¿Está tomando DeSantis el camino de la campaña de Jeb Bush de 2016? En qué se parecen y en qué no

Cuando el ex gobernador floridano Jeb Bush dijo en febrero que esperaba que el gobernador Ron DeSantis se postulara a la presidencia, la campaña de DeSantis se vio expuesta a comparaciones entre su candidatura y la infructuosa postulación de Bush en 2016.

Ambos hombres fueron elegidos dos veces gobernador de la Florida y entraron en la contienda con mucho dinero y rumores. Y ambos experimentaron un descenso en las encuestas a medida que se acercaba el verano.

La campaña de Trump ha hecho repetidamente la comparación. Un correo de la campaña de Trump en junio presentó el logotipo de la campaña de DeSantis como Ron!, al estilo del infame logotipo Jeb! de Bush, que recibió burlas generalizadas en 2016. En abril, Trump compartió un post en Truth Social en el que afirmaba que los Bush se postulaban contra él a través de DeSantis como candidato sustituto.

El entorno político en el que está DeSantis es muy distinto al de 2016. Trump, que ya no es un forastero político, se enfrenta a múltiples encausamientos penales, pero cuenta con una sólida base de apoyo que ha transformado al Partido Republicano y ha desarraigado la política partidista moderada y tradicional que Bush representaba.

También es pronto en la contienda. Y a diferencia de las primarias de 2016, en que varios candidatos entraron y salieron de los tres primeros puestos, las primarias de 2024 hasta ahora han sido una contienda de dos hombres: DeSantis y Trump.

“Algunas personas piensan que DeSantis necesita liderar las encuestas en julio de 2023”, dijo Justin Sayfie, asesor político y portavoz de Bush durante su período como gobernador. “Necesita empezar a ganar en enero y febrero de 2024. Queda mucho camino por recorrer”.

Esto es lo que es similar y diferente en las candidaturas presidenciales de los gobernadores de la Florida.

Caída en desgracia

Cuando el senador de Utah Mitt Romney anunció a principios de 2015 que no se postularía la presidencia por segunda vez, muchos vieron a Bush, que había indicado su interés en postularse, como el claro candidato respaldado por el establishment.

Bush, gobernador durante dos mandatos de un estado indeciso y miembro de una dinastía política que ya había producido dos presidentes, era visto como uno de los tempranos favoritos para destronar a los demócratas después de ocho años.

Las primeras encuestas confirmaron esa idea: Bush lideraba el pelotón o estaba codo con codo con el gobernador de Wisconsin Scott Walker en las encuestas del primer semestre de 2015. Algunos se prepararon para un duelo de dinastías políticas entre los Clinton y los Bush que “aburriría a todo el mundo hasta las lágrimas”, escribió Politico.

El candidato presidencial Jeb Bush sonríe para selfies con simpatizantes en el restaurante cubano Chico's, en Hialeah, el lunes 28 de diciembre de 2015, en su primera etapa de muchas paradas de campaña en la Florida. C.M. GUERRERO/EL NUEVO HERALD
El candidato presidencial Jeb Bush sonríe para selfies con simpatizantes en el restaurante cubano Chico's, en Hialeah, el lunes 28 de diciembre de 2015, en su primera etapa de muchas paradas de campaña en la Florida. C.M. GUERRERO/EL NUEVO HERALD

Sin embargo, a algunos les preocupaba que el apacible Bush, que entonces llevaba siete años sin ocupar un cargo, no estuviera preparado para el escrutinio y la intensidad que conlleva una campaña presidencial.

Y muchos señalaron que Bush tenía temas que tendría que cuadrar con los electores republicanos, como el legado de su hermano en la Casa Blanca y sus posiciones más moderadas sobre la inmigración. George W. Bush, presidente durante dos mandatos y hermano mayor de Jeb, habría respondido “yo” cuando se le preguntó cuáles eran los mayores problemas que enfrentaba la campaña de su hermano.

Aunque DeSantis no entró en la contienda con ese bagaje, también llegó con menos reconocimiento de su nombre. Y a diferencia de Bush, DeSantis nunca ha sido considerado el favorito para la nominación.

Según el sitio web de noticias y encuestas FiveThirtyEight, DeSantis obtuvo su mejor resultado a principios de enero, con 40%, a solo dos puntos del ex presidente Donald Trump. Desde entonces no ha dejado de bajar, situándose ahora en torno al 20%, 30 puntos por detrás de Trump.

Bush también vio caer sus números desde su punto más alto en la primavera de 2015. En julio, Trump, considerado entonces un forastero político, había superado a Bush como favorito del partido.

Recaudación de fondos

Bush y DeSantis fueron gigantes de la recaudación de fondos. El SuperPAC de Bush recaudó $100 millones en seis meses, y la campaña ingresó más de $11 millones solo 16 días después de que Bush anunciara oficialmente su candidatura.

