‘Sucession’, versión Disney
A las 5 p. m. del 25 de febrero de 2020, Bob Chapek y Bob Iger se acomodaron en sillas de director iguales en los estudios de Disney para una serie de entrevistas en vivo con los medios de comunicación. La empresa acababa de sorprender a casi todo el mundo anunciando que el poco conocido Chapek sustituiría al popularísimo Iger como director ejecutivo.
Chapek, calvo y fornido, e Iger, canoso, pero todavía garboso, su contraste era inmediato, a pesar de que ambos vestían traje azul marino, camisa blanca de cuello abierto y se llamaban Bob. Para evitar confusiones, algunos se referían a ellos como “Bob Uno” y “Bob Dos”, o “Bob el Grande” y “Bob el Pequeño” (aunque Chapek era más alto y pesado). Y luego estaban “Bob el Guapo” y “Bob el Aburrido”.
En una entrevista con Julia Boorstin, de CNBC, Chapek aduló a su predecesor. “Obviamente, tengo mucho que hacer”, dijo con los ojos muy abiertos, alabando la “magia” de Iger al frente de Disney. Los 15 años de Iger como director ejecutivo habían sido tan exitosos que se había planteado presentarse a las elecciones presidenciales como demócrata. La reina Isabel II le nombró caballero justo antes de morir.
Iger dijo que él y Chapek habían trabajado juntos “extremadamente bien”, pero a continuación matizó ese elogio: “En realidad, nuestro equipo directivo ha trabajado bastante bien”.
Chapek esperó en vano algo más efusivo, más personal.
Cuando las preguntas —y la atención— se dirigieron por completo a Chapek, el comportamiento habitualmente relajado de Iger se endureció. Su mirada se desvió hacia abajo, lejos de Chapek, y parecía cada vez más incómodo. Se cruzó de brazos.
Chapek conocía muy bien el lenguaje corporal y las expresiones de Iger. “Esto no está bien”, pensó.
Y tenía razón. Pero lo que no sabía era que él y Iger estaban a punto de enfrentarse en una épica lucha por el poder empresarial con pocos rivales en la historia de los negocios.
Cuando Iger dimitió como director ejecutivo —de forma abrupta, apenas unas semanas antes de que la pandemia de coronavirus sumiera a Disney en la peor crisis de su historia—, el consejo de administración de la empresa acordó que podría permanecer como “director creativo” y presidente ejecutivo del consejo otros dos años.
El acuerdo estuvo a punto de fracasar por la cuestión de ante quién respondería exactamente Chapek: Iger o la junta directiva. Un compromiso de última hora, alcanzado sin votación del consejo, hizo que Chapek respondiera ante ambos. Eso resultó ser una receta para el conflicto, como Chapek pronto empezó a darse cuenta.
A las pocas semanas de asumir el cargo como director ejecutivo, Chapek expresó su frustración. “No puedo sobrevivir otros dos años así”, le dijo Chapek a Arthur Bochner, su jefe de personal. Iger “no se va a ir. Estará aquí hasta que se muera”.
A Bochner le preocupaba que Chapek renunciara. Al final, Chapek se vio privado incluso de esa opción. El consejo lo despidió justo antes del Día de Acción de Gracias de 2022.
Como temía, su sucesor fue Iger.
The New York Times ha reconstruido lo que sucedió dentro de Disney durante esos fatídicos meses hablando con decenas de personas directamente involucradas. Muchos de ellos hablaron extensamente por primera vez sobre lo que ocurrió, algunos solo bajo la condición del anonimato debido a sus acuerdos de confidencialidad con Disney. En cada caso en que en este artículo se reconstruye una conversación pasada, las palabras pronunciadas han sido confirmadas por múltiples personas con conocimiento de las conversaciones.
Esas conversaciones revelan cómo el consejo de administración y los ejecutivos de Disney estuvieron consumidos por el conflicto y el drama justo cuando la empresa enfrentaba una agitación histórica en la industria del entretenimiento. Cuando la pandemia llegó, justo cuando Chapek asumió el cargo, la compañía tuvo que cerrar temporalmente sus lucrativos parques temáticos. En la primavera de 2022, la burbuja de las plataformas de transmisión en continuo estalló, provocando la huida de los inversores en todas las acciones en medios de comunicación, incluidos los de Disney.
Pero dentro de Disney, gran parte de la atención se centró en tratar de gestionar las tensiones entre Iger y Chapek.
Esos problemas han vuelto a cobrar importancia ahora, cuando Disney se embarca en otra búsqueda para encontrar a alguien que suceda a Iger, cuyo contrato finaliza el 31 de diciembre de 2026.
El ‘nido de víboras’
Para una empresa que anuncia sus parques temáticos como el “lugar más feliz del mundo”, la sede corporativa de Disney ha sido durante mucho tiempo todo lo contrario: un hervidero de intrigas y luchas de poder. El antiguo jefe de personal de Chapek dijo que la suite ejecutiva del sexto piso era un “nido de víboras”.
Iger ascendió al cargo hace casi dos décadas, tras una disputa de poder entre Michael Eisner, jefe ejecutivo durante muchos años, y Roy E. Disney, sobrino de Walt Disney y miembro del consejo de administración de Disney. Por aquel entonces, Eisner ya había ascendido y despachado a dos sucesores elegidos a dedo, Jeffrey Katzenberg, quien se convirtió en cofundador de DreamWorks, y Michael Ovitz, quien fuera el agente más poderoso de Hollywood.
Iger, quien empezó su carrera como hombre del tiempo en un canal de cable del norte del estado de Nueva York, había prometido no seguir nunca los pasos de Eisner. Entre sus amigos, se burlaba de los temores de Eisner a dejar Disney: que sus llamadas a los agentes del poder no fueran atendidas y que no pudiera conseguir reservas en los mejores restaurantes. Dijo a Chapek y a otros que nunca se quedaría más de 10 años.
Iger parecía estar a punto de cumplir su promesa. En una ocasión, cuando Chapek dirigía la división de productos de consumo de Disney, Iger le hizo una rara visita no programada a su oficina, a varios kilómetros de la sede corporativa. Iger le preguntó si pensaba que Jay Rasulo o Tom Staggs, dos de sus principales lugartenientes, debían sucederlo como director ejecutivo.
