El fenómeno de los negacionistas: los conspiranoicos que aseguran que el virus no existe

A demonstrator attends a protest against nationwide restrictions against COVID-19 in Madrid, Spain, Sunday, Aug. 16, 2020. Banner reads in Spanish "The Virus doesn't exist". (AP Photo/Andrea Comas)
Un manifestante niega la existencia del coronavirus en una manifestación realizada en Plaza de Colón, Madrid, el 16 de agosto de 2020. (AP Photo/Andrea Comas)

Los negacionistas no surgieron con el coronavirus, pero desde la llegada de la pandemia sus voces han ganado fuerza. Veintidós millones de casos confirmados y casi 800 mil muertos no son suficientes para convencerlos de que el virus existe y hay que tomar medidas para evitar los contagios.

La emblemática Plaza Colón de Madrid fue el punto de encuentro de unas 3.000 personas a mediados de agosto que rechazan el uso de la mascarilla y las medidas sanitarias básicas porque consideran que no hay pruebas científicas suficientes que justifiquen las restricciones de sus libertades individuales.

El cantante Miguel Bosé fue una de las personalidades que respaldó la convocatoria y ha expresado públicamente que el desarrollo de la vacuna contra el SARS-coV-2 es un plan macabro y supremacista de las farmacéuticas.

Aunque el público está acostumbrado a verlo nadar contra la corriente, la posición negacionista de Bosé ha causado sorpresa porque su madre, Lucía Bosé, murió por complicaciones del COVID-19 en marzo, justo cuando España quedó paralizada por el estado de emergencia por el desbordamiento del sistema hospitalario.

El artista primero arremetió contra Bill Gates con una teoría "conspiranoica" con la que acusó al magnate de querer controlar al mundo con la inoculación masiva de microchips y nano tecnología ofrecida por el proyecto Gavi. Los expertos en verificación de datos confirmaron que Bosé sólo repetía un bulo y que el cuestionado proyecto es en realidad una alianza internacional para distribuir vacunas contra enfermedades infecciosas infantiles.

¿Y los QAnon?

Del otro lado del Atlántico, los negacionistas también se han hecho escuchar.

Los grupos QAnon también tienen años buscando adeptos en el ciberespacio, pero desde hace unos meses se han convertido en el lugar de referencia para los seguidores de las teorías de la conspiración y los que se oponen a las vacunas.

Un informe de Facebook, mencionado por la cadena de noticias NBC, dijo que existían al menos mil grupos QAnon, con millones de miembros.

Uno de sus seguidores más visibles es Melissa Rein Lively, quien ahora es conocida como QAnon Karen.

En febrero era una emprendedora con un próspero negocio de mercadeo con clientes importantes como la cadena de hoteles Hyatt y que se compró una mascarilla con filtro por temor a los contagios.

Cinco meses más tarde, Rein Lively transmitió por streaming su propio ataque de nervios en el que destruyó la sección de mascarillas y protectores de la tienda por departamento Target.

Al ser interrogada por la policía, dijo ser la portavoz de QAnon. Su furia consiguió 10 millones de vistas. Recientemente se conoció que Rein Lively fue diagnosticada con desorden bipolar.

Muchas personas como Rein Lively, que comenzaron en comunidades de bienestar, salud alternativa, religión en Facebook, Twitter e Instagram, luego son introducidas a grupos extremistas como QAnon porque comparten creencias comunes sobre la energía o la sanación, y también por la recomendación del algoritmo que junta a los similares.

Las objeciones al uso de las mascarillas han surgido desde distintos colectivos y por razones específicas, como la negativa de la población negra a cubrirse la cara de noche para evitar ser discriminados y acusados de delitos por la policía.

Pero los videos virales con llamamientos exaltados contra la protección facial se han convertido en símbolos de lucha para los círculos de conspiranoicos.

Expertos en procesos de radicalización dijeron a NBC News que Rein Lively siguió el patrón de comportamiento de muchos negacionistas.

Esas personas fueron confinadas en sus casas y obligadas a perder trabajo y oportunidades de negocios durante semanas debido a la pandemia. En vez de llenar su tiempo libre creando nuevos proyectos o intercambiando con amigos por las redes sociales, individuos como Rein Lively se dedicaron a profundizar en las variadas teorías de la conspiración que abundan en internet, lo que empeoró su sensación de aislamiento y miedo.

