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En TikTok: qué es el “síndrome de la chica con suerte”, el más reciente regalo del “pensamiento positivo”

Se ha demostrado que la práctica del optimismo a partir de la reformulación de los pensamientos con una mentalidad más positiva aumenta la resiliencia y redunda en una mejor salud
Se ha demostrado que la práctica del optimismo a partir de la reformulación de los pensamientos con una mentalidad más positiva aumenta la resiliencia y redunda en una mejor salud - Créditos: @Brooke Cagle en Unsplash

NUEVA YORK.– Cada generación encuentra su propia forma de optimismo y autoconfianza. La generación del Baby Boom tuvo “el poder del pensamiento positivo” del libro escrito por el pastor metodista Norman Vincent Peale, la Generación X tuvo El secreto, el best-seller sobre apariciones promocionado por Oprah Winfrey, y los millennials de la Generación Y armaron prolijamente sus “tableros de visualización”.

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Ahora, la Generación Z tiene su “Síndrome de la chica con suerte”. Básicamente, es la convicción de que con mantras de autoafirmación y una mentalidad positiva lograremos torcer todos los eventos de la vida a nuestro favor. En TikTok hay gente que le atribuye haber ganado apuestas deportivas, haberse comprado su primera casa o conseguido un aumento. Los astrólogos establecen vínculos entre el “síndrome” y las cartas natales de sus consultantes, y otros comparten los mantras positivos que repiten cada mañana para tener suerte durante el día.

Los videos que incluyen el hashtag #LuckyGirlSyndrome ya han sumado 150 millones de visualizaciones.

El reciente furor por el síndrome de la chica con suerte puede rastrearse hasta Laura Galebe, una creadora de 22 años que en diciembre posteó en TikTok sobre su afortunada vida, con el subtítulo “Hablemos del síndrome de la chica con suerte”.

“No hay mejor manera de describirlo: es como si todas las chances estuvieron siempre y completamente a mi favor”, le dice Galebe a sus seguidores mientras se maquilla. “No puedo más que decir que me pasan cosas maravillosas de manera inesperada todo el tiempo.”

Al ser entrevistada, Galebe dice atribuir su éxito de los últimos dos años —desde su carrera como creadora de contenidos hasta su nueva vida en Nueva York—, al poder del pensamiento positivo.

Y para su público de la Generación Z, la joven ha simplificado sus consejos lo máximo posible.

“Simplemente hay que ser lo más iluso posible y convencerse de que todo lo bueno que queremos nos va a llegar”, dice Galebe. “Y después vengan y cuéntenme si eso no les cambió la vida.”

En esencia, el Síndrome de la Chica con Suerte se basa en la así llamada “ley de atracción”, una filosofía según la cual la energía de nuestros pensamientos atrae y determina lo que nos pasa en la vida. El concepto data al menos de principios del siglo XIX, dice Christopher Chabris, científico cognitivo del sistema de salud Geisinger y coautor del libro El gorila invisible: así nos engañan nuestras intuiciones.

“Es como una especie de supermeme que reaparece cada 15 o 20 años, cada vez con alguna modificación”, dice Chabris.

Esa teoría ha sido refutada como pseudociencia, aunque existen algunas explicaciones de por qué la gente suele creer que una mentalidad positiva tiene efectos reales.

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El optimismo y los mantras a veces ayudan, pero no resuelven todo

Carol Dweck, profesora de la Universidad de Stanford, por ejemplo, descubrió que la forma en que los estudiantes perciben sus propias capacidades puede influir en su motivación y en sus avances. Quienes tienen una mentalidad de “crecimiento” —la convicción de que se puede desarrollar la inteligencia—, superan a los creen que su inteligencia ya está fijada, señala Dweck.

Se ha demostrado que la práctica del optimismo a partir de la reformulación de los pensamientos con una mentalidad más positiva aumenta la resiliencia y redunda en una mejor salud. Y también se ha demostrado que los mantras, frases que la persona se repite a sí misma para calmarse o cobrar seguridad, aumentan la sensación de bienestar. El “diálogo interno”, por su parte, reduce la fatiga durante el ejercicio físico, lo que a su vez puede redundar en un mayor rendimiento.