“¿Quieres mi respuesta honesta?” Respondió Chapek. “Ninguno de ellos”.
“Eso es lo que pensé que dirías”, respondió Iger, según Chapek, y procedió a enumerar sus respectivos defectos.
Fue el primer indicio que tuvo Chapek de que podría ser el sucesor elegido por Iger.
Pero sus esperanzas se desvanecieron cuando, en febrero de 2015, Iger nombró a Staggs, entonces presidente del parque temático, director de operaciones y presunto heredero. Al mismo tiempo, el consejo prorrogó el contrato de Iger dos años, hasta 2018, con la expectativa de que Iger dedicara gran parte de ese tiempo a preparar a Staggs como su sucesor.
Pero Iger se decepcionó con él. Se quejó de que Shanghái Disneyland, el proyecto de Staggs, estaba retrasado y por encima del presupuesto. Iger echó a Staggs en abril de 2016.
Chapek volvía a ser candidato.
Empezó a trabajar en Disney en 1993 en el departamento de cintas VHS y llegó a supervisar toda la distribución de películas. En 2011, se hizo cargo de la división de productos de consumo de Disney, que pronto se inundó con ventas de mercancías de Frozen. En 2015, Chapek fue ascendido a director de parques temáticos, donde supervisó al menos 24.000 millones de dólares en inversiones de capital, incluidas las nuevas atracciones de Star Wars, Avengers y Toy Story.
Chapek era un consumado hombre de empresa, leal a Iger hasta la sumisión/el servilismo. Solo entre los altos directivos de Disney, llamaba habitualmente a Iger “Jefe” en lugar de “Bob”, lo que a Iger le resultaba simpático.
Al mismo tiempo, Chapek carecía del carisma de Iger y no era un comunicador natural; incluso Chapek reconoció que tenía baja “IE”, o inteligencia emocional. Iger le instó a que mejorara sus modales.
Iger le dijo a Chapek que programara una serie de reuniones individuales con los directores de Disney para establecer una buena relación y exponer su visión del futuro de la empresa. Pero a finales de 2017, Disney llegó a un acuerdo para comprar los activos de entretenimiento de 21st Century Fox. Iger recibió una gran bonificación por consumar el acuerdo —premios en acciones de hasta 142 millones de dólares al precio entonces vigente de las acciones— y el consejo prorrogó su contrato por sexta vez. Ahora se jubilaría a finales de 2021.
Chapek canceló sus planes de reunirse con los directores.
¿Hay vida después de Disney?
Un director ejecutivo de Disney es una celebridad instantánea. Él (todos han sido hombres) preside lo que se percibe como algunos de los negocios más poderosos y glamurosos del mundo: los estudios de cine Marvel, Disney, Pixar, Lucasfilm y 20th Century; la cadena de televisión ABC y su división de noticias; canales de cable como ESPN, FX y National Geographic. Sus 12 parques temáticos atrajeron a 142 millones de visitantes en 2023. E incluso para los estándares de un director ejecutivo, el salario es enorme. Forbes calcula el patrimonio neto de Iger en más de 700 millones de dólares.
Con un yate, un jet corporativo, poder e influencia, Iger y su esposa, Willow Bay, ex presentadora de televisión y actual decana de la facultad de periodismo de la Universidad del Sur de California, se codean con una multitud selecta: Barack y Michelle Obama, Jeff Bezos, Steven Spielberg, David Geffen y Oprah Winfrey, entre otros.
Una vez en el puesto, Iger se preguntó, como hizo Eisner antes que él: si se le despojara de su poder y de su remuneración multimillonaria en Disney, ¿disminuiría su atractivo? Durante varios años, el portamatrículas del Porsche plateado de Iger planteó la pregunta: “¿Hay vida después de Disney?”.
Había aspectos del trabajo que Iger no disfrutaba especialmente, como las presentaciones de resultados y ser interrogado por los analistas de Wall Street. Ya estaba cansado de las reuniones presupuestarias.
A menudo se quejaba con Chapek (y con los miembros del consejo) de su remuneración. Era una fuente frecuente de tensión entre él y Susan Arnold, quien formó parte del comité de remuneraciones durante muchos años. Iger señaló repetidamente a Leslie Moonves, el director ejecutivo de CBS, quien cobraba más que él a pesar de que CBS era mucho más pequeña y menos compleja. En 2017, Moonves ganó 69,3 millones de dólares, Iger 36,3 millones, apenas la mitad. Un director de Disney lo llamó “envidia de Moonves”. En 2018, los accionistas rechazaron la compensación de Iger en una votación no vinculante; Disney ganó la aprobación en 2019 solo después de que Iger aceptara un paquete de compensaciones más pequeño.
Iger también reflexionó sobre una conversación que había tenido con Steve Jobs poco antes de que el cofundador de Apple muriera en 2011. Jobs había instado a Iger a no permanecer tanto tiempo en Disney que terminara privándose de algunas de las grandes cosas que la vida tenía que ofrecer.
Cuando la junta directiva de la compañía se reunió en diciembre de 2019, Iger abordó la idea de dar un paso atrás, pero no irse por completo. “¿Por qué no aceleramos el proceso?”, sugirió Iger. Chapek fue su elección para sucederlo. Iger dijo al consejo que Chapek conocía bien la marca, la respetaba y no le haría daño. También dijo que Chapek era muy íntegro.
Uno de los directivos de Disney, Mark Parker, había decidido recientemente dejar su puesto de director ejecutivo de Nike y convertirse en presidente ejecutivo. Iger propuso hacer lo mismo. Ese modelo le permitiría permanecer en Disney durante el resto de su contrato haciendo lo que más le gustaba, supervisar los esfuerzos creativos de la empresa. Chapek se convertiría en el director general y se encargaría de todo lo demás. Un elemento crucial era que todos los líderes de división informarían a Chapek, pero Chapek informaría a Iger, dejando a Iger a cargo en última instancia. También había un incentivo financiero obvio: Iger todavía tenía más de 100 millones de dólares en opciones sobre acciones sin invertir y su liderazgo podría ayudar a proteger su valor.
Safra Catz, directora ejecutiva de Oracle y miembro del consejo de Disney, se opuso. ¿Por qué nombrar a Chapek director ejecutivo en lugar de director de operaciones?
