Tragedia en Estados Unidos: incrédula y perpleja, la gente de Baltimore intenta imaginar su vida sin un puente que era parte de su día a día
BALTIMORE.- Carrie Johnson, de 46 años, miraba por la ventana de la cocina de su casa y veía el puente Francis Scott Key en el horizonte. Ahora no hay nada. Durante casi medio siglo, el puente fue parte de la vida diaria de la gente de Baltimore, y en Stoney Beach, un barrio en la costa de la bahía frente a la ciudad, la imagen de fondo que decoraba el cielo. Una presencia imponente, constante, y un testimonio del ingenio y el empuje de Estados Unidos. Ahora, quedó totalmente destruido.
“Es muy extraño, simplemente mirar hacia allá y que no esté ahí”, dice Johnson a LA NACION, parada en el jardín del barrio frente a la rambla que recorre la costa.
A lo lejos, lo que queda del puente descansa sobre la cubierta del carguero Dali, que chocó en la madrugada contra uno de los pilares del puente luego de que una falla eléctrica hizo que la tripulación perdiera el control del buque. Todavía sale humo por la chimenea del barco. Johnson estaba durmiendo con su novio, que se despertó porque “escuchó una explosión”. Se levantó, miró por la ventana, no vio nada, y ambos siguieron durmiendo. Un par de horas después, volvieron a despertarse.
“Escuchamos toda la conmoción, el tráfico aéreo, los helicópteros y todo había cambiado. Era un ruido diferente, y nos despertó. Salimos, eran como las 4.30, y se podía ver claramente que el puente había desaparecido. No había luces, nada, y ya sabes, muchos helicópteros, muchas luces parpadeantes, muchas luces rojas y azules”, recopila. “Estoy asombrada de que era parte de la silueta del horizonte, y ya no está”, dice, sin despegar la mirada de lo que queda del puente.
La gente del barrio va y viene por la rambla que recorre la costa, apuntan hacia el barco, miran perplejos, incrédulos ante la repentina desaparición de algo tan estático, tan firme y majestuoso como un puente de cemento y acero que hacía apenas unos días había cumplido 47 años. Para muchísima gente, el puente ha estado toda su vida. Ya no. Y con su partida, también cambiará su vida.
El puente era parte de la ruta interestatal 695, una arteria crítica de Baltimore, para la ciudad, y también para la economía. El puente era una vía de entrada y salida del puerto de Baltimore, que mueve alrededor del 4% del comercio en la costa este, y es el principal puerto para autos, camiones livianos, maquinaria agrícola y materiales de construcción, como yeso. El presidente Joe Biden prometió en un discurso en la Casa Blanca reconstruir el puente “tan rápido como sea humanamente posible”.
Omolade, una inmigrante de Nigeria que trabaja manejando su auto como chofer de Uber, cuenta a LA NACION que cruzaba el puente al menos cuatro veces al día, usualmente para llevar trabajadores a un almacén de Amazon del otro lado de la bahía.
“Salgo a la calle a eso de las cuatro de la madrugada y normalmente busco a los trabajadores de Amazon y atravieso ese puente para llegar al otro lado de la planta. Así que normalmente soy yo quien los recoge y los deja, y después llevo a alguien de allí a otro lado”, relata. “Hay otras rutas, es cierto, pero cuando uso el puente y uso otras rutas, las otras rutas son significativamente más largas. Por eso digo que el puente es importante. Sí, es muy importante”, remarca.
“Tenías dos opciones para salir de acá. Una es por adentro, más lento, o por el puente. Quiero decir, eso es importante. Es una entrada y salida única del puerto. Eso es un problema ahora”, agregó.
Danny, de 28 años, escuchó sobre el desastre apenas se levantó y prendió la tele para ver las noticias en CNN. Lo primero que pensó fue si había autos sobre el puente, y qué había pasado con ellos. Agarró unos binoculares, salió de su departamento y se subió a ese auto para ir a ver el accidente. Llegó hasta Stoney Beach luego de probar en otros lugares. “Es lo más cerca que pude llegar. Está todo bloqueado”, dice.
Danny vive en Boulder, Colorado, y volvió a Baltimore, donde vive su familia, por un trabajo temporal de tres meses. Cuando vivía en la ciudad, usaba el puente muy seguido para ir a ver a su familia que vivía en el centro. Como otros vecinos, da los números de las autopistas cuando habla de las rutas posibles, “95″, “895″ o “695″.
“Acabo de regresar a la ciudad por trabajo, así que solo estoy aquí por un par de meses, y no lo había usado, pero recuerdo que solía viajar por ahí todos los días. O no todos los días. Tenía familia en el centro, así que usaba la 895 o la 695 para entrar”, explica. “La gente de Maryland lo usaba todos los días. Era una gran, gran parte de la ciudad. Ciertamente hay formas de evitarlo, pero te llevará más tiempo. Quiero decir, no puedo imaginar cómo afectará esto al tráfico, pero lo afectará, eso es seguro”, pronostica.
Candance Cook está clavada sobre el pasto mirando al carguero Dali, y lo que queda del puente. Vivió varios años en una de las casas del barrio que están sobre la rambla. Nostálgica, habla de las tardes que pasaron en la terraza de su casa mirando hacia el puente, y al agua.
“Era definitivamente una vista arquitectónica”, dice sobre el desaparecido puente. “Tengo muchas fotos de mi esposo y yo, nos gustaba navegar y tengo muchas fotografías de nosotros navegando, fotografías debajo del puente, y también varias buenas fotografías del puente”, dice. “Y no pude encontrarlo hoy. Es desgarrador”, cierra.