan Pierre Aguirre/The New York Times)

C. J. Karamargin, un vocero de Ducey, mencionó que el muro de contenedores había sido el mayor esfuerzo del gobernador de frenar una crisis de seguridad y humanitaria cada vez peor que los funcionarios en Washington habían fracasado en resolver.

Karamargin indicó: “Era necesario tomar acciones. El gobernador Ducey no planeaba sentarse y no hacer nada mientras la crisis fronteriza en Arizona se metastatiza”.

Los contenedores son la más reciente táctica atrapatitulares de parte de los gobernadores republicanos. Han respondido a lo que aseguran es una crisis de cruces ilegales y de crimen transfronterizo al enviar “fuerzas de ataque” a la frontera, enviar a migrantes en autobuses a Nueva York y mandar un avión lleno de migrantes a Martha’s Vineyard en Massachusetts.

Los funcionarios de migración han reportado una cifra récord de 2,4 millones de encuentros con migrantes a lo largo de la frontera sur durante un periodo de un año, un flujo de ingreso de personas que ha agotado los recursos en ciudades fronterizas y se ha vuelto un tema político controvertido para los republicanos. Las autoridades fronterizas se están preparando para todavía más llegadas en anticipación a la próxima expiración del Título 42, una política de la era pandémica que permitía la expulsión rápida de migrantes.

Los funcionarios fronterizos y la atención pública se han centrado en miles de migrantes que atraviesan caminando entre las aguas del río Grande en Texas o andando por brechas en el muro fronterizo afuera de la ciudad agrícola de Yuma, en Arizona. Muchos menos migrantes atraviesan las escarpadas montañas del Bosque Nacional Coronado, donde Ducey mandó construir el muro de contenedores de Arizona, aseveraron exfuncionarios de migración.

El número de encuentros registrados por agentes de la Patrulla Fronteriza en el sector más amplio de casi 420 kilómetros de la frontera en Tucson se ha elevado un 20 por ciento desde el año pasado, hasta alrededor de 23.000 en octubre. La agencia no proporcionó estadísticas de cruces de migrantes inmediatamente alrededor del muro de contenedores y rechazó hacer comentarios sobre el proyecto.

Ducey señaló que emprendió el proyecto financiado por los contribuyentes, que hasta el momento ha costado 82 millones de dólares, para proteger a Arizona de los traficantes de drogas y del crimen transfronterizo. A medida que se prepara para dejar el cargo a principios de enero, el muro representa un problema político de inicio para su sucesora demócrata, Katie Hobbs, quien ha criticado el muro improvisado y lo ha calificado como un desperdicio de dinero.

Los grupos de conservación afirman que el proyecto ha dañado una de las joyas naturales de Arizona (una de las cordilleras montañosas que componen las “islas del cielo”, un hábitat crucial para jaguares en peligro de extinción y grandes cantidades de aves migratorias). El Centro para la Diversidad Biológica, que ha estado registrando el impacto ambiental, indicó que los equipos de trabajo derribaron más de cien árboles, bloquearon dos docenas de vías fluviales estacionales y aplastaron lagartijas cuando usaron buldóceres en áreas verdes y arrastraron los contenedores a través del bosque.

Kate Scott, quien posee un rancho y santuario para las aves en el área poblada más cercana al muro, a una hora en auto por caminos irregulares, comentó: “El paisaje es muy hermoso, pero vienes y ves esto”.

Scott revisaba el muro de contenedores una mañana tras un fin de semana de lluvia constante. La tierra recién removida se había convertido en lodo y se estaban formando charcos en las separaciones entre algunos de los contenedores.

A la distancia, el muro luce como un tren de carga sin destino, una hilera de bloques Lego gigantes de colores rojo, azul y naranja que se derraman hacia el horizonte.

De cerca, es como estar parado en el cementerio de la cadena de suministro global. Los contenedores están apilados de dos en dos y tienen una altura de 5,5 metros, algunos de ellos están atados y se encuentran oxidados y perforados con agujeros. Otros están colocados en ángulos extraños y otros más tienen separaciones lo suficientemente grandes como para caminar a través de ellas.

El gobernador de Texas, Greg Abbott, un republicano, fue el primero en emplear contenedores de carga el año pasado, alineando hasta cerca de veinte cajas a lo largo del río Grande cerca de un puente entre la ciudad de Eagle Pass y México.