Iger dijo que no quería que se repitiera la situación con Staggs, en la que la gente pensaba que Staggs solo estaba haciendo una audición para el puesto más alto y que podrían esquivarlo acudiendo a Iger.
Pero en una rara muestra de resistencia, la junta directiva no fue persuadida. Acordó considerar la cuestión durante las fiestas de fin de año.
Cuando los miembros de la junta directiva se reunieron a finales de enero de 2020, en Los Ángeles, ya habían cambiado de opinión. Iger le comunicó las buenas noticias a Chapek inmediatamente después, diciéndole que se haría un anuncio en solo tres semanas, el 25 de febrero.
¿Por qué tanta prisa? Zenia Mucha, jefa de comunicación de Disney y estrecha asesora de Iger, aconsejó retrasar el nombramiento; no estaba de acuerdo con todo el plan, incluida la elección de Chapek. Pero Iger se mostró inflexible.
A mediados de febrero, el coronavirus se estaba extendiendo ampliamente, y la presión que podría ejercer sobre la empresa era cada vez más evidente. Iger había recibido en Nueva York un informe detallado del equipo de ABC News que cubría la noticia. Los parques temáticos de Disney en Shanghái y Hong Kong ya habían cerrado.
David Jefferson, un vocero de Disney, dijo que la pandemia no tenía nada que ver con el momento del cambio de liderazgo. Los miembros de la junta directiva están de acuerdo pero, cuando se les presiona, no ofrecen otra explicación de la precipitación que la de que eso era lo que Iger quería.
‘No lo entorpezcas’
Cuando Chapek compartió la buena noticia de su ascenso con su esposa, Cindy, ella se mostró escéptica. “Ya hemos oído eso antes”, le dijo. Pero la principal consejera independiente de la junta, Arnold, voló desde su casa en Oregón para reunirse con Chapek en la Rotunda, como se conoce al comedor ejecutivo de Disney. Allí le confirmó que era la elección unánime del consejo para suceder a Iger como director ejecutivo. “Va a pasar de verdad”, le aseguró Arnold.
A Chapek le dijeron que no había tiempo para que se reuniera con otros directores. Aunque ya se habían reunido con Chapek en sus anteriores cargos, la idea de que no hubiera tiempo o necesidad de entrevistarlo para evaluar su capacidad para ejercer de director ejecutivo, por no hablar de explorar su visión del futuro de una empresa en medio de un profundo cambio, parece inexplicable.
Arnold reconoció que el inusual acuerdo, en el que Iger permanecería como presidente ejecutivo y director creativo, planteaba un posible conflicto. Instó a Chapek a ser respetuoso con él. “No lo presiones” en cuestiones creativas, aconsejó. “No lo entorpezcas”.
En particular, Chapek no se incorporararía a la junta directiva de Disney, lo que no es habitual, ya que casi todos los directores ejecutivos son también miembros de la junta, en muchos casos como presidentes. Pero la junta quería un periodo de prueba para Chapek, y quería enfatizar que estaría bajo las órdenes de Iger. Sería incómodo que Chapek fuera también miembro del consejo responsable de la supervisión de Iger.
En los días previos al anuncio, Iger solo se lo comunicó a un puñado de altos ejecutivos, entre ellos Christine McCarthy, directora financiera. Como casi todos los que se enteraron de la noticia, se quedó sorprendida. Al tiempo que se comprometía a ayudar a Chapek a triunfar, señaló algunos de sus puntos débiles: no sabía casi nada del negocio de la televisión, no sabía nada de programación deportiva, no tenía muchas relaciones con los talentos de Hollywood, no había tratado con Wall Street.
Iger estuvo de acuerdo en que Chapek no parecía especialmente creativo. Pero Iger se había enfrentado a las mismas críticas cuando fue nombrado presidente de ABC Entertainment en 1989.
“Creo que puede hacerlo”, insistió Iger. “Y yo seguiré por aquí”.
Una complicación de última hora
El 24 de febrero, la víspera del anuncio de Chapek, el plan de sucesión estuvo a punto de venirse abajo.
Alan Braverman, consejero general de Disney durante muchos años, llamó a Iger para decirle que, según los estatutos de la empresa, el director ejecutivo tenía que rendir cuentas a la junta, no a Iger. Para Iger, eso era imposible. Quería mantener el control final.
Fueron Braverman y Mucha quienes llegaron a un apresurado compromiso: Chapek rendiría cuentas tanto a la junta como a Iger.
A Iger le pareció bien, ya que, desde su punto de vista, Chapek seguía dependiendo de él. Iger insistió en que el anuncio se hiciera a la mañana siguiente, como estaba previsto, a pesar de que los miembros del consejo no habían debatido en grupo, y mucho menos aprobado, el nuevo acuerdo de doble dependencia.
Nadie informó a Chapek del cambio en la estructura jerárquica. Pero a Chapek no le preocupaba mucho, porque Iger siempre lo había apoyado.
Otra señal de que Iger pretendía mantener una presencia visible fue que decidió quedarse en el despacho que tanto él como Eisner habían ocupado como directores ejecutivos. Chapek fue relegado a unas dependencias cercanas más pequeñas. El acuerdo solo aumentó la confusión interna sobre el nuevo estatus de Chapek.
Algunos miembros de la junta no estaban entusiasmados con la decisión de la oficina o el cambio de la doble dependencia. Pero, como en tantas otras ocasiones, la junta aceptó lo que Iger quería.
Chapek e Iger se enfrentaron a las cámaras al día siguiente, como estaba previsto. El anuncio de la empresa decía que el cambio era “efectivo inmediatamente”.
El repentino movimiento conmocionó y desconcertó a Hollywood. Paul McCartney, amigo cercano de Iger, le llamó para preguntarle si estaba enfermo.
El ‘perro faldero’ de Iger
Dos semanas más tarde, el 11 de marzo, Chapek tenía previsto hacer su debut formal como director ejecutivo en la junta anual de accionistas de Disney. Chapek estaba nervioso, sobre todo porque hablar en público nunca había sido su fuerte.
Antes de la reunión, el personal de relaciones con los inversores de Disney preparó gruesas carpetas informativas con todos los datos y preguntas imaginables que pudieran surgir. Armados con estas carpetas, Iger y Chapek se instalaron en el compartimento delantero del jet Gulfstream de Disney para el vuelo de cuatro horas y media a Raleigh, Carolina del Norte, el lugar de la reunión de ese año, para lo que Chapek esperaba que fuera una larga sesión de preparación.
