La sencilla trampa que podría acabar con el Zika

La solución a los más graves problemas de salud en ocasiones se encuentra en objetos desdeñados. Cuando los ensayos científicos para obtener la cura a una enfermedad tardan años, siempre a la sombra de un fracaso posible, simples invenciones pueden reducir los perjuicios.

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Los neumáticos podrían dejar de ser un refugio seguro para la reproducción del Aedes aegypti (Agência Brasília).

Un equipo de investigadores de Canadá y México ha puesto a prueba una de estas ingeniosas soluciones para combatir la epidemia del Zika. Y no se trata de un golpe de suerte. Detrás de la trampa que podría disminuir dramáticamente las poblaciones del mosquito Aedes aegypti en regiones vulnerables de América Latina y allende, hay décadas de estudio de este insecto y otros transmisores de enfermedades.

Neumáticos exterminadores

La ovillanta utiliza dos secciones de neumáticos reciclados de automóvil. La elección del material dista de ser casual: alrededor de un tercio de los Aedes aegypti eligen el agua acumulada en viejos cauchos para reproducirse.

Por otra parte, como ha señalado a la prensa el jefe del equipo de investigadores, Gerardo Ulibarri, poner en práctica el invento requiere apenas la quinta parte de la inversión en pesticidas para eliminar mosquitos adultos y un tercio de la necesaria para erradicarlos en reservas naturales de agua.

El uso de neumáticos de segunda mano, un bien abundante y barato, tiene también un impacto favorable sobre el ambiente. Se estima que más de 1.500 millones de gomas para autos se producen cada año en el mundo. Solo en Estados Unidos unas 300 millones terminan en la basura.

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La industria de neumáticos genera un volumen enorme de desechos cada año (BLMIdaho - Flickr)

Dentro de la ovillanta, una solución a base de leche, mantiene a flote una banda de papel o madera, sobre la cual las hembras del mosquito depositan los huevos. Dos veces por semana esos “nidos” se recolectan y después de un análisis son destruidos. El líquido, cargado de feromonas, retorna al recipiente para continuar atrayendo a los insectos.

Un experimento realizado en el poblado guatemalteco de Sayaxché resultó en la destrucción de más de 18.000 huevos de Aedes aegypti cada mes. Durante los 10 meses que duró el ensayo, el número de casos de dengue cayó a cero.

La ovillanta podría instalarse en áreas afectadas por el Zika, que se transmite mediante la picada del Aedes. La invención mexicano-canadiense ha demostrado una efectividad mayor a otros métodos tradicionales de erradicación. Si futuros estudios en otras zonas confirman su eficacia, las autoridades de salud tendrían a su disposición un arma barata y sostenible para enfrentar esa epidemia y otros brotes de enfermedades tropicales.

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El Aedes aegytpi transmite, además, el dengue, la fiebre amarilla y el chikungunya (USDA)

La ciencia contra el Zika

La abrupta emergencia del Zika despertó el interés de la comunidad científica, que durante 60 años había casi ignorado ese virus de origen africano. Los renovados esfuerzos por conocer la enfermedad ocupan a expertos de países como Canadá, donde no existen poblaciones de Aedes aegytpi. El dañino insecto no resiste las condiciones del invierno en esas septentrionales latitudes.

Un equipo de la Universidad de Brock, en Ontario, explora la posibilidad de que poblaciones locales de insectos sean capaces de transmitir el Zika. Con el cambio climático las regiones cercanas a Estados Unidos, de clima más cálido, podrían caer bajo el radio de acción de especies transmisoras de enfermedades hasta ahora extrañas, salvo cuando las introduce un viajero proveniente del Sur.

Con el arribo de la primavera, las autoridades estadounidenses también han empezado a prestar más atención al Zika. El presidente Barack Obama ha solicitado al Congreso un presupuesto adicional de 1.900 millones de dólares para enfrentar la enfermedad. El debate arreció luego de que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) confirmaron la relación entre ese padecimiento y los casos de microcefalia en Brasil.

Otro grupo de científicos de universidades estadounidenses, reunidos en el Aedes Genome Working Group, está tratando de rehacer el genoma del Aedes aegypti, originalmente secuenciado en 2007. Pero las imperfecciones de aquel mapa genético limitaron su uso posterior. Con los avances tecnológicos en el campo de la genética los especialistas esperan ahora obtener un retrato más preciso. Para ello necesitarán una inyección de fondos, que quizás llegue de Washington.

Uno de los posibles usos de esta información sería ejecutar alteraciones genéticas en los mosquitos. Esos cambios, introducidos en algunos individuos de la especie, provocarían, por ejemplo, la pérdida de fertilidad y en consecuencia la desaparición de poblaciones de insectos dañinos a la salud humana.