Dos trágicos accidentes náuticos en los Cayos, dos cargos muy diferentes. FWC niega trato especial
Ambas embarcaciones iban repletas de pasajeros. Ambas chocaron a gran velocidad contra las balizas fijas del canal. En ambas colisiones murió una persona y otras resultaron heridas. Y ambas fueron investigadas por funcionarios de la Comisión de Conservación de la Pesca y la Vida Silvestre de la Florida (FWC).
Dos devastadores accidentes náuticos, con más de un año y 100 millas de diferencia en el sur de la Florida, comparten similitudes convincentes. Pero las investigaciones resultantes produjeron acusaciones penales radicalmente diferentes.
Un mecánico de barcos de Cayo Hueso llamado Daniel Ross, al volante en una colisión nocturna en octubre en la que murió una mujer de 46 años, enfrenta ahora un cargo de homicidio que pudiera ponerle tras las rejas por 15 años. En el otro caso, un terrible accidente ocurrido en 2022 cerca del exclusivo Ocean Reef Club que dejó una adolescente muerta y otra gravemente herida, el destacado agente inmobiliario de Miami George Pino se declaró inocente de dos delitos menores. La pena máxima, en caso de condena, es de 60 días.
La acusación de delito grave presentada a principios de este mes contra Ross suscitó nuevas dudas sobre la gestión por parte de la FWC del caso de Pino y de las investigaciones de accidentes náuticos, incluida la diligencia de los agentes a la hora de buscar el factor potencialmente crítico del alcohol.
A ninguno de los dos se le practicó en el lugar del accidente la prueba de alcoholemia, que pudiera respaldar, o descartar, otros cargos por conducir bajo los efectos del alcohol. Ross proporcionó sangre más tarde en un hospital pero, según una fuente policial, la prueba fue un mal trabajo. Pino simplemente se negó a someterse a las pruebas de alcoholemia y de sangre después de que su embarcación chocara contra una baliza bien al sur de la bahía de Biscayne, no lejos de Ocean Reef, matando a Luciana “Lucy” Fernández, de 17 años, e hiriendo a otras 10 personas, entre ellas Katerina Puig, que ahora tiene 19 años y sigue discapacitada permanentemente.
Los padres de Fernández, Andrés y Melissa Fernández, emitieron una declaración al Miami Herald diciendo que la acusación de delito grave de Cayo Hueso solo intensificó su ira por lo que consideran un trato blando de las autoridades policiales a Pino, un hombre de negocios rico y bien conectado. Incluso sin las pruebas de DUI, la FWC y los fiscales del Condado Monroe acordaron acusar a Ross de un delito que conlleva la posibilidad de un tiempo en prisión significativo.
“Enterarnos de este caso..., una vez más, pone en tela de juicio la investigación realizada por la FWC, así como las conclusiones a las que llegó la fiscalía de [la fiscal estatal del Condado Miami-Dade] Katherine Fernández-Rundle con respecto al absurdo accidente de navegación que cobró la vida de nuestra hija adolescente, Lucy”.
Ira Leesfield, un abogado de Miami especializado en derecho náutico civil, dijo que le parecía inusual que Pino no fuera presionado por los investigadores para presentar una muestra de sangre tras un accidente tan grave. Pero dijo que no es raro que los agentes individuales tomen decisiones diferentes en el caos de las escenas de accidentes náuticos, decisiones que pueden terminar haciendo o deshaciendo casos criminales.
“Siento decirle que va a encontrar incoherencias por parte de las fuerzas del orden”, dijo Leesfield. “Creo que las palabras aleatorio, arbitrario o incoherente pueden aplicarse a algo de esto, siento decírselo”.
El liderazgo de la FWC, encargada de investigar la gran mayoría de los accidentes de embarcaciones en todo el estado, ha negado repetidamente cualquier trato preferente a Pino y ha defendido a sus agentes y la investigación, insistiendo en que la ley limita la capacidad de los agentes para exigir pruebas de DUI.
Rob Klepper, portavoz de la FWC, también se opuso a cualquier intento de interpretar la gravedad de los cargos en los dos casos.
Cada accidente náutico es único y no se puede comparar uno con otro”, dijo en una entrevista con el Miami Herald. “No se pueden comparar los accidentes náuticos”.
