Tierra Caliente, Guerrero: elecciones sin violencia, pero bajo el control del crimen organizado

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La unidad de pasajeros arranca. Dice Tlalchapa. A bordo viajan cinco pasajeros y el chofer. Nadie se habla entre sí, ni siquiera las tres personas que están juntas y parecen ser una madre y sus dos hijos. El chofer no es amable, no dice “buenos días, gracias por abordar esta unidad”; las personas pasajeras tampoco esperan que lo haga. 

Las palabras desde hace tiempo dejaron de ser necesarias. Desde hace años, el municipio es controlado por el crimen organizado y todo se hace bajo las órdenes de la Familia Michoacana.

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Tlalchapa, Guerrero está bajo el mando de la Familia Michoacana
Tlalchapa, Guerrero está bajo el mando de la Familia Michoacana. Foto: Marlén Castro

 

La carretera entre Ciudad Altamirano y Tlalchapa en algunos tramos es puro lodo, en el resto hay bache tras bache. Los últimos kilómetros de la carretera están en mejor estado. La obra fue hecha hace dos años. El chofer, confiado de que este tramo está bien, toma velocidad para recuperar el tiempo en el que se vino a vuelta de rueda y, de repente, cae en un bache. 

Las cabezas de todos rebotan en el techo de la unidad. “¡Ay!”, dicen. Algunos alargan el quejido. Los calentanos tienen la fama de ser joviales y mal hablados. De menos, si se sintieran en confianza, alguno habría dicho: ¡cocho, fíjate! 

Pero ahora ya no son confiados, no en las carreteras, en los parques o en las calles. Quizá de su casa para adentro sigan siendo los mismos. Se les quitó, a fuerza de tableadas y manguerazos (castigos físicos). 

Iniciar una conversación entre una persona extraña y un calentano en su región es imposible, así sea sobre el clima, de la carretera en mal estado o del precio del transporte. 

Los calentanos se ganaron la fama de bravucones. La indumentaria y la boca suelta contribuyeron a esa percepción en el resto de la entidad. El sombrero, pantalón, botas, cinturón vaquero y un arma portada con discreción era parte de su atuendo e identidad.  Ya sólo es fama.

Cuando falta poco para arribar al municipio de los Mora Eguiluz, del lado derecho aparece una carita feliz y un aviso: “Sonríe, estás en Tlalchapa”. Nadie sonríe o dibuja en el rostro una mueca parecida a una sonrisa. El anuncio parece un mal chiste. Los Mora Eguiluz son una familia que desde el 2012 gobierna este municipio sin interrupciones. 

Tlalchapa es el municipio más chico de los nueve que componen la región de la Tierra Caliente, una zona lejana a la capital guerrerense, geográfica y culturalmente. Las localidades de Tlalchapa y el resto de los municipios de la región, a excepción de Zirándaro, fueron tomadas y controladas por el grupo del crimen organizado La Familia Michoacana, de acuerdo con las coberturas periodísticas de por lo menos hace una década.

En el caso de Zirándaro llegó ahí el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Para controlar la región hubo una cruenta pelea entre integrantes de ambos grupos; después, al parecer, hubo un acuerdo y la zona empezó a vivir una especie de paz criminal.  

En esa región, tortillas, refresco, agua, maíz, todo tipo de carnes e insumos para el campo y la ganadería, también los sombreros, necesarios en la indumentaria de los calentanos, tienen sobreprecio. 

“Es una especie de pago de piso a la Familia Michoacana”, explica una habitante. 

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El sometimiento llegó a tal punto en este 2024 que, de acuerdo con testimonios, se impusieron a los alcaldes y diputados de toda la región. El control es tan férreo que en este proceso electoral local la Tierra Caliente registró cero incidencias de tipo violento.

A la par del control económico, la Familia Michoacana operó el control político. 

Foto: Marlén Castro

Foto: Marlén Castro

 

Tierra Caliente, sin incidencias durante las elecciones

De acuerdo con el estudio Violencia política-electoral en Guerrero, desarrollado por Amapola Periodismo y la Universidad de Columbia, Estados Unidos, durante el proceso electoral 2024, en la entidad asesinaron a ocho personas que aspiraban a alcaldías, sindicaturas y regidurías. Cinco de los asesinados eran candidatos a alcaldes, un candidato a síndico y dos candidatos a regidores.  

En total se contabilizaron 41 incidentes violentos, a los que se sumaron seis más de tipo poselectoral, del cual también se hizo el registro porque es la primera vez que en Guerrero ocurrieron este tipo de ajustes. 

Las regiones en las que se registraron más incidencias son la Costa Grande y la Montaña, con 10; en segundo lugar, hay un empate entre la zona Norte y Acapulco, con siete cada una; en tercer lugar se ubicaron las regiones Costa Chica y Centro, con cinco casos; La Montaña baja tuvo dos y La Sierra uno. La única región que no registró ningún incidente en ningún momento fue la Tierra Caliente. 