Algunos, como Bosé, terminan creyendo en verdaderos planes siniestros sobre Gates, la tecnología móvil 5G, las vacunas, las mascarillas y el ambiente.

Uno de los hallazgos de las firmas de análisis de social media es la propensión del algoritmo de Facebook a atraer a los usuarios hacia los grupos extremistas.

Sobre la rumorología

Pablo Francescutti, sociólogo, profesor e investigador en el Grupo de Estudios Avanzados de Comunicación de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), dijo que las teorías conspiranoicas han seguido de cerca al virus.

"El 20 de enero se notificó en Estados Unidos el primer contagio y al día siguiente el influencer Jordan Sather ya afirmaba por YouTube que el SARS-CoV2 había sido patentado por un laboratorio británico. El infundio fue replicado de inmediato por los círculos conspiranoicos y grupos antivacunas, y luego por públicos más amplios", escribió el académico en la publicación científica Sinc.

Sobre la avidez de lo que llama "rumorología", Francescutti dijo que la plataforma News Guards ha identificado a 142 webs con información falsa y potencialmente peligrosa sobre el COVID-19 en países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania.

Los chinos levantaron muchas sospechas por ser el lugar donde se originó la infección, pero muchas de las teorías tienen un origen fantástico porque giran en torno a un arsenal biológico creado por el escritor Dean Koontz en la novela Los ojos de la oscuridad.

Algunos sectores creen que la pandemia fue causada por las firmas farmacéuticas para impulsar el uso de ciertos medicamentos como la hidroxicloroquina. Y otros, como el depuesto líder boliviano Evo Morales, señalan que lo que ocurre es un genocidio planificado por Estados Unidos y las trasnacionales para reducir a la población mundial.

Un estudio de opinión realizado en Francia demostró que los negacionistas no se limitan a un pequeño grupo de excéntricos, sino que se ha convertido en una corriente de pensamiento que cada vez posee más peso social.

Una encuesta de la fundación francesa Jean Jaurés indicó que el 17 % de los franceses cree que el virus fue creado intencionalmente, cifra que se alcanza al 40 % en los votantes de la ultraderecha.

Los especialistas aseguran que todos los relatos expuestos reciclan narrativas preexistentes. "Combinan fragmentos sueltos de historias almacenadas en la memoria colectiva para configurar vistosas remezclas. De ahí que un modo eficaz para determinar si una explicación extravagante es conspirativa sea estudiar su semejanza con otras difundidas previamente", explicó Francescutti.

En esas operaciones de bricolaje se reciclan temores incrustados en la opinión pública que salen a la superficie en circunstancias críticas, acotó el investigador.

Negar, tergiversar y mentir

El término negacionismo fue utilizado por el historiador francés Henry Rousso en 1987 para distinguir el revisionismo histórico legítimo en los estudios sobre el Holocausto y la negación del Holocausto por motivos políticos, que él llamó negacionistas, escribió el ex funcionario estadounidense Garry Gamble.

Otra definición la ofreció el ex agente de la CIA, Tennent H. Bagley, quien fue jefe de la unidad de contrainteligencia soviética. Afirmó que el negacionismo histórico aplica técnicas de investigación, citas y presentación para engañar al lector y negar hechos históricos. Para ello usan documentos falsos como fuentes genuinas, ofrecen elaborados razonamientos para sembrar dudas, sacan provecho de opiniones calificadas al citarlas fuera de contexto y traducen equivocadamente textos escritos en lenguas extranjeras.

El periodista e investigador Andrew Nagorski aseguró en la revista Newsweek en 2008 que el negacionismo funciona como una forma de propaganda porque niega la validez de registros documentales sobre un hecho y reinterpreta la explicación para engañar al lector, el oyente y el espectador.

Han pasado doce años desde la publicación de Nagorski pero sus conceptos pudieran aplicarse en 2020 en la marea de bulos y noticias falsas que usan los conspiranoicos para refutar la existencia del SARS-CoV-2.

El funcionamiento de las redes sociales dificulta identificar quiénes impulsan el movimiento negacionista del Covid-19 y con qué objetivo. Pero al distorsionar las recomendaciones médicas y los estudios científicos para aupar el rechazo de la mascarilla, el distanciamiento social y el desarrollo de vacunas están jugando con la vida de millones de personas.

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