Una historia de dos accidentes
En la Florida, los accidentes náuticos son comunes. Con cerca de un millón de embarcaciones registradas, el estado suele estar a la cabeza del país tanto en accidentes como en muertes: 723 y 63 respectivamente en 2002, según el más reciente informe anual de accidentes de la FWC. El Condado Monroe, que abarca los cayos de la Florida. Miami-Dade suelen encabezar la lista de la Florida.
Golpear un objeto fijo, como un indicador de canal en aguas abiertas, es también sorprendentemente común, la segunda causa de accidente más frecuente tanto en Miami-Dade como en Monroe, según los datos de la FWC, justo detrás de las colisiones con otras embarcaciones.
Pero hubo algunas diferencias clave en los dos accidentes mortales del sur de la Florida, una de ellas literalmente la noche y el día.
Según un informe final de la FWC publicado este mes, Ross, de 53 años, y una tripulación de seis personas regresaban en la oscuridad de un funeral en un banco de arena a bordo de su Ranger de 22 pies. Una pasajera, Misty Wildmon, de 46 años, estaba sentada en la borda izquierda, el borde del casco del pesquero, mientras este navegaba por el canal de Safe Harbor a una velocidad de entre 25 y 30 mph.
A las 8:20 p.m. de un viernes de octubre, el barco chocó contra la baliza diurna 5, la única de las cuatro balizas del canal que carecía de luz. El poste de acero golpeó a Wildmon “con una fuerza extrema”, escribió Glen Way, investigador de la FWC, en una declaración jurada del 2 de febrero. Cayó hacia atrás, golpeando la cubierta del motor Evinrude, y luego se hundió en las oscuras aguas.
Mientras Ross detenía la embarcación, los pasajeros atendieron a la madre de Wildmon, quien sufrió heridas leves. Según el informe de la FWC, pasó casi un minuto antes de que alguien se diera cuenta de que Wildmon había salido despedida. Tras una búsqueda que duró unos cuatro minutos, encontraron a Wildmon flotando boca abajo. La subieron a bordo, le practicaron la reanimación cardiopulmonar y llamaron al 911, escribió Way.
Ross llegó a Robbie’s Marina en Stock Island en cuestión de minutos y los paramédicos llevaron a Wildmon al Lower Keys Medical Center, donde fue declarada muerta a las 9:37 p.m.
El accidente tuvo poca repercusión pública, a diferencia del ocurrido más de un año antes cerca de Ocean Reef.
Era el fin de semana del Labor Day de 2002 y Pino, de 53 años, y su esposa, Cecilia, habían pasado el domingo en Elliott Key celebrando el cumpleaños 18 de su hija, también llamada Cecilia, con una docena de amigas de la Our Lady of Lourdes Academy, en el suroeste de Miami-Dade, y de la Carrollton School of the Sacred Heart, en Coconut Grove.
El sol seguía brillando cuando Pino se dirigió de nuevo al sur, hacia una casa familiar en Ocean Reef, conduciendo su Robalo de 29 pies con consola central por un canal a través de llanuras de hierba poco profundas conocidas como Cutter Bank. Alrededor de las 6:30 p.m., la embarcación chocó contra la última baliza del canal, la número 15. La FWC determinó posteriormente que la embarcación se desplazaba a unas 50 mph y que el violento impacto destrozó el casco y volcó la embarcación.
La respuesta de rescate fue inmediata, comenzando por los navegantes particulares de las inmediaciones y recurriendo a diversas fuerzas del orden. Se sacaron del agua a once pasajeros heridos, cuatro de los cuales fueron trasladados en helicóptero al hospital. Fernández, de 17 años, estudiante de último año en Lourdes, murió al día siguiente. Puig, una popular futbolista estrella de Lourdes, sobrevivió pero con graves daños cerebrales.
El tema del alcohol
En ambas investigaciones, los agentes de la FWC interrogaron a los pasajeros sobre el consumo de alcohol a bordo de las embarcaciones.
En el accidente de Cayo Hueso, Way, el investigador de la FWC, escribió que los seis pasajeros habían admitido haber bebido, pero su informe nunca dejó claro si había realizado pruebas a Ross para verificar si estaba intoxicado. Una fuente policial declaró al Herald que no se había realizado ninguna prueba de alcoholemia, pero que Ross accedió más tarde a que se le extrajera sangre en un hospital.