Varios pasajeros, entre ellos Chapek, recordaron que Iger sacó su iPad y empezó a mostrar fotografías recientes, contando las historias que había detrás de ellas. Había fotos suyas con McCartney y con invitados a cenas recientes en Nueva York. Chapek dijo que intentó reconducir la conversación hacia la reunión anual, pero Iger lo interrumpió: “¿Han visto el diseño de mi nuevo yate?”.
Inquieto por las divagaciones de Iger, Chapek se levantó y se dirigió al compartimento trasero del avión.
(Otras personas que viajaban en el avión dijeron que Chapek se dirigió inmediatamente a la parte trasera del avión y no recordaban que hubiera charlado con Iger sobre sus fotos del iPad).
La ausencia prolongada de Chapek se notó en la cabina delantera. “¿Bob quiere ser informado o no?”, preguntó Iger a sus compañeros, McCarthy, Mucha y Braverman. Finalmente, Iger se levantó y fue a buscar a Chapek.
“Bob, ¿quieres sentarte con nosotros para que podamos informarte?”, preguntó Iger.
“¿No está todo aquí?”, respondió Chapek, mostrando la carpeta. Iger dijo que el libro no podía transmitir todos los matices. Pero Chapek dijo que revisaría el libro y que le haría saber si tenía alguna pregunta. Volvió a su lectura.
“No quiere que le preparen. Dice que con el libro es suficiente”, dijo un incrédulo Iger a sus compañeros cuando regresó al compartimento delantero. De repente, Iger se sintió como si estuviera en el altar de la boda con la novia caminando hacia el altar. Se dio cuenta de que había cometido un terrible error. Pero ya era demasiado tarde.
De regreso a California, el gobernador Gavin Newsom llamó a Iger antes de anunciar que restringiría las reuniones públicas en California a causa de la covid. Pero pensó que Disneylandia podría permanecer abierta. El gobernador no quería que la gente entrara en pánico, y temía que lo hiciera si Disneyland cerraba.
Iger argumentó a Newsom que mantener abierto el parque temático era una mala idea, dados los riesgos para la salud tanto de los visitantes como de los empleados. Más tarde, Newsom alabó públicamente el consejo y la cooperación de Iger.
Chapek no estaba en desacuerdo con la decisión de cerrar los parques, pero estaba furioso porque Iger lo había excluido. La decisión no tenía nada que ver con el mandato creativo de Iger.
A los ejecutivos de Disney les preocupaba el impacto que el cierre de los parques tendría en la tesorería de la empresa. McCarthy y Chapek tomaron la decisión de despedir rápidamente, aunque con prestaciones de salud, a más de 90.000 empleados de los parques temáticos.
Pero Iger los desautorizó. Decidió esperar a que el gobierno aprobara un proyecto de ley para paliar la crisis.
Dos meses antes, cuando Chapek y Iger aparecieron juntos en la CNBC, Iger hizo a un lado una pregunta sobre la posibilidad de confusión sobre quién estaba a cargo. “Bob va a dirigir la empresa”, dijo Iger. Pero ahora le parecía a Chapek que Iger actuaba como si nada hubiera cambiado: Iger seguía siendo el presidente ejecutivo en todo menos en el nombre.
La esposa de Chapek le dijo que era poco más que el “perro faldero” de Iger.
‘Está acabando conmigo’
Por muy marginado que se sintiera Chapek, ambos mantuvieron al menos una fachada de cooperación. A causa de la covid, nadie iba a la oficina, pero Chapek hablaba con Iger semanalmente por teléfono y a veces lo visitaba en su casa de Brentwood, un lujoso barrio de Los Ángeles donde daban paseos usando mascarillas. Iger nunca fue a ver a Chapek a su casa de Westlake Village, un lejano suburbio (un vocero de Iger dijo que nunca había sido invitado).
A petición de Chapek, ambos celebraron una serie de reuniones con los empleados, en las que Iger debía reforzar el mensaje de que Chapek estaba ahora al mando. “Mi objetivo es que Bob tenga éxito, y en la medida en que pueda ayudarle a conseguirlo, lo haré”, dijo Iger en la primera reunión que celebraron en febrero de 2020. “Creo que tiene que haber un equilibrio entre darle la libertad de tomar las decisiones y hacer las cosas como él quiera porque, ya sabes, le parecerán bien. Por otro lado, yo tengo bastante experiencia haciendo muchas de estas cosas. Y, ya sabes, no se trata de lanzarlo a una piscina cuando nunca ha nadado. Así que será un equilibrio”.
Pero casi todo lo que Chapek hizo (o dejó de hacer) reforzó la sensación de Iger de que nombrar a Chapek su sucesor había sido un gran error. Iger expresó su frustración a sus amigos de Hollywood. Se corrió la voz y alguien se puso en contacto con Ben Smith, quien en ese entonces era columnista de medios del New York Times, para decirle que Iger estaba reafirmando su control. Smith llamó y habló también con Iger, quien luego envió un correo electrónico.
El domingo 12 de abril, Chapek organizó una fiesta tardía para familiares y amigos en su casa para celebrar su ascenso. Un amigo le envió por correo electrónico la columna de Smith, que acababa de aparecer en internet. Chapek salió de la fiesta y la leyó.
“Tras unas semanas dejando que Chapek tomara las riendas, Iger reafirmó el control”, escribió Smith. Chapek leyó con creciente incredulidad.
Smith calificó a Chapek como “el nuevo jefe ejecutivo nominal” e incluso especuló con que la elección del sucesor de Iger “podría estar abierta de nuevo.“
Smith citó a Iger diciendo en un correo electrónico que “una crisis de esta magnitud, y su impacto en Disney, tendría necesariamente como resultado que yo ayudara activamente a Bob [Chapek] y a la empresa a hacerle frente, ¡especialmente ya que que dirigí la empresa durante 15 años!”.
Chapek llamó inmediatamente a Mucha, la ejecutiva de comunicación. “¿Qué demonios es esto?”, afirmó. Intentando calmarle, Mucha argumentó que la columna no era tan mala.
“Está acabando conmigo”, respondió Chapek.