La campaña presidencial de DeSantis recaudó $8.2 millones en las primeras 24 horas después de unirse oficialmente a la contienda, y recaudó alrededor de $20 millones en el mes y medio siguiente a su anuncio. Un superPAC que respalda su candidatura ha dicho que recaudó unos $130 millones en el segundo trimestre del año, de los cuales unos $82.5 millones fueron transferidos de un comité estatal que tenía fondos sobrantes después de apoyar su reelección.

Bush se apoyó en las conexiones de su familia con la Casa Blanca y el reconocimiento de su nombre para obtener donaciones. DeSantis ha experimentado un rápido ascenso político basado en parte en su relación con Trump, un puente que ya quemó. Y ahora se apoya en su propia marca como cruzado contra “los progresistas”, deseoso de abordar asuntos vinculados a la raza, la diversidad y la identidad de género; y un gobernador que quiere hacer que Estados Unidos se parezca más a la Florida.

Tratar, o no tratar, con Trump

Aubrey Jewitt, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Cental de la Florida (UCF), dijo que DeSantis y Bush tienen reputación de ser torpes.

“Ninguno de estos dos tipos ha parecido particularmente apto para la política minorista”, dijo Jewitt. “Jeb es un tipo muy inteligente y un experto en política. Pero no se sentía muy cómodo estrechando manos y besando bebés. Y ahora esa es una de las quejas sobre DeSantis”.

El discurso público incómodo de los candidatos —riguroso a veces, torpe otras— y los mensajes han contrastado con el enfoque descarado y llamativo de Trump. Y a Bush se le pegó la etiqueta de un “Jeb con poca energía” que le puso Trump.

Bush y DeSantis también tuvieron que lidiar con los incesantes ataques de Trump, y ambos recibieron más golpes de los que repartieron. Aparte de una disputa entre Bush y el senador de la Florida Marco Rubio, Bush se centró en gran medida en su propia agenda en lugar de apuntar a otros republicanos.

DeSantis ha caminado por la cuerda floja criticando a Trump y, al mismo tiempo, tratando de apaciguar a su base. En Carolina del Sur la semana pasada, DeSantis dijo que Trump debería haber hecho más para detener a los alborotadores del 6 de enero y luego pasó a hablar sobre el “uso como arma” del Departamento de Justicia.

El gobernador de la Florida, Ron DeSantis, habla durante un recorrido en la North Baptist Church, en Spartanburg, el miércoles 19 de abril de 2023. Tracy Glantz/tglantz@thestate.com
El gobernador de la Florida, Ron DeSantis, habla durante un recorrido en la North Baptist Church, en Spartanburg, el miércoles 19 de abril de 2023. Tracy Glantz/tglantz@thestate.com

Bases diferentes, candidatos diferentes

Brad Coker, presidente ejecutivo de Mason-Dixon Polling and Strategy en Jacksonville, dijo que la gente está llevando las cosas a los extremos al comparar a los candidatos.

“Partieron de posiciones diferentes y están ocupando carriles distintos”, dijo Coker. “Sus objetivos son completamente diferentes en términos de lo que tienen que hacer para tener éxito a largo plazo”.

El papel de Bush en el Partido Republicano dependía de su éxito en las primarias de 2016. Y, a principios de 2016, Bush tenía el peor índice de preferencia entre los candidatos republicanos.

Bush abandonó la contienda tras un decepcionante final en el estado inicial de Carolina del Sur. Los observadores pudieran señalar varios momentos en los que la campaña de Bush empezó a deshacerse.

Entre los más notables están la dificultad de Bush para dar respuestas claras a preguntas relacionadas con la guerra de Irak lanzada por su hermano, los comentarios sobre el gasto excesivo del gobierno federal en la salud de las mujeres, el logotipo de Jeb! o sus decepcionantes actuaciones en los debates presidenciales.

Aunque Bush mantenía opiniones conservadoras moderadas sobre política fiscal y asuntos sociales, sus posturas más progresistas sobre la revisión de las leyes de inmigración y la reforma educativa le separaban de una base de electores cada vez más conservadora.

También estuvo, quizá, el tema más amplio de una base republicana dispuesta a alejarse del establishment que Bush representaba.

“No era un candidato populista, y eso es lo que querían los electores del partido en aquel momento”, dijo Sayfie. “No hay nada que Jeb Bush pudiera haber hecho de manera diferente para haber ganado esa campaña”.

El Partido Republicano ha cambiado drásticamente desde 2016, en gran parte debido al enfoque populista de Trump que los electores comenzaron a preferir sobre la política moderada del partido durante ese tiempo.

DeSantis, sin embargo, parece estar más en sintonía con la nueva base republicana, dijo Jewitt. Él está de acuerdo con la mayor parte de la política conservadora en general, especialmente en lugares donde Bush no lo estaba, como la inmigración y la educación. Al parecer, DeSantis se ha presentado a los donantes conservadores como Trump sin el drama.

Y su carrera política no tiene por qué terminar si pierde en 2024.

“No creo que haya hecho nada que haya quemado totalmente los puentes con los partidarios de Trump”, dijo Jewitt. “Volverá (...) aun si pierde”.