¿Quiénes ganaron en Tierra Caliente?

En Tlalchapa, controlado por la Familia Michoacana, ganó la alianza PT, PVEM y Morena, con la reelección de Tania Mora Eguiluz.

En el resto ganó la presidencia municipal la alianza PRI, PRD, PAN: en Ajuchitlán ganó la presidencia Víctor Mendoza Navarro, con 11 mil 375 votos; en Arcelia triunfó Ángel Bustos Mercado, con 10 mil 442 sufragios; en Coyuca de Catalán, la presidenta electa es María Esbeydi Echeverría García, quien ganó con 10 mil 273 votos; en Cutzamala, Mayte Lucero Arce Jaimes, con 9 mil 359 votos; en Ciudad Altamirano, Brenda Núñez Peñaloza, con 7 mil 238 sufragios; en Zirándaro, Jaime Torres García, con 4 mil 52 sufragios; en San Miguel Totolapan, Arturo Julián Gómez, del PRI, ganó sin ir en alianza con PRD y PAN, con 7 mil 214 votos, y en Tlapehuala se llevó la presidencia el priista José Luis Antúnez Goicochea. 

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Las dos diputaciones locales, el distrito 17 con cabecera en Coyuca de Catalán, y la del distrito 18, de Ciudad Altamirano, también se las llevó la alianza PRI, PAN, PRD.

La diputación federal fue ganada por la morenista Celeste Mora Eguiluz. En todos los casos, sin que hubiera hechos aparentes de violencia. 

 

Tania Mora Eguiluz.
Tania Mora Eguiluz, presidenta municipal de Tlalchapa, Guerrero.

Faenas para “El Patrón”, sin paga

La camioneta de hombres armados se detuvo afuera de su casa. El papá y la mamá de la joven no estaban. Cuando los vio acercarse y estacionarse, el corazón le brincó. El hermano mayor estaba en esos momentos arriba del tractor. Desde donde estaba podía ver a la máquina y a su hermano. No tenía de otra y salió a plantar cara. Fueron amables. 

–Buenas tardes, queremos ver a tu papá.

–No está, regresa hasta la tarde. Devolvió con serenidad, aunque el corazón se le salía.

–No tenemos tiempo de esperar a que regrese. Lo venimos a buscar porque “El Patrón” lo necesita, dijeron con menos amabilidad.

 –Pero tu hermano sí está, –le dijeron. Desde ahí también podían ver al tractor y a la persona en él.

–Sí.

–Háblale, que se traiga el tractor, “El Patrón” quiere que le ayuden a limpiar su terreno. 

La joven respiró con alivio, una nueva jornada en el campo con “El Patrón”, aunque eso significaba atrasarse en su parcela, era lo de menos. 

“El Patrón” no contrata peones, sólo manda por los hombres que requiera la faena del día y los hombres llegan a donde se les indica. 

El terreno es un eufemismo. “El Patrón” se mete a los que son de su agrado. Cuando una parcela le gusta, sólo avisa y llega con la peonada a que lo limpien, cuando es el momento de la cosecha, manda por los hombres a los pueblos. En la Tierra Caliente hay dos patrones pesados, Johnny y José Alfredo Olascoaga Hurtado, mejor conocidos como “El Pez” y la “Fresa”, respectivamente, pero también hay patrones locales. A todos se les obedece. 

Familia Michoacana compra toda la producción

Los productores de maíz y sorgo venden su producción a emisarios de la Familia Michoacana.

“Sólo a ellos se les puede vender o a Segalmex”, contó un productor.

El cártel compra todo el maíz disponible y lo almacena. Además, los productores tienen que vender absolutamente toda la producción, sólo se pueden quedar con la suficiente para alimentar a la familia. El precio de garantía que da Segalmex es de 6 mil 100 pesos la tonelada, la misma cantidad que paga la Familia Michoacana,  con la ventaja de que tienen el dinero de forma inmediata, por estas circunstancias todos venden su producción al grupo criminal. 

Si más adelante algún productor necesita más maíz, el crimen organizado se lo vende a 14 mil pesos la tonelada. Cuando llegan a detectar venta de maíz entre los propios productores, la gente que lo hace es tableada, término que se le da a la golpiza con tablas pesadas o manguereada, cuando los azotes son con mangueras, pero además a éstas se les llena de arena.  

Todo se compra en la región

Las familias no tienen la posibilidad de comprar ninguna mercancía fuera de la región para ahorrar dinero. Si llegara a tocar una revisión en un retén y detectan que alguien lo hizo, el castigo son manguerazos o tableadas. El producto más peligroso es la Coca Cola. En cualquier tienda de abarrotes de la región, el refresco individual cuesta 25 pesos, cuando su precio normal es de 14. 