Chapek no durmió esa noche. A la mañana siguiente, temprano, se enfrentó a Iger por teléfono.
Iger negó haber hablado con Smith, lo que solo enfureció aún más a Chapek, quien señaló que la cita de Iger procedía directamente de un correo electrónico. Iger dijo que no entendía por qué Chapek estaba tan enfadado. ¿Qué había de malo en decir que estaba reafirmando el control en medio de una crisis?
“Me has cortado las piernas”, dijo Chapek. “Nunca me he sentido peor en mi vida”.
La conversación se acaloró y ambos hombres levantaron la voz.
Iger dijo a varias personas inmediatamente después que nadie le había tratado con tanto irrespeto en toda su vida.
Para Iger, su relación con Chapek había terminado.
‘Esto también pasará’
A partir de las 6 a. m. del lunes, Jayne Parker, jefa de recursos humanos de Disney, llamó a los directores de Disney para alertarlos sobre la furia de Chapek. Sacó a uno de la cama para que atendiera la llamada.
Un enfurecido Chapek se puso al teléfono con Arnold, la principal directora independiente del consejo. Era la primera vez que abordaba la disputa con un director. No quería llamar la atención sobre algo que parecía insignificante comparado con una pandemia mundial, pero pensó que no podía seguir ignorándose.
Chapek, que consideraba que otros miembros del consejo eran ferozmente leales a Iger, sentía que había desarrollado una buena relación con Arnold, quien había pasado la mayor parte de su carrera en Procter & Gamble, convirtiéndose en su primera mujer presidenta. Chapek, hijo de un maquinista de Hammond, Indiana, había empezado en el sector de los productos envasados, trabajando en la división de alimentos para mascotas de Heinz y ayudando a comercializar el queso Kraft.
Arnold también sabía algo de sucesión empresarial: había sido una de las principales candidatas a convertirse en directora ejecutiva de Procter & Gamble, pero se retiró de la contienda y dejó la empresa en 2009, en parte porque, como una destacada ejecutiva gay, no quería que su vida personal fuera objeto de escrutinio público, algo que con toda probabilidad acompañaría al puesto.
A Arnold le sorprendió la vehemencia con la que Chapek reaccionó a la columna. Pensó que parecía paranoico de que Iger quería destruirlo. Le instó a que se calmara y a que cediera ante Iger, como ya le había aconsejado antes.
“¿Qué quedará de mi reputación?”, alegó Chapek.
“Esto también pasará”, respondió ella. Iger se iría dentro de 20 meses y el premio de director general sería solo para Chapek.
Chapek casi suplicó ser nombrado miembro del consejo como muestra de confianza en él. Arnold habló con otros directores. Ninguno era consciente de la profundidad de la hostilidad que se había desarrollado entre Iger y su sucesor designado. Pero estaban de acuerdo en que podría dañar su posición. El consejo consideró que no tenía más remedio que nombrar director a Chapek como muestra de apoyo.
Arnold llamó a Iger y lo reprendió por la columna. Le dijo que era lo peor que le podía haber pasado a Chapek. Señaló que, si Iger hubiera aceptado la sugerencia del consejo de nombrar inicialmente a Chapek director de operaciones en lugar de director ejecutivo, nada de esto habría ocurrido. En cualquier caso, los ataques tenían que terminar.
Iger se sorprendió tanto por el tono como por el contenido de la llamada de Arnold. Parecía estar del lado de Chapek, a pesar de que llevaba menos de dos meses como director ejecutivo e Iger seguía estando al mando. Iger pensó que ella y otros miembros de la junta directiva deberían alegrarse de que él volviera a tomar las riendas de la empresa durante una crisis, sobre todo cuando el liderazgo de Chapek había sido tan mediocre.
El 15 de abril, tres días después de la publicación de la columna de Smith, Chapek fue nombrado miembro de la junta directiva de Disney.
En junio, el consejo programó sesiones privadas por videollamada con ambos para abordar el conflicto. Iger fue el primero. Expresó sus quejas sobre el liderazgo de Chapek, incluyendo que no había buscado su consejo. Chapek no tenía prestigio en la comunidad creativa y no había hecho ningún esfuerzo para mejorarlo. Había faltado a reuniones creativas a las que Iger lo había invitado.
Chapek dijo que lamentaba que sus diferencias se hubieran convertido en un problema en la junta. Pero se indignó cuando Parker, el miembro del consejo que había dirigido Nike, cuestionó la falta de contactos de Chapek en la comunidad creativa de Hollywood, ya que se suponía que esa era jurisdicción de Iger. Insistió en que no se había saltado las reuniones, sino que Iger las había programado sin avisarle. Chapek dijo que Iger le había cedido poca autoridad, algo que Chapek afirmó haber aceptado sin rechistar. “Solo intentaba ser un buen soldado”, dijo Chapek.
Al final, el mensaje de la junta directiva a ambos hombres fue: la empresa estaba en crisis, y tenían que empezar a actuar como adultos y trabajar juntos.
Más tarde, en una sesión del comité de auditoría con McCarthy, Catz, la miembro del consejo que había cuestionado la preparación de Chapek, le preguntó si creía que Chapek estaba preparado para el puesto. McCarthy, directora financiera, no respondió inmediatamente.
“No me gusta que dudes”, dijo Catz.
“Te estoy dando una respuesta cualificada”, dijo McCarthy. “Si él empieza a escuchar. Si él escucha. Todos intentamos ayudarlo, pero no escucha”.
En los meses siguientes, Iger parecía cada vez más irritado por la reacción de la junta directiva a la columna de Smith. “¿Por qué eres tan hostil hacia la junta?”, preguntó finalmente Chapek durante una de sus llamadas, que habían continuado a pesar de las tensiones.
Iger le dijo que no podía soportar la verdad, y luego procedió a decir que antes de que el consejo hubiera acordado nombrar a Chapek director ejecutivo, los directores le habían asegurado a Iger que, si pensaba que no estaba funcionando, podía despedir a Chapek y volver como director ejecutivo cuando quisiera. (Dada la doble estructura jerárquica, no está claro si Iger tenía esa autoridad).
Ellen Davis, vocera de Chapek, confirmó esa versión. Dijo que Chapek “se sorprendió cuando Iger le dijo que creía que podía recuperar su puesto cuando quisiera”.
