En Tailandia, una madre se llena de dicha al saber vivo a su hijo

Anucha Angkaew, quien trabajaba en una plantación de aguacates en Israel, había ganado lo suficiente para construirse una casa en Tailandia. Tras su secuestro, su familia temió que nunca volviera para verla. (Lauren DeCicca/The New York Times)
Anucha Angkaew, quien trabajaba en una plantación de aguacates en Israel, había ganado lo suficiente para construirse una casa en Tailandia. Tras su secuestro, su familia temió que nunca volviera para verla. (Lauren DeCicca/The New York Times)

El ataque del 7 de octubre en Israel ha conmocionado al país del sudeste asiático, del que provenían varios de los rehenes que capturó Hamás.

Watsana Yojampa llevaba casi dos meses esperando junto al teléfono, preguntándose si recibiría buenas noticias o el peor mensaje posible que una madre pudiera oír.

Poco después del ataque del 7 de octubre dirigido por Hamás en el sur de Israel, en el que unos 240 rehenes fueron trasladados a Gaza, el hijo de Watsana, Anucha Angkaew, apareció en una fotografía que circuló por las redes sociales en la se le veía con otros tres hombres retenidos a punta de pistola, con las manos en la espalda.

El domingo a las 4 a. m., Watsana recibió la llamada que estaba esperando. Su sobrina se enteró por la red social X de que Anucha, agricultor de aguacates en Israel, había sido liberado, y llamó a su tía. Cuatro horas después, funcionarios de la embajada tailandesa confirmaron la noticia a Watsana.

“Estoy tan contenta, tan encantada, que no hay palabras para explicarlo”, dijo Watsana por teléfono. “Me han dicho que mi hijo está ahora al cuidado de un equipo médico en un hospital para un chequeo. Espero que esté bien y a salvo”.

Anucha fue uno de los cuatro rehenes tailandeses liberados el domingo por Hamás como parte de un intercambio con Israel. El primer ministro tailandés, Srettha Thavisin, dijo el domingo que los otros tres eran Natthaphon Onkaew, Khomkrit Chombua y Manee Jirachat. (Sus nombres estaban escritos en tailandés, y The New York Times los transliteró).

Srettha dijo en X que los cuatro hombres estaban sanos y no necesitaban atención médica urgente, y que su salud mental parecía estar bien. Pidieron ducharse y ponerse en contacto con sus familiares, según Srettha.

Por otra parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores tailandés dijo el domingo que las autoridades israelíes habían aumentado en dos el número de ciudadanos tailandeses que creen secuestrados. Eso significa que hay más ciudadanos tailandeses que siguen siendo rehenes.

El ataque del 7 de octubre en la Franja de Gaza ha conmocionado a Tailandia, que, más que ningún otro lugar fuera de Israel y los territorios palestinos, se ha llevado la peor parte de la guerra. El país es la mayor fuente de mano de obra agrícola extranjera en Israel: más de 30.000 personas procedentes de regiones rurales empobrecidas trabajaban en el sector agrícola israelí antes del ataque.

Tailandia ha emprendido su propia campaña diplomática para recuperar a sus ciudadanos. Después de que el ministro de Relaciones Exteriores tailandés viajara a Doha, Catar, el 31 de octubre, Catar empezó a trabajar por la liberación de los rehenes tailandeses en un canal de mediación separado con Hamás, según dos funcionarios informados de las conversaciones. Funcionarios egipcios, que se reunieron con funcionarios tailandeses, también ayudaron a negociar.

A principios de este mes, Watsana dijo a los periodistas de The New York Times que la hija de 7 años de Anucha seguía sin saber qué le había ocurrido a su padre en Israel.

“¿Por qué hacen daño a los tailandeses; por qué secuestran a mi hijo?”, preguntó entonces Watsana. “No tenemos nada que ver con su guerra”.

Pirada Anuwech colaboró con la reportería.

Sui-Lee Wee es la jefa del buró del sudeste asiático del Times y supervisa la cobertura de 11 países de la región. Más de Sui-Lee Wee

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