¿El TEPJF legitima elecciones de Cuba?

Para empezar, y con el propósito de contextualizar las siguientes líneas, quisiera aclarar que valoro positivamente la labor de la institucionalidad democrática mexicana, no solo por su desempeño, sino también por la iniciativa que han mostrado sus autoridades y funcionarios cuando la democracia ha estado sometida a estrés.

En este sexenio los organismos electorales han sido injustamente vilipendiados desde lo más alto del poder, y afortunadamente gran parte de la ciudadanía se ha puesto del lado de las instituciones.

Sin embargo, a veces esta tenacidad con la que se defiende la democracia local, se diluye cuando se trata de otros países. Esta dualidad se presenta con Cuba, país sometido a una dictadura de más de seis décadas, cuyo gobierno viola sistemáticamente los derechos humanos y tiene actualmente a más de mil personas presas por razones políticas.

Este doble rasero, es decir, exigir democracia para los propios, y relativizar las demandas de los que no la tienen en otras latitudes, es injustificable. Presupone que hay al menos dos dignidades humanas, la propia, que no puede merecer menos que los derechos consagrados en los instrumentos internacionales, y una segunda clase compuesta por aquellos que han de sacrificar sus derechos en nombre de proyectos autocráticos, en este caso barnizados con trova, ron y playa.

Uno creería que esto solo pasa en los comités del Partido Comunista y en algunas facultades universitarias, pero distintos colegas han documentado cómo la influencia de La Habana ha permeado en asociaciones académicas como CLACSO o LASA, o en parlamentos democráticos, cuyos diputados, electos libremente, participan de los “Grupos de Amistad Parlamentaria” que promueve la Asamblea Nacional de Cuba para blanquear su imagen.

En este caso me referiré a instituciones electorales, en específico al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). El pasado 18 de abril, su Escuela Judicial le dio espacio al Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, Andry Matilla, para legitimar el sistema electoral de Cuba en una charla llamada “El derecho electoral en Cuba y las elecciones 2023”.

Matilla se apalancó en el prestigio y el alcance de las redes del TEPJF para defender un modelo que excluye a la ciudadanía no oficialista, violando los derechos políticos de la mayor parte de la población.

Hizo uso de las bondades de las sociedades abiertas, y de la ingenuidad o el dolo (o un poco de cada una) del TEPJF, para mentir durante cuarenta minutos, usando la carta de la “excepcionalidad cubana” para justificar por qué las personas en la isla no pueden asociarse, manifestarse ni expresarse libremente, mucho menos competir en la arena electoral.

Sin embargo, es más preocupante aún que el magistrado Felipe Mata haya asegurado que en Cuba hay elecciones, organismo electoral y control constitucional de los actos electorales, sin contextualizar que todo esto se da en el marco de una dictadura, es decir, que no impera el Estado de derecho.

Hay elecciones y organismo electoral en Corea del Norte, en Nicaragua y en Bielorrusia, pero no se puede dejar de lado el calificativo: ¿qué tipo de elecciones tienen estos países? Obviarlo es darle un espaldarazo al régimen, encarnado en ese evento en Matilla.

Es de público conocimiento que en las últimas elecciones del pasado 26 de marzo, la Comisión Nacional de Candidaturas, integrada por las organizaciones de masas subordinadas al Partido Comunista de Cuba (PCC), postuló a 470 candidatos para 470 cargos, de manera que a los cubanos no les quedaba nada que elegir.

Sobre el organismo electoral, el Consejo Electoral Nacional, solo hay que decir que sus autoridades son “propuestas” por el Primer Secretario del PCC y ratificadas por los integrantes de la Asamblea Nacional.

El exmagistrado Salvador Nava Gomar, que también participó del evento, fue aún más lejos y aseguró que al ser “un sistema electivo, por tanto es democrático”, equiparando elecciones y democracia. La literatura politológica cuenta con muchos trabajos sobre las elecciones celebradas bajo regímenes autocráticos, trabajos que estoy seguro que Nava conoce mejor que yo.

Pero no se quedaría allí. Más adelante aseguró que en Cuba la gente “puede votar y ser votada, y puede asociarse”. Y aquí ya la cosa cambia. Hasta ahora hemos le hemos recriminado a Mata la falta de rigurosidad en lo que se entiende por elecciones, y a Nava la problemática equiparación entre elecciones y democracia. Pero decir que en Cuba la gente puede ser votada y puede asociarse es mentir. Los puestos de representación son exclusivos para personas leales al partido único, y la mejor forma de demostrarlo es que en los más de 60 años de revolución no ha sido “electo” para ningún cargo de representación un opositor. Muchos sí han sido fusilados.

La falta de diversidad no se debe a escasez de opositores. En las asambleas de nominación de candidatos del año pasado, instancia previa de las elecciones para delegados a las asambleas municipales, varios opositores intentaron postularse como candidatos, y casi todos ellos fueron impedidos de hacerlo. En la Revista “Desafíos de la Democracia en América Latina” de diciembre pasado se pueden encontrar varios testimonios.

Incluso hubo una persona opositora que logró burlar a la Seguridad del Estado y llegó a ser nominado por sus vecinos en la municipalidad de Palma Soriano. La respuesta del régimen fue amenazarlo para que renunciara a su candidatura. Como no se doblegó, simplemente la anularon.

Es difícil creer que dos personas tan formadas como el magistrado Mata y el exmagistrado Nava no tengan esta información, mucho menos cuando visitaron recientemente la Isla, según sus propias declaraciones.

Toda esta información es de acceso público. Cuba es una dictadura que lleva más de 60 años violando los derechos políticos de los ciudadanos.

El TEPJF le ha hecho un flaco favor a la democracia con este evento, mientras que para la dictadura cubana significa un respaldo.

* Jesús Delgado Valery (@JesusDValery) es Director Ejecutivo de Transparencia Electoral (@TransparenciaAL).