Arizona siguió sus pasos en agosto, después de que la legislatura estatal en manos de los republicanos presupuestó 335 millones de dólares para un muro fronterizo, pues argumentó que si Biden no terminaba el muro fronterizo del expresidente Donald Trump, Arizona construiría uno propio.

Firmó un contrato con AshBritt, un contratista de reparación de desastres con sede en Florida que ha ganado cientos de miles de dólares en contribuciones políticas, incluyendo una contribución de 500.000 dólares a un comité de acción política pro-Trump en 2018 que generó escrutinio de parte de reguladores federales. La compañía no respondió a un mensaje telefónico.

Al principio, el estado usó los contenedores para tapar separaciones entre las secciones de la cerca fronteriza en corredores de tránsito abundante de migrantes (reportes de noticias muestran que una sección colapsó de inmediato).

En octubre, grupos de conservación y residentes cerca de la comunidad diminuta de Elgin, en el sureste de Arizona, comenzaron a notar camiones que avanzaban a través de caminos de terracería serpenteantes que conducían con dirección a la frontera.

El plan estatal era construir 16 kilómetros de muro de contenedores en el condado de Cochise, un área en general conservadora donde los supervisores del condado han votado para rechazar dinero de apoyo a los efectos de la COVID-19 y por poco no certifican los resultados de la elección de noviembre pasado.

Ducey demandó de manera preventiva al gobierno de Biden en octubre, al afirmar que Arizona tenía la autoridad de construir el muro a lo largo de una franja de tierra de poco más de 18 metros de ancho a lo largo de la frontera llamada la “Reservación Roosevelt”. En 1907, el entonces presidente Theodore Roosevelt ordenó que la tierra justo al lado de la frontera de California, Nuevo México y Arizona se mantuviera libre de obstrucciones como una manera de preventir el contrabando.

Washington señaló que Arizona, en esencia, invadía tierras federales, pero durante semanas funcionarios federales no hicieron nada para detener la construcción, lo que hizo crecer la frustración de los vecinos y activistas ambientales.

Poco después del Día de Acción de Gracias, grupos ambientales decidieron detener el muro por su cuenta. Calcularon: si a los equipos de Ducey no se les permitía estar en los bosques en la primera instancia, no tenían poder legal para evitar las acciones de los manifestantes.

Un juego tenso del gato y el ratón se desarrolló en el bosque. Un día, Erick Meza de Sierra Club contó que se puso frente a un camión que cargaba un contenedor. Otra tarde, manifestantes celebraron y se fueron a casa después de detener el trabajo en el muro, para luego regresar a la mañana siguiente y darse cuenta de que los equipos habían añadido otros cuarenta contenedores durante la noche.

No obstante, después de que los inconformes empezaron a acampar, mientras jugaban Uno, futbol y comían “muffins” de mezquite para pasar el tiempo, los trabajos se detuvieron por completo. La demanda del gobierno de Biden llevó a la nueva construcción a un alto formal la semana pasada.

Ahora, más de 800 contenedores yacen huérfanos en la frontera, soldados con placas de acero y protegidos con alambre de concertina.

Hobbs, quien recibió ataques de los republicanos durante la campaña por tener una política débil en seguridad fronteriza, no ha mencionado si retirará el muro, lo mantendrá o dejará que lentamente sea presa de la oxidación o el derribo durante las tormentas de monzón de Arizona y el abrasador calor del verano. Grupos de conservación indicaron que porciones de los contenedores que se ubican hacia arriba y abajo de colinas erosionadas ya lucen inestables.

No obstante, los republicanos en el área ahora exhortan a Hobbs a mantener el muro, aducen que incluso una barrera simbólica es mejor que nada.

Mark Dannels, el alguacil del condado de Cochise, un republicano, quien ha hecho llamados a restricciones fronterizas más estrictas y señaló que sus agentes han hecho 1400 arrestos este año relacionados de alguna manera con la frontera, declaró: “Las barreras físicas funcionan. Nos sentimos olvidados por nuestro gobierno federal. Recibo con gusto cualquier cosa que vaya a preservar la seguridad pública”.

Hizo una solicitud.

Dannels explicó: “He solicitado al estado que los pinte. No queremos que nuestros desiertos se vean feos”.

© 2022 The New York Times Company

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