Esa muestra, sin embargo, resultaría problemática porque se usó un equipo inadecuado, dijo la fuente. “No es legalmente admisible”.
En el caso de Pino, los agentes tampoco realizaron una prueba de alcoholemia en el lugar del accidente ni horas después en Elliott Key, donde entrevistaron a los pasajeros y a Pino, que acababan de ser sacados de la bahía tras el angustioso accidente. La dependencia dijo que no tenía motivos fundados para hacerlo porque el empresario, aunque conmocionado, no parecía afectado.
Pero imágenes de las cámaras corporales publicadas posteriormente por la FWC muestran a un agente preguntando repetidamente a Pino si quería que le sacaran sangre, al tiempo que le insiste en que no era algo que tuviera que hacer. En un momento dado, Pino niega la petición: “No. Me tomé dos cervezas”.
El papel del alcohol se convirtió en una tema mucho más importante al día siguiente, cuando los agentes arrastraron la embarcación volcada hasta la orilla. Encontraron 61 botellas y latas de alcohol vacías escondidas en la embarcación, junto con una botella de licor medio vacía y una botella de champán usada. Para entonces, ya era demasiado tarde para realizar las pruebas.
En su demanda del 17 de marzo ahora solucionada mediante un acuerdo de conciliacióno, Rudolfo y Kathya Puig, los padres de Katerina, acusaron posteriormente a los Pino de suministrar alcohol a las adolescentes ese día, una acusación que la pareja negó a través de sus abogados. Los términos del acuerdo de conciliación confidencial no se hicieron públicos.
En el informe final de la FWC de agosto de 2023 –el documento que los fiscales de Miami-Dade utilizarían para determinar los cargos formales - el investigador William Thompson escribió “el alcohol no se consideró un factor contribuyente a este accidente”. También escribió que Pino citó la falta de presencia de su abogado para no estar de acuerdo en presentar una muestra de sangre para la prueba de alcohol después del accidente, una declaración no capturada en ninguna grabación de la cámara corporal.
FWC defiende la investigación de Pino
La dependencia ha defendido repetidamente su investigación. Rodney Barreto, un empresario de Miami que preside la comisión de la FWC, escribió en un correo electrónico al Herald el año pasado que los agentes buscaron todas las opciones legales para recoger pruebas.
Dijo que el investigador a cargo ese día era “un experto certificado en reconocimiento de drogas y declaró en el informe que no vio signos de deterioro y tampoco ninguno de los otros agentes en la escena”.
“La ley no permite a nuestros agentes obligar a una extracción de sangre o una prueba de alcoholemia sin causa probable”, dijo. “Nadie admitió en las entrevistas haber consumido alcohol”.
Pero las imágenes de la cámara corporal sí captaron a Pino admitiendo “dos cervezas” y otra pasajera dijo a los investigadores que vio a Pino tomar una bebida alcohólica, según el informe de la FWC. Tampoco está claro si los agentes de la FWC o sus mandos hablaron alguna vez de solicitar una orden de registro para forzar la toma de muestras de sangre. Esta opción es usada habitualmente en accidentes de tráfico mortales por los cuerpos de seguridad terrestres, que a menudo disponen de jueces de guardia para dictar rápidamente este tipo de órdenes, siempre que los cuerpos argumenten con éxito que tienen motivos fundados para hacerlo.
Jorge Silva, un abogado de lesiones personales de Miami que ha representado a víctimas en varios casos de accidentes náuticos de alto perfil, dijo que era inusual que la policía no extrajera una muestra de sangre para la prueba de alcohol en cualquier accidente náutico que resulte en muerte o lesiones graves.
Dijo que no podía comentar sobre los detalles de cada caso, diciendo que no está “íntimamente familiarizado” con ellos y haciéndose eco del portavoz Klepper de la FWC de que “cada caso debe ser analizado sobre una base muy específica de los hechos”.
“Sin embargo, puedo decirle que cuando se producen lesiones graves o una fatalidad, los niveles de alcohol en la sangre siempre deben estar asegurados”, dijo Silva al Herald.
