Supervivientes de terremoto de Marruecos cargan burros con suministros para llegar a pueblos aislados

Por Alexander Cornwell y Ahmed Eljechtimi

AFUERAS DE AGNDIZ, Marruecos, 13 sep (Reuters) - Con muchas carreteras todavía bloqueadas por los deslizamientos de tierra, algunos marroquíes cargaron el miércoles burros con suministros para llevarlos a comunidades de zonas remotas inaccesibles en vehículo, mientras otros buscaban entre las ruinas de sus casas y lloraban la pérdida de familiares.

El sismo de magnitud 6,8 que sacudió el Alto Atlas a última hora del viernes dejó al menos 2.901 muertos y 5.530 heridos, según las últimas cifras oficiales, lo que lo convierte en el más mortífero en Marruecos desde 1960 y el más potente desde al menos 1900.

Junto a la carretera, Iydouhmad Mohamed, de 42 años, de Agndiz, en el Alto Atlas, clasificaba paquetes de suministros de socorro para su pueblo, a 12 km de distancia y accesible sólo en burro. "En mi pueblo ha muerto mucha gente. Algunas familias han perdido a 15 parientes", dijo.

"Necesitamos tiendas de campaña. Lo que tenemos no es suficiente. La gente, incluidos los niños, duermen al aire libre sólo cubiertos con mantas", agregó.

El Ejército lidera las labores de auxilio, respaldado por grupos de ayuda y equipos enviados por otros cuatro países, pero el terreno escarpado y abrupto y las carreteras dañadas han hecho que la respuesta sea desigual, y algunas de las aldeas más afectadas han sido las últimas en recibir ayuda.

Abdallah Houssein, de 40 años, del pueblo de Zawiyate, en el Alto Atlas, dijo: "Aquí no hay carreteras. Nadie puede retirar las rocas que se desplomaron de la montaña". "Este es el sexto día después del terremoto. Seguimos durmiendo al aire libre con nuestros hijos. No tenemos mantas", agregó.

Se instalaron hospitales de campaña y refugios en lugares más accesibles, pero algunos supervivientes expresaron su frustración por la lentitud inicial de la respuesta de emergencia. El rey Mohammed hizo el martes su primera aparición televisada desde el temblor, reuniéndose con heridos en un hospital de Marrakech.

Según testigos de Reuters, el miércoles se había producido un notable aumento del número de soldados, policías y trabajadores de socorro cerca del epicentro. Se estaban levantando o ampliando tiendas de campaña, los hospitales de campaña estaban muy ocupados y los helicópteros sobrevolaban la zona.

Los médicos trataban fracturas óseas, cortes y traumatismos provocados por la caída de edificios, además de asistir a personas con enfermedades crónicas como la diabetes, ante la escasez de suministros médicos.

FAMILIAS DESTRUIDAS

En el pueblo de Outaghrri, arrasado casi en su totalidad y donde murieron cuatro personas, los supervivientes sin hogar han pasado las cinco noches transcurridas desde el terremoto durmiendo a la intemperie en el patio de la escuela, uno de los pocos espacios no cubiertos por los escombros.

"Es muy duro. Hace frío", afirmó Said Ait Hssaine, de 27 años, quien relató que los supervivientes temían las réplicas y luchaban por asimilar la tragedia. "Lo guardamos todo dentro. La gente de aquí es un poco dura y no pueden mostrarse débiles o llorar, pero por dentro sólo quieres ir a algún sitio y llorar".

La aldea acababa de recibir una remesa de tiendas de campaña suministradas por el gobierno, pero no eran impermeables, lo que suponía una grave preocupación.

"La vida era difícil aquí, incluso cuando la gente vivía en sus casas. Aquí nieva. Las tiendas no resolverán el problema", lamentó Ouazzo Naima, de 60 años, que perdió a ocho familiares en el terremoto.

En Talat N'Yaaqoub, una pequeña ciudad que sufrió grandes daños pero que también se ha convertido en un centro de ayuda, los pacientes recibían tratamiento en la parte trasera de ambulancias aparcadas en una larga hilera junto a un campamento de tiendas de campaña para supervivientes.

Ahí, Imane ait Said, una estudiante de 19 años, miraba los escombros de su casa tras regresar de la ciudad de Fez, donde estaba estudiando. Perdió a 10 miembros de su familia en el terremoto, incluido su hermano.

"Todos mis recuerdos están aquí, mi familia, mis amigos, mis vecinos. Todos murieron y perdieron sus casas en esta zona", confesó.

"Mi hermano era un chico muy amable, todos los vecinos lo conocían y lloraron por él cuando murió porque siempre que alguien le pedía algo o le hacía un favor, él nunca se negaba (...) Le iba bien en el colegio: este año acaba de aprobar segundo de secundaria", narró.

(Reporte adicional de Janis Laizans y Emilie Madi; Escrito por Estelle Shirbon y Alexandra Hudson; Editado en español por Raúl Cortés Fernández)