¿La nueva temporada de The Crown llega en el “peor momento” para Carlos III?
LONDRES.– ¿La versión maquillada de The Crown es perjudicial para la versión real de la corona?
Netflix estrenó ayer la quinta temporada, pero la fecha es totalmente fortuita: en este momento el interés general por la monarquía británica es alto debido a la reciente muerte de su icónica reina y al ascenso de su eterno heredero al trono. Pero es también una ocasión sumamente incómoda para el rey Carlos III: justo ahora que está intentando imprimirle un tono propio a su reinado, una serie de televisión pasa revista a algunos de los capítulos más dolorosos de su vida, y le recuerda a los espectadores que una vez fue el mal marido de un triste matrimonio.
Para el público extranjero, The Crown es mero entretenimiento, pero en Gran Bretaña hay mucho más en juego. Netflix ahora le ha agregado la etiqueta de “dramatizaciones ficcionales”, pero en Gran Bretaña esos personajes son caras que están en los billetes. No son solo líneas argumentales, sino que alimentan la historia y la identidad del país.
Y a diferencia de temporadas anteriores, donde aparecían personajes históricos de la Segunda Guerra Mundial, como Winston Churchill, muchos de los personajes de la quinta temporada están vivitos y coleando.
Si Carlos es mostrado como un mal tipo, importa para el futuro de la monarquía y su proyección de “poder blando” a nivel global.
Mientras que la reina Isabel II era adorada por todos, Carlos apenas cae bien, y en el 44% de los británicos. Los demás son neutrales o lo rechazan.
“La nueva temporada de The Crown no podía llegar en un peor momento”, dice Anna Whitelock, profesora de historia de la monarquía de la Universidad de la City de Londres. “Justo cuando Carlos y Camilla están tratando de afianzarse como rey y reina de los británicos.”
Los ex primeros ministros también dijeron lo suyo. John Mayor dijo que la serie “es una carrada de sinsentidos”, y muy irritado, Tony Blair descalificó varios puntos de la trama tildándolos de “total y absoluta basura”.
Mientras tanto, los historiadores y biógrafos de la realeza debaten sobre las descripciones que hace la serie y el mensaje que transmite.
Penny Junor, autora de The Firm: The Troubled Life of the House of Windsor, considera que la nueva temporada “no solo es muy injusta, sino también muy dañina”.
“Muchos van a pensar que lo que ven es lo que realmente pasó”, dice Junor. “Y no hay aclaraciones o advertencias previas que puedan impedirlo.”
En un sondeo reciente realizado en Gran Bretaña por YouGov, menos del 20% de los encuestados dijo creer que la serie era totalmente o mayormente verídica. Pero los encuestados de entre 18 y 24 años revelaron ser tres veces más propensos que los mayores de 65 a creer que se ajustaba a la realidad. Además, las encuestas no necesariamente reflejan lo que se filtra en el inconsciente de la gente.
Robert Lacey, biógrafo de la realeza y consultor histórico de The Crown, defiende la nueva temporada a capa y espada.
“De todas las temporadas, de todas las décadas, ésta es la que tiene bases más sólidas”, dice Lacey. “Y no solo de hechos concretos, sino de testimonios personales, de Carlos y de Diana.” Cabe recordar que tanto Carlos como Diana aportaron su testimonio a varios libros donde hablaron de la infelicidad de su matrimonio.
“Yo defiendo la rigurosidad histórica”, dice Lacey, y agrega que The Crown efectivamente agrega conversaciones que no se sabe si existieron. Pero aclara que “entre los detalles y las grandes verdades hay una gran diferencia”.
¿Puede beneficiarlo?
Algunos críticos de televisión de preguntan si la serie puede alimentar el morbo del público y potenciar su afecto por Carlos, que a pesar de ser mostrado como un adultero capaz de ser cruel con su esposa, es tratado por la serie con relativa simpatía.
“En el mejor de los casos, The Crown es sobre personas falibles que lidian como pueden con un privilegio maldito”, escribió el crítico del diario inglés The Guardian, que no encontró mucho más de positivo para decir.
El actor Dominic West, que interpreta a Carlos en la nueva temporada, le dijo a Entertainment Weekly que hasta la descripción que hace la serie del momento más escandaloso de la vida del entonces príncipe —cuando se filtró la grabación de una sórdida conversación entre Carlos y su entonces amante, Camilla—, “me inspiró una profunda compasión por ambos y por la situación que atravesaban”.
“En retrospectiva, y tras haber interpretado ese papel, me doy cuenta de que la culpa no era de ellos, que no eran más que dos amantes que mantienen una conversación privada”, dijo West. “Lo que sí queda claro es lo invasivo y desagradable que fue el grado de atención y de cobertura de la prensa, que publicó la transcripción exacta de la charla, y hasta había un número de teléfono al que se podía llamar para escuchar directamente la grabación.”
El primer episodio de la quinta temporada es notable. Transcurre en 1991, en una Gran Bretaña lluviosa, sumida en la recesión y carente de ideas, y con el príncipe Carlos de un saco azul cruzado que pisa el acelerador de su amado auto deportivo y complota contra una reina Isabel desaliñada que usa un peinado tipo casco.
Robert Hardman, autor de Queen of Our Times, dice que vio los 10 episodios por anticipados, antes del estreno en Netflix, y que la nueva temporada “cruza la raya”.
Según Hardman, no le molestan tanto las “pifiadas inofensivas” —como que la princesa Margarita, hermana de la reina, aparezca haciendo una visita en un programa de radio de la BBC una década después de que realmente ocurrió—, sino las líneas argumentales sin fundamento, como cuando la reina reprende al entonces presidente ruso Boris Yeltson por el destino de la familia Romanov.
“La imagen que queda es la caracterización de la reina como una sentimentalista egoísta e introvertida que no entiende lo que pasa”, dice Hardman. “No estoy diciendo que no se pueda criticar a la monarquía, pero están creando una imagen falsa de la mujer que fue y de lo que hizo en su momento.”
“El problema grave es que pasa a ser relato establecido”, dice Hardman. “La forma en que el mundo absorbe la historia de la realeza.”
Por Willian Booth y Karla Adam
Traducción de Jaime Arrambide