Hace tiempo, algunas familias se arriesgaban, sobre todo si requerían refresco porque tenían una fiesta. Si la Familia se enteraba, irrumpía en las fiestas y castigaba a los rebeldes. Ya nadie lo hace. 

“El Patrón” manda por las familias para participar en los bloqueos

Los despertaron a las cuatro de la mañana del viernes 28 de abril del 2023 para que fueran a un bloqueo. 

“No nos preguntaron si podíamos ir, nos ordenaron que teníamos que ir”, cuenta una señora madre de cuatro hijos. 

Llegaron varias camionetas con hombres armados a la comunidad y pasaron casa por casa a darles la orden para que alguien de cada familia se fuera con ellos para llevarlos a la carretera a instalar un bloqueo. Un día antes, la Fiscalía General del Estado (FGE), el Ejército y la Guardia Nacional confiscaron en Ciudad Altamirano, supuestamente en una propiedad de los hermanos Olascoaga Hurtado, un auto Lamborghini y una camioneta Hummer.

Como parte del bloqueo exigieron, porque así se los ordenaron, cuenta la fuente, la destitución de quien era la fiscal general del estado, Sandra Luz Valdovinos Salmerón.

Este bloqueo en 2023 duró cuatro días y evidenció el control del crimen organizado sobre las autoridades municipales, legisladores y hasta funcionarios de la región integrados al gabinete de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda, porque los ocho alcaldes y alcaldesas, a excepción de Zirándaro -que controla el CJNG-, encabezaron el bloqueo.  

“Sonríe, estás en Tlalchapa”

Este municipio de la Tierra Caliente tiene 11 mil 861 habitantes. Es el más pequeño de la región, también el más abandonado, a juzgar por su infraestructura. 

Toda la región suma 244 mil 255 habitantes de acuerdo con el último censo del INEGI, lo que indica que concentra alrededor de ocho por ciento de la población de la entidad. Guerrero tiene 3.5 millones de habitantes. 

Tlalchapa, la cabecera, concentra 40 por ciento de la población municipal y sólo cuenta con cinco comunidades. La mayoría de la población migra cíclicamente a Estados Unidos o al norte del país para obtener ingresos. En Tlalchapa, antes un municipio productor de maíz, la gente paulatinamente abandona sus parcelas debido a las condiciones del crimen organizado para dejarlos producir.

“Yo preferí irme a Michoacán, allá no tengo que pagar piso, mis hijos también se fueron conmigo, aquí además de pagarles piso, te exigen que seas halcón”, contó una madre que ahora vive lejos.

Fotos: Redes sociales del ayuntamiento de Tlalchapa
Fotos: Redes sociales del ayuntamiento de Tlalchapa.

 

El reinado de los Mora Eguiluz

En la mañana de julio en que se hace la visita en Tlalchapa es la primera semana del periodo vacacional. Aun así, sus calles lucen vacías. Hay pocos negocios abiertos, principalmente tiendas de abarrotes. Los 34 kilómetros de distancia entre Ciudad Altamirano y Tlalchapa se transitan en una carretera destrozada. El trayecto debería ser de alrededor de veinte minutos, pero llega a ser hasta de una hora, por las condiciones del camino.

El ayuntamiento es un edificio de dos plantas y una galera de tonos ocre y blanco que también luce descuidado. La familia en el poder seguirá al frente otros tres años más. 

Tania Mora Eguiluz, abanderada por el PT, PVEM y Morena, buscó la reelección y la consiguió con 5 mil 281 votos. En 2021, su padre, Martín Mora Aguirre le entregó la alcaldía, quien a su vez la recibió de su hija Amalia Mora Aguirre (2015-2018) y ésta, a su vez, de su madre Guadalupe Eguiluz Bautista (2012-2015), mientras otra hija, Celeste Mora Eguiluz era diputada local, de 2018 a 2021, y ahora será diputada federal. 

Del 2012 hacia atrás, la madre y el padre ya habían sido, cada uno, alcaldes y diputados locales.  Desde el 2018, los Mora Eguiluz llegan a los cargos de la mano de Morena, en alianza con PT y PVEM, antes con el PRD.

En el Ayuntamiento se solicitó una entrevista con la alcaldesa, pero en esos momentos no estaba disponible. Magdalena Pérez, su secretaria particular, envío rápido un mensaje para informar de la solicitud que iba acompañada de la posibilidad de realizar otro día la entrevista ya sea por teléfono o mediante Zoom o Meet. Hasta la fecha no hay respuesta.  

“La Familia Michoacana da las indicaciones de que se debe votar por ellos y los Mora ya no quieren soltar la presidencia”, cuenta una mujer que sabe que vivir en Tlalchapa no es seguro, ni para ella ni para sus hijos, como muchos habitantes que abandonan su municipio porque es imposible costear los sobreprecios de los productos junto con la prohibición de vender su maíz por su cuenta.