Inmediatamente después de la llamada, Chapek llamó a Arnold. “¿De qué está hablando?”, le preguntó.
Arnold intentó quitarle importancia. “Bueno, ya conoces a Bob”, respondió Arnold. “Puede que él lo piense, solo olvídalo”.
No era la respuesta que Chapek esperaba.
Jefferson, el vocero de Disney, dijo que nunca hubo tal acuerdo entre Iger y la junta directiva. La afirmación de que podría volver cuando quisiera “no es algo que Iger hubiera dicho”, añadió Jefferson.
Para Chapek, fue un punto de inflexión. No era solo paranoia: ahora estaba convencido de que Iger estaba tratando de deshacerse de él y volver como presidente ejecutivo, y que la junta podría permitírselo.
‘Esta es su empresa’
Como los confinamientos por la pandemia de coronavirus continuaron en el otoño de 2020, no fueron solo los parques temáticos de Disney los que se llevaron la peor parte. La producción de cine y televisión de Disney se había detenido, justo cuando los consumidores se quedaban en casa y recurrían a los servicios de transmisión en continuo. Wall Street estaba obsesionado con el aumento del número de abonados, y Disney+ lo había conseguido, superando los 70 millones y alcanzando su objetivo inicial de cinco años tras solo nueve meses de funcionamiento. Pero necesitaba nuevos contenidos, que prácticamente se habían agotado. El crecimiento de abonados se ralentizaba.
Chapek suplicó a los jefes de sus estudios —Pete Docter de Pixar, Kevin Feige de Marvel, Jennifer Lee de Disney Animation— y encontró resistencia: todos querían reservar su mejor material para estrenos en cines repletos de estrellas. Chapek no tenía ni idea de cuándo volverían esos días, si es que volvían. Mientras tanto, Disney necesitaba liquidez para hacer frente al pago de los intereses de la enorme deuda que había contraído durante la gestión de Iger para comprar la mayor parte de 21st Century Fox.
Uno de los puntos fuertes de Chapek era la organización corporativa. Propuso rehacer la empresa en torno a una nueva división, Disney Media and Entertainment Distribution, para dar prioridad a los servicios de transmisión en continuo (Disney+, Hulu y ESPN+) y garantizar que recibieran un flujo constante de los mejores contenidos de Disney. DMED, como pasó a conocerse, tendría ahora la responsabilidad final de todo el entretenimiento de la compañía, y decidiría dónde aparecerían las películas y los programas: en los cines, en la televisión o, como era cada vez más probable, en Disney+. Sería la principal iniciativa de Chapek como director ejecutivo.
El plan de Chapek tenía lógica. Pero su razonamiento aparentemente benigno, propio de una escuela de negocios, contradecía la realidad: despojar a los jefes creativos de Disney de la autoridad sobre el gasto, así como sobre dónde se distribuirían sus películas y programas, representaría una enorme pérdida de poder y estatus. Además, los talentos de Hollywood querían garantías de dónde acabarían los proyectos antes de comprometerse a un trato. Aunque los jefes de división seguirían dependiendo de Chapek (e indirectamente de Iger), se trataba de una enorme degradación. En muchos sentidos, su nuevo jefe sería en realidad el jefe de DMED.
Para ese puesto, Chapek se dirigió a Alan Bergman, entonces presidente de Walt Disney Studios, una figura muy conocida en Hollywood y respetada por los equipos creativos de Disney. Bergman dijo que lo pensaría y llamó a Iger para preguntarle qué debía hacer. Iger le dijo que le dijera a Chapek lo que realmente pensaba: que DMED era una idea terrible. Bergman rechazó la oferta.
Exasperado, Chapek recurrió a un antiguo y leal lugarteniente en productos de consumo, Kareem Daniel. Con 13 años de experiencia en Disney, Daniel apenas era conocido fuera de la empresa y tenía poca experiencia en cine o televisión. De la noche a la mañana, dirigiría una división con más de 50.000 millones de dólares de ingresos anuales y se convertiría en el ejecutivo negro de mayor rango de Disney. Al igual que Bergman, Daniel tenía sus dudas sobre la conveniencia de la reestructuración propuesta.
Chapek pasó horas, tanto por teléfono como en persona en casa de Iger, convenciéndole de la idea. Iger se mostró poco entusiasmado, pero no se opuso.
A principios de octubre, después de una reunión de dos horas en casa de Iger, Chapek pensó que había obtenido la bendición de Iger. Estaba en su automóvil de vuelta a Westlake Village cuando Bergman le llamó. “Iger me acaba de decir que no vamos a hacer la reorganización”, dijo Bergman, según Chapek. “Dijo que la odia”.
Chapek estaba estupefacto. Había dejado a Iger solo 10 minutos antes. “No, está en marcha. Lo estamos haciendo”, respondió Chapek.
Chapek dijo que llamó inmediatamente a Iger y le preguntó si le había dicho eso a Bergman. “Sí, lo odio”, confirmó Iger.
“¿Por qué no me lo dijiste?” preguntó Chapek.
Iger no respondió.
Un jefe ejecutivo más experimentado podría haberse detenido en esta coyuntura, dada la falta de apoyo interno. Al menos una decena de altos ejecutivos de Disney habían dicho a Chapek que la reorganización era una mala idea. Pero la junta directiva de Disney dio a Chapek su firme respaldo a la creación de Disney Media and Entertainment Distribution tras largas discusiones en las que Iger planteó dudas pero no dijo nada en contra. Iger estaba en una situación tan delicada con la junta en ese momento que había poco que pudiera decir sin parecer que socavaba a Chapek. “Esta es su empresa”, dijo Iger a los directivos en un momento dado. La reorganización y el ascenso de Daniel se anunciaron el 12 de octubre de 2020.
Chapek por fin había logrado algo, y estaba orgulloso de ello. Como dijo más tarde a un periodista del Times: “Fue singularmente lo mejor que pude haber hecho para transformar esta cultura”.
En junio de 2021, la junta se reunió en Aulani, un complejo turístico de Disney en Hawái, para celebrar su primera reunión en persona desde la pandemia. Pocas empresas se habían visto tan afectadas como Disney. Durante un tiempo, los ingresos de sus parques temáticos y películas prácticamente habían desaparecido. Pero se estaba recuperando. Disney World había vuelto a abrir. El crecimiento de suscriptores de Disney+ había llevado a las acciones de Disney a cerca de un récord.
