“Queremos trabajar”: cientos de migrantes se instalan alrededor de la Comar, en la colonia Juárez

FOTOS: Ernesto Núñez Albarrán
FOTOS: Ernesto Núñez Albarrán

Jean Paul, un migrante haitiano de 51 años, ha decidido quedarse a vivir en México y, para ello, ha iniciado un trámite ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) que le permita rehacer su vida en este país.

Hace meses, tomó un vuelo de Haití a Chile y, desde el cono sur, emprendió una travesía de 19 días por Perú, Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Guatemala y México; un trayecto de más de 7 mil kilómetros hecho en autobús y en largas caminatas.

“Desde hace mucho tiempo la situación de Haití está muy mal, no hay presidente, no hay trabajo, no hay ley; en las calles hay muchos delincuentes; es un caos”, comenta.

A su lado, Mariétté Fonrose, una mujer de 43 años, asiente conforme Jean Paul avanza en su relato.

Ella tiene una hija, y prefirió llevarla consigo cuando decidió migrar, que dejarla en un país que ya no les ofrece nada.

Jean Paul y Matiétté son solo dos de los 300 migrantes que desde hace un mes acampan en los alrededores de la Comar, en la colonia Juárez de la Ciudad de México.

La presencia de migrantes, principalmente haitianos, ha aumentado en el último mes, modificando el entorno y convirtiendo a la Plaza Giordano Bruno —aledaña al Museo de Cera, en la calle Londres— en un campamento con casas de campaña, baños portátiles, cocinas improvisadas y un módulo portátil de atención a cargo del gobierno de la ciudad.

En dos mesas, bajo una carpa, personal de la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social (Sibiso) de la CDMX levanta un censo de las personas que habitan la plaza; funcionarios brindan información sobre sus trámites, ofrecen alimentos, agua, servicio médico, e invitan a los migrantes a trasladarse a un albergue instalado hace 15 días en la alcaldía Tláhuac.

Lee: México da 2,320 tarjetas por razones humanitarias a migrantes que acampan en CDMX

En la plaza, bajo una estatua del filósofo muerto en la hoguera de la Inquisición en el año 1600, las casas de campaña forman un mosaico multicolor, con pasillos por donde corren niñas y niños en pañales. 

En las jardineras, se encienden anafres para preparar cazuelas de arroz, frijoles y retazos de pollo. Se improvisan lavaderos en los bordes de las bancas de cemento y de los árboles se cuelgan tendederos para la ropa. 

En un costado, un grupo de hombres hace fila para pasar con el peluquero: un hombre flaco y risueño que parece conocer a todos los que han pasado por ahí en los últimos 20 días, desde que se instaló el campamento.

Justo al centro de la Plaza Giordano Bruno, un muro pintado de morado proyecta una sombra generosa bajo la cual reposan unos niños. En la barda puede leerse la frase “El amor es el vínculo de los vínculos”, que inmortalizó al filósofo italiano.

En los alrededores de la plaza, otros haitianos han instalado casas de campaña en banquetas y en entradas de edificios de las calles Versalles, Roma, Lucerna y Lisboa. En las escalinatas de un local del Sindicato de Electricistas, por ejemplo, hay tres casas de campaña donde un grupo de hombres se refugia del sol.

En la calle Versalles número 49, una gran manta cubre la fachada de la Comar, donde un grupo de policías monta una guardia detrás de vallas metálicas.

Ese edificio explica por qué, desde el 1 de marzo, cientos de personas migrantes deambulan por la zona, mezcladas con turistas, empleados de las muchas oficinas que hay por ahí, vecinos y comerciantes.

Nadia Troncoso, directora ejecutiva del Instituto de Atención a Poblaciones Prioritarias de la Sibiso, explica que la caravana que en este mes ha hecho parada aquí se distingue de caravanas anteriores por la diversidad de demandas.

Aunque la mayoría de quienes la integran busca un permiso del Instituto Nacional de Migración (INM) para poder recorrer el país hasta llegar a la frontera norte y tratar de llegar a Estados Unidos, otros quieren quedarse en México en calidad de refugiados.

Según sus registros, en estos días se ha atendido a personas de Afganistán, Angola, Brasil, Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Nigeria, El Congo, República Dominicana y Venezuela. 

Pero el grupo más grande, asentado en la Plaza Giordano Bruno, proviene de Haití.

