Un nuevo tipo de ayuda ante desastres: pagarle en efectivo a la gente... antes de que ocurra el desastre

Suwema Gray, quien pudo comprar cinco cabras a través de un programa de asistencia en efectivo, en el poblado de Chipyali, Malaui, el 25 de marzo de 2023. (Khadija Farah/The New York Times)
Suwema Gray, quien pudo comprar cinco cabras a través de un programa de asistencia en efectivo, en el poblado de Chipyali, Malaui, el 25 de marzo de 2023. (Khadija Farah/The New York Times)

Los desastres pueden sumir a las personas más pobres del mundo todavía más en la pobreza. Ahora, las agencias de asistencia están probando algo nuevo. Están dando cantidades pequeñas de dinero en efectivo a las personas poco antes de que impacte un desastre, en lugar de esperar hasta después.

Si bien estos experimentos están en sus etapas iniciales y la investigación sobre su efectividad es escasa, hay señales de que pueden ayudar a la gente a protegerse a sí misma y a su propiedad de formas que no serían posibles de otra manera.

Esta estrategia ha sido probada en varias circunstancias diferentes: antes de un ciclón que tocaría tierra en Mozambique en marzo pasado, antes de que un huracán llevara lluvias torrenciales a Centroamérica en octubre pasado y, ahora, para ayudar a las personas a mudarse lejos de las faldas propensas a deslaves del monte Elgon en Uganda.

La razón por la que estos pagos únicos, conocidos como ayuda en efectivo anticipatoria, son importantes ahora es que los desastres se están volviendo enormes debido al cambio climático inducido por la humanidad y a menudo inflingen mayor daño a las personas más pobres del mundo. Cuando los cultivos o la propiedad no están asegurados, los desastres repentinos como las inundaciones, o los lentos como las sequías, pueden ser devastadores. La gente puede perder su único medio de sustento, su tierra y su único bien, el ganado.

Pensemos en lo que ocurrió cuando el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas les envió unos 50 dólares a 23.000 familias que vivían a lo largo del río Yamuna en Bangladés, tan solo unos días antes de que, como se estimaba, sufriera el impacto de inundaciones extremas en julio de 2020. Las personas que obtuvieron el dinero fueron “menos propensas a quedarse un día sin comer” durante esas inundaciones, en comparación con aquellas que no recibieron pagos, según una revisión independiente realizada por investigadores de la Universidad de Oxford y del Centro para Protección contra Desastres, financiado por la agencia de asistencia británica.

Más sorprendente es el hecho que, incluso tres meses después, los investigadores descubrieron que aquellos que recibieron efectivo estaban comiendo mejor y eran menos propensos a haber vendido sus animales o solicitado préstamos con intereses altos.

Khadija William, quien usó dinero de un programa de ayuda en efectivo para comprar un panel solar pequeño y dar electricidad a un foco y a un ventilador para un cuarto, en su hogar en la población de Chipyali, Malaui, el 25 de marzo de 2023. (Khadija Farah/The New York Times)
Khadija William, quien usó dinero de un programa de ayuda en efectivo para comprar un panel solar pequeño y dar electricidad a un foco y a un ventilador para un cuarto, en su hogar en la población de Chipyali, Malaui, el 25 de marzo de 2023. (Khadija Farah/The New York Times)

La asistencia en efectivo como una herramienta general antipobreza también ha generado ganancias inesperadas. Un estudio global reciente de siete millones de personas en 37 países halló que dar efectivo de manera directa a personas pobres conducía a menos muertes de mujeres y niños. Otro estudio encontró que la ayuda en efectivo evitó la inseguridad alimentaria en algunos lugares en el sur de África hace casi 20 años, aunque no en otros, donde los precios de los alimentos se fueron a las nubes.

En Estados Unidos, la ayuda en efectivo a las madres durante el primer año de vida de sus hijos fortaleció el desarrollo cerebral de sus bebés. Decenas de ciudades estadounidenses tienen proyectos piloto para entregar a los residentes de escasos recursos dinero en efectivo sin condiciones.

Ahora, se suma la presión adicional del clima extremo, tanto lento como rápido, agravado por la quema de carbón, petróleo y gas. Quienes proponen los programas de ayuda en efectivo afirman que es una manera más eficiente de usar el dinero de asistencia porque el efectivo genera menos gastos logísticos y canaliza el dinero directamente a la economía local.

Miriam Laker-Oketta, directora de investigación de GiveDirectly, un grupo de ayuda que hace precisamente eso, comentó: “Las transferencias en efectivo ayudan a las familias a sobrevivir desastres climáticos. El efectivo brinda opciones y llega con rapidez”.

Los escépticos aseguran que solo son una solución temporal que no sirve para el conjunto de peligros que las personas pobres enfrentan en el sur global: calor letal, aumento del nivel del mar, lluvias erráticas. No todas las personas que necesitan efectivo lo obtendrán. Wanjira Mathai, directora gerente del Instituto de Recursos Mundiales, un grupo activista, opinó: “No es sostenible. Siempre habrá una limitación en cuanto a la fuente de ese dinero”.

Cada vez se prueban más sistemas de pagos en efectivo en distintos lugares. La Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja entregó efectivo a pastores mongoles durante periodos intensos de frío, así como a familias en Guatemala y Honduras, poco antes de que el huracán Julia causara inundaciones catastróficas en octubre del año pasado.

El Programa Mundial de Alimentos ha ofrecido efectivo no solo antes de un desastre repentino, sino también, en Etiopía, antes de que llegara una larga sequía. La agencia concluyó en su propio análisis que la gente usó el dinero para comprar comida, pagar préstamos y, si también les daban pronósticos de sequía, para comprar alimento y medicinas para sus animales.

El grupo de Laker-Oketta se ha enfocado en poblados en Malaui, también muy afectados por la sequía en los últimos años. El año pasado, envió a las familias dos pagos de 400 dólares.

En una población al sur, Chipyali, la jefa, Adidja William, compró un panel solar diminuto, lo que le permitió poner una luz y un ventilador en una vivienda. Suwema Grey compró cinco cabras.

Además, Maggie Dyton compró una vivienda de ladrillo y hojalata para remplazar la anterior, que estaba hecha de lodo y paja y tenía goteras cada año durante las lluvias. Sin embargo, se quedó sin dinero para comprar madera para la puerta. Gastó lo último del efectivo de ayuda en comida.

Incluso sin una puerta, se sentía reconfortada de haber terminado su casa antes de que las lluvias torrenciales llegaran este año en compañía del ciclón Freddy. Dyton agregó: “La casa anterior hubiera quedado destruida por completo”.

Los límites de la ayuda en efectivo también estuvieron a la vista en Chipyali. Algunas de las personas que la gastaron en semillas híbridas caras y fertilizantes químicos, como les aconsejaron, lo perdieron todo. Las lluvias arrastraron todo lo que habían plantado.

c.2023 The New York Times Company