Iger abrió el retiro del consejo con un canto a la creatividad, “la esencia de quien somos como empresa”. Advirtió que los datos y los algoritmos nunca suplantarían a la creatividad y que “no todo el mundo nace con la capacidad de ser tremendamente creativo, y no todo el mundo nace con la capacidad de dirigir a personas salvajemente creativas, o a veces gente salvaje y creativa”. No mencionó ningún nombre, pero los directores dijeron que sabían a quién se refería.
Iger preguntó a Arnold si quería dirigir la sesión ejecutiva junto con él, pero ella le dijo que se marchara y pidió a Chapek que se quedara. Iger quedó desconcertado, pero tomó asiento fuera de la sala, esperando que lo llamaran cuando Chapek terminara.
“Sabemos que ha sido duro”, dijo Arnold a Chapek cuando Iger salió de la sala. Elogió la cotización de las acciones y su liderazgo operativo durante la pandemia. Los directores asintieron con la cabeza.
Cuando terminó la sesión con Chapek, se levantó la sesión y los directores abandonaron la sala. A nadie se le ocurrió decírselo a Iger, quien se quedó afuera, furioso.
Por primera vez desde su ascenso a director ejecutivo, Chapek se permitió pensar que Iger había sido derrotado.
Pero pronto surgieron los problemas.
Ese verano, Disney estaba inmersa en negociaciones sobre el estreno de Viuda Negra, la nueva gran película de superhéroes de Marvel, con su estrella, Scarlett Johansson. Ahora que DMED estaba en marcha, Chapek quería recuperar los 350 millones de dólares que costó la película.
El 9 de julio, pocos días después de la reunión anual de magnates de los medios de comunicación en Sun Valley, Idaho, Disney estrenó Viuda Negra en los cines y en Disney+, a pesar de que el contrato de Johansson preveía un estreno exclusivo en cines y su salario estaba vinculado a la taquilla en cines. El estreno en Disney+ obviamente reduciría la venta de entradas y le costaría hasta 50 millones de dólares, según su agente. “No está contenta”, le dijo su agente a Chapek cuando se encontró con él en la conferencia. Este era exactamente el tipo de problema sobre el que Bergman había advertido cuando se creó DMED.
Viuda Negra recaudó 80 millones de dólares en la taquilla nacional durante sus tres primeros días, mucho menos que las anteriores películas de Marvel. Unas semanas más tarde, cuando Johansson demandó a Disney, la empresa adoptó una postura dura. En un comunicado aprobado por Iger, Disney calificó la demanda de “especialmente triste y angustiosa”, acusó a Johansson de “cruel desprecio” por el impacto de la covid en los espectadores y dijo que ya le habían pagado 20 millones de dólares. Las relaciones con el talento son competencia de Iger como director creativo, pero Chapek también contribuyó al contenido de la declaración y la firmó.
“Atacar a Johansson de forma tan personal fue un error no forzado bastante espectacular”, escribió Kim Masters en The Hollywood Reporter. “Y muchos observadores lo achacan al director ejecutivo Bob Chapek. ¿A quién no se culpa? Al presidente saliente Bob Iger”.
Chapek se sorprendió de que se le culpara a él, y no a Iger, de la debacle.
‘Abróchense los cinturones’
Ese otoño, cuando se acercaba la fecha de su jubilación, Iger dijo que no quería una ceremonia o fiesta de despedida en Disney. La idea de que Chapek fuera el anfitrión era demasiado irritante. En su lugar, él y su esposa decidieron organizar su propia fiesta en su casa de Brentwood. Iger eligió una fecha en la que sabía que Chapek estaría en Orlando, Florida, para un evento.
Chapek canceló el viaje.
El 19 de noviembre, llegó a la fiesta al mismo tiempo que Thomas Schumacher, presidente de la división de Broadway de Disney. Bay, esposa de Iger, estaba fuera saludando a los invitados a medida que llegaban. “Tom Schumacher, ha pasado mucho tiempo”, exclamó. “No puedo creer que hayas venido hasta aquí”. Abrazó a Schumacher. Chapek permaneció incómodo hasta que ella finalmente se volvió hacia él. “Hola, Bob. Te veo siempre”, dijo. Se volvió hacia Schumacher.
Un invitado que presenció el intercambio recordó la memorable frase de Bette Davis en All About Eve: “Abróchense los cinturones. Va a ser una noche movidita”.
Unos 80 invitados estaban sentados en tres largas mesas al aire libre detrás de la casa. Iger estaba flanqueado por Spielberg y Lee, de Disney Animation. Chapek estaba en el centro de la mesa más alejada de la de Iger.
Iger comenzó un discurso de reconocimiento a las personas que le habían ayudado e inspirado. En uno de sus primeros trabajos en ABC, Iger había trabajado como ayudante del aclamado presentador deportivo Al Michaels, quien estaba en la fiesta. Iger mencionó que en su día él y Michaels habían cubierto carreras en pistas de tierra en Terre Haute, Indiana, para Wide World of Sports. Iger miró a Chapek y se salió del guión: “Esa es tu zona, ¿verdad, Bob?”, preguntó, refiriéndose a Terre Haute, en el suroeste rural de Indiana. “Lo sabrías todo sobre pistas de tierra”.
La ciudad natal de Chapek, Hammond, está cerca de Chicago. Se enfadó por lo que consideró un menosprecio.
Iger siguió adelante, recorrió su carrera dando las gracias a la gente y se detuvo cuando llegó al presente. “Creo que voy a parar aquí”, dijo. “Gracias a todos por venir”. No hubo elogios ni más menciones a Chapek.
Chapek enrojeció al sentir que todas las miradas se volvían hacia él. Se levantó y se marchó.
‘Esto va a empeorar’
El 30 de noviembre, en la antigua sala de juntas de ABC, en las oficinas de Disney en West 66th Street, Nueva York, Iger presidió su última reunión. Había pensado mucho lo que iba a decir, lo había discutido con su esposa y había tomado notas detalladas. Podría haber reflexionado sobre sus logros y haber hecho una salida elegante, algo que había considerado y que algunos miembros del consejo esperaban.
Pero no lo hizo.