“El 70% quiere llegar al norte; ellos quieren un documento de Migración que lo emiten autoridades federales y que, en este momento, está en trámite; algunos de ellos ya hicieron este trámite para seguir su camino. Por otro lado, el otro 30% quiere un documento de refugio; ese lo da Comar y tarda más tiempo, porque implica hacer entrevistas y revisar la situación de cada persona”, explica la funcionaria.

Esta situación ha obligado al gobierno de la ciudad a ampliar la atención a las personas migrantes, no solo en el sitio, sino abriendo un albergue en Tláhuac, donde hasta el momento han sido atendidas casi mil 300 personas.

El pasado 29 de marzo, por ejemplo, llegaron al lugar autobuses de la RTP para trasladar a quienes accedieron a ir al albergue, donde también hay módulos, tanto del INM como de la Comar, para realizar los trámites.

El albergue ofrece pernocta, alimentación, atención médica y odontológica, posibilidad de bañarse, atención a mujeres embarazadas que han viajado durante semanas, orientación en los trámites e incluso actividades lúdicas para las decenas de niños y niñas que acompañan a sus padres.

Sin embargo, los migrantes ven el albergue como un espacio temporal de descanso, y deciden regresar a la colonia Juárez, para estar atentos de su trámite ante la Comar.

“De 15 días para acá, desde que tenemos el albergue en alcaldía Tláhuac, hemos atendido a mil 300 personas que estuvieron entre 15 días, un mes”, comenta Nadia Troncoso. 

La funcionaria informa que el gobierno de la ciudad está generando políticas para atender a las personas que buscan el estatus de refugiado, para poderles ofrecer trabajo y vivienda.

Mientras ello ocurre, el campamento de la Plaza Giordano Bruno comienza a generar tensiones con vecinos y comerciantes, quienes han pedido a las autoridades federales y locales que resuelvan ya la situación de las personas migrantes.

“Resulta urgente habilitar espacios de atención más allá del edificio de la Comar, para que los trámites de migración se realicen en distintos puntos de la ciudad, a fin de evitar la concentración masiva de migrantes donde hoy están. Creemos que en el corto o mediano plazo la alternativa más viable será reubicar la Comar”, pidieron los vecinos y comerciantes en una carta dirigida al secretario de Gobernación, Adán Augusto López; al titular de la Comar, Andrés Ramírez; al titular del INM, Francisco Garduño, y a la jefa de gobierno de la ciudad, Claudia Sheinbaum.

Ayer, Viernes Santo, las autoridades calculaban la presencia de unas 300 personas en la plaza y en las tres calles que la separan de la Comar.

Hasta ahí, llegan vendedores ambulantes que les ofrecen refresco, hielo, carbón, frituras, cigarros y cerveza, y vagabundos atraídos por los servicios que ahí se prestan: baño, agua y comida.

Pero también llegan los buenos samaritanos.

Ayer, una señora vestida de morado perteneciente a una congregación religiosa llegó pidiendo ayuda de cinco hombres para cargar cajas de agua, y de tres mujeres para organizar la fila en medio del campamento.

Rápidamente, decenas de personas se arremolinaron a su alrededor para hacerse de una de las botellas de agua fresca y un sobre de Tang que les llevó su benefactora.

En otro punto de la plaza, dos mujeres de la Iglesia de la Luz del Mundo llegaron con pulseras blancas y un folleto para invitar a los migrantes a pasar “una mañana inolvidable” este Sábado de Gloria.

Según el folleto que dejaron en sus manos, les ofrecerán baño caliente, cambio de ropa, corte de cabello, manicura, chequeo de presión y desayuno, en el local de Unisocial de avenida Revolución, colonia Tacubaya.

Gestos que ayudan a los migrantes a pasar un buen momento, aliviar su situación inmediata, pero que no resuelven su problema.

Vilandieu, un hombre joven que acampa en la plaza con su mujer y dos hijos, explica que no están ahí para que les regalen agua o alimentos.

“Gracias a dios yo tengo muchas fuerzas para trabajar; lo que queremos es un permiso para trabajar”, afirma.

El próximo lunes, las autoridades del gobierno de la ciudad llegarán a las 6:00 de la mañana con otros camiones, para tratar de trasladar a las personas migrantes al albergue de Tláhuac y otros sitios de refugio. 

Ese mismo día, se espera que la Comar vuelva a abrir sus puertas para reanudar los trámites de quienes, este fin de semana, seguirán en la plaza y deambulando en las calles de la colonia Juárez.