Algunas personas creen en el poder de la visualizaciones porque es consistente con las experiencias positivas que notan cada día, agrega Chabris.

“En la raíz de todo esto hay un sesgo psicológico llamado ‘correlación ilusoria’ que nos hace ver conexiones entre hechos que en realidad son meras coincidencias o sucesos fortuitos”, señala Chabris. “El ejemplo perfecto es cuando repetimos un mantra o una autoafirmación a la mañana y después nos pasa algo bueno durante el día.”

Las frases de autoafirmación pueden ser una herramienta útil para leer la vida “bajo una luz más positiva” y son útiles “para determinadas personas y en determinadas situaciones”, dice Mark Manson, autor de un libro de autoayuda de gran éxito de ventas.

“Tal vez hoy nos haga sentir mejor, pero a la larga no le está haciendo ningún favor a nadie”, apunta Manson, que suele referirse a la ley de la atracción como una “versión digerible” del sesgo de confirmación. “Hay una línea muy delgada entre usarlo como herramienta y adoptarlo como una identidad o una creencia fundamental, casi religiosa, sobre cómo funciona el universo”.

¿Y qué mal te puede hacer?

En TikTok no todos comulgan con los principios del síndrome de la chica con suerte. Melody Walker, una compositora de 37 años de la ciudad de Nashville, dice que la actual tendencia es una “espiritualidad tóxica” que termina haciendo que la gente se culpe a sí misma de cualquier cosa que le salga mal.

“La gente no entiende que una idea que suena tan linda y positiva pueda convertirse en algo muy dañino si se lleva al extremo”, dice Walker. “La píldora mágica no existe, no hay respuestas absolutas, y por lo general cuando te venden una solución fácil en realidad te están menospreciando. Y eso vale para cualquier cosa, no solo para la espiritualidad”.

Nuestro sueños y aspiraciones reflejan lo que necesitamos en la vida, y es importante apreciarlo, apunta Gabriele Oettingen, profesora de psicología en la Universidad de Nueva York. Soñar con el futuro puede mejorar nuestro estado de ánimo y hacernos felices durante un rato, pero los estudios de Oettingen revelan que en esas fantasías no nos dan la energía que en última instancia hace falta para alcanzar ese futuro soñado.

En uno de esos estudios, realizado en Alemania, le pidieron a 83 graduados varones que predijeran la probabilidad de conseguir un trabajo en su campo de estudio y les preguntaron si habían fantaseado con el trabajo de sus sueños. Dos años después, Oettingen descubrió que los estudiantes que habían fantaseado con el trabajo de sus sueños enviaron menos solicitudes de empleo, recibieron menos ofertas de trabajo y ganaron menos que los otros estudiantes.

Las fantasías positivas y los sueños son un paliativo momentáneo para nuestro estado de ánimo actual, pero si esperamos que cumplan nuestros deseos, entonces se convierten en un problema, pero eso no va a ocurrir”, dice Oettingen. “Muy por el contrario, terminan agotando nuestra energía y haciendo todavía más difícil que cumplamos nuestros deseos”.

Los especialistas aclaran que con esto no pretenden desalentar el pensamiento positivo. Pero hay una diferencia entre creer en la capacidad de uno debido a la experiencia o los éxitos pasados, y romantizar el futuro creyendo que todo saldrá bien si simplemente adoptamos la actitud correcta.

Pero muchos usuarios de TikTok siguen siendo devotos creyentes. A fines de diciembre, Sammy Palazzolo, estudiante de 18 años de la Universidad de Illinois, compartió un video cuando ella y una amiga llegaron justo a tiempo a su truckfood favorito antes de que cerrara. El video ya tuvo casi cinco millones de visitas.

“Literalmente funciona. Ahora es como si de pronto todo nos saliera bien”, dijo Sammy mirando a cámara. “Pruébenlo y van a ver.”

Por Teddy Amenabar

(Traducción de Jaime Arrambide)