Los datos de accidentes de la FWC de 2022, los más recientes disponibles, muestran que las investigaciones rara vez encuentran el consumo de alcohol como factor principal en los accidentes marítimos. En Monroe, dos de los 92 accidentes notificados se atribuyeron al alcohol. La inexperiencia del operador fue la causa principal en 16. En 90 accidentes ocurridos en Miami-Dade ese año, la FWC no encontró el alcohol como causa principal en ninguno de ellos.
En todo el estado, la dependencia encontró el uso de alcohol como culpable en siete de los 63 accidentes mortales de ese año.
Dos accidentes, cargos muy diferentes
La FWC tardó cuatro meses en concluir su investigación sobre Ross, que se gana la vida reparando puntales de embarcaciones. La dependencia fue muy dura.
Way, el investigador de la FWC, escribió que Ross había sido imprudente en varios aspectos: no tenía un vigía con un foco para localizar el marcador, iba a toda velocidad con una tripulación que había bebido y la víctima había estado sentada en una zona insegura. La FWC también dijo que Ross, que había dicho a los investigadores que era un marino experimentado que había navegado muchas veces por el Canal de Safe Harbor, también era “complaciente” y no confiaba lo suficiente en su GPS para guiarse.
Todos esos errores condujeron a la muerte de Wildmon, concluyó Way, que recomendó a la Fiscalía Estatal de Monroe que Ross fuera acusado de los delitos de homicidio y navegación temeraria. El primero conlleva una pena máxima de 15 años de prisión en caso de condena. El segundo es un delito menor de primer grado que conlleva una pena máxima de un año de cárcel.
Ross, que hasta el viernes no había sido procesado, salió de la cárcel del Condado Monroe tras pagar una fianza de $100,000. Cuando se le llamó por teléfono la semana pasada, se negó a hacer comentarios, diciendo que no había hablado con su abogado. Se negó a dar el nombre de su abogado, y un abogado no aparece en los registros judiciales.
La investigación de la FWC sobre Pino –presidente de State Street Reality, con sede en Doral, y miembro de la escena empresarial y social de Miami durante casi tres décadas– duró casi un año. La oficina de la fiscal estatal de Miami-Dade, Fernández Rundle, anunció entonces los cargos. Tres cargos de delito menor de navegación descuidada. Descuidado es un cargo menor que imprudente y normalmente se aplica a un operador que ha estado desatento al volante.
Basándose en las conclusiones del informe de la FWC, la oficina de Rundle dijo que eso era lo máximo que podían acusar a Pino según la ley de la Florida. Algunos juristas se mostraron de acuerdo y declararon al diario The Herald el año pasado que los cargos menos graves no son inusuales en estos casos, dados los hechos expuestos en el informe de la FWC.
Los abogados de Pino, Andrew Mescolotto y Howard Srebnick, no respondieron a las solicitudes de comentarios sobre el caso de Cayo Hueso enviadas por correo electrónico. Pero en agosto, tras la publicación del informe final de la FWC, Pino emitió un comunicado en el que expresaba su pesar por las víctimas
“George y Cecilia Pino están desolados por el fallecimiento de Lucy y las graves lesiones sufridas por Katy y otras personas”, escribió Mescolotto. “Los Pino ya han comprometido los ahorros de toda su vida para compensar y proporcionar apoyo médico a todos los afectados por este horrible accidente. Siguen rezando cada día por cada persona y familia que se vio implicada”.
En el comunicado también se destaca que el alcohol no fue un factor determinante y se reitera una declaración que Pino hizo a los agentes: que una embarcación más grande que venía en sentido contrario le hizo perder el control de su embarcación. Los investigadores de la FWC, sin embargo, subrayaron en su informe que ningún testigo, incluidos todos los que iban en la embarcación de Pino, vio otra embarcación en el canal en los momentos previos al accidente.
Los Fernández siguen creyendo que las conexiones y la influencia de Pino contribuyeron a influir en la investigación, y afirman que el caso de Cayo Hueso no es el único ejemplo. En enero, un navegante de Miami fue sentenciado a cuatro años en un tribunal federal por su participación en la muerte de dos personas en un accidente náutico en Bimini. En la investigación no estuvo implicada la FWC, pero la pena de prisión resonó en ellos.
En un correo electrónico al Herald, escribieron: “Ahora no tenemos otra opción que concluir que el Sr. Pino ha sido y sigue siendo tratado de forma diferente”.