Durante una sesión ejecutiva sin Chapek, Iger empezó disculpándose por no haber interactuado más con los miembros del consejo desde la reunión de Hawái. Luego dijo: “Hay cosas que creo que debo dejarles, que deben saber porque hay cosas que deben vigilar”. Entonces soltó una andanada.
Iger afirmó que con Chapek, la cultura colegial que había construido durante 15 años se estaba desmoronando. Disney era una empresa que dependía ante todo de la creatividad, y la reorganización DMED de Chapek había dañado los motores creativos de Disney. La empresa, dijo, se había despistado por una profunda división: Chapek y sus aliados por un lado, los ejecutivos creativos de Disney y la comunidad de talentos de Hollywood por otro.
Iger no llegó a decir que la junta debía despedir a Chapek. Tampoco pidió que lo sustituyeran como director ejecutivo ni él seguir como presidente.
Después, Iger parecía inusualmente apagado en el almuerzo de despedida de la junta directiva para él. Proyectaron un video homenaje. Parker le regaló un par de zapatillas Nike personalizadas. Chapek le dio dos monedas de oro con Mickey Mouse en relieve para que las colocara bajo el mástil de su nuevo yate, una costumbre de buena suerte para ahuyentar a los piratas.
Chapek sintió un escalofrío. “Esto va a empeorar”, le dijo a Arnold después de comer. Le preocupaba que, una vez que se hubiera ido, Iger se sintiera más envalentonado para criticar a Chapek.
En conversaciones con aliados en la empresa, empezó a referirse a Iger como un “asesino”.
Un mea culpa
Durante el mandato de Iger, el estudio había dado luz verde a un montón de proyectos con temas sociales y políticos progresistas. Pero a Chapek le preocupaba que la agenda de desarrollo se hubiera desviado demasiado hacia la izquierda en temas sociales. Disney se veía arrastrada cada vez con más frecuencia a debates políticos partidistas, una situación preocupante para una marca que se suponía que representaba a todo el mundo.
Algunos miembros del consejo estaban de acuerdo. Se estaba preparando Un mundo extraño, la primera película de animación de Disney centrada en un adolescente abiertamente gay. Catz, miembro del consejo, se opuso tanto al personaje que le dijo a Chapek que lo despediría si Disney estrenaba la película. Chapek informó de la amenaza a Arnold.
La película ya estaba demasiado avanzada como para que Chapek pudiera bloquearla, pero sus temores de que Disney se convirtiera en un foco cultural pronto se materializaron. En enero de 2022, se presentó en Florida el proyecto de ley de Derechos de los Padres en la Educación. Los opositores etiquetaron el proyecto de ley como “Don’t Say Gay” (No digas gay) porque prohibía la discusión en clase sobre la orientación sexual y la identidad de género para los jóvenes estudiantes. La Campaña de Derechos Humanos, una destacada organización de defensa de los derechos de los homosexuales, pronto consiguió que más de 100 empresas firmaran una carta oponiéndose a la legislación antigay en varias cámaras estatales. Empresas de medios de comunicación como Comcast, propietaria de NBCUniversal, ya habían firmado. Pero Disney, uno de los mayores empleadores de Florida, brillaba por su ausencia.
Chapek se dio cuenta de que guardar silencio podría causar controversia. Llamó a Arnold, quien había sucedido a Iger en la presidencia de la junta, para comentarle su opinión de que Disney se había politizado demasiado. Mencionó el proyecto de ley de Florida y la presión sobre Disney para que lo condenara públicamente.
Arnold estuvo de acuerdo en que Disney debería mantenerse al margen. Pero dijo que la empresa debía firmar la carta de la Campaña de Derechos Humanos. Dado que muchas empresas ya la han firmado —entre ellas Nike, General Motors y Oracle, cuyos directores ejecutivos forman parte de la junta directiva de Disney—, no creía que Disney fuera objeto de críticas: la unión hace la fuerza. Chapek estuvo de acuerdo.
El 1 de febrero, en la primera reunión del consejo en la que Iger ya no estaba en la empresa, Geoff Morrell, el nuevo director de asuntos corporativos, hizo una presentación en la que argumentó que Disney debía mantenerse al margen de los asuntos sociales y políticos que causan división, especialmente a nivel estatal y local, a menos que fuera necesario. Disney debería luchar “en las guerras, no en las batallas”, dijo. También dijo que los empleados de Disney, acostumbrados a que Iger hiciera comentarios públicos apoyando posturas progresistas, necesitarían ser “reacondicionados”. La junta estuvo de acuerdo.
La legislación de Florida pronto saltó a la atención nacional. El 8 de febrero, el presidente Joe Biden emitió una declaración en Twitter: “Quiero que todos los miembros de la comunidad LGBTQI+ —especialmente los niños que se verán afectados por este proyecto de ley que fomenta el odio— sepan que son amados y aceptados tal como son”.
Disney mantuvo su silencio y pronto se enfrentó a una revuelta interna. Los empleados creativos —muchos de ellos homosexuales o que apoyan incondicionalmente a colegas y amigos homosexuales— seguían enfadados por la reorganización de DMED. ¿Y ahora esto?
El 24 de febrero, Iger echó leña al fuego compartiendo el comentario de Biden, añadiendo: “¡Estoy con el Presidente en esto! Si se aprueba, este proyecto de ley pondrá en peligro a jóvenes LGBTQ vulnerables”.
Pocos días después, un grupo de empleados LGBTQ de Disney envió una carta a Chapek y a otros altos ejecutivos exigiendo que Disney se opusiera al proyecto de ley y denunciara leyes similares pendientes en otros estados. Chapek se reunió con el grupo la semana siguiente y describió el debate como “significativo, esclarecedor y, en ocasiones, profundamente conmovedor”.
En medio de todo esto, la junta directiva de Disney celebró una reunión de urgencia para debatir la creciente controversia. Chapek comunicó a la junta que, de acuerdo con la nueva política de la empresa, Disney no había firmado la petición de la Campaña de Derechos Humanos. Arnold quedó sorprendida. “Estoy confundida”, dijo. “Me dijiste que Disney iba a firmarla”.
La discusión continuó, pero Arnold estaba visiblemente disgustada. Chapek le envió un mensaje: “Culpa mía. Hemos decidido no firmar. Estaba ocupado y se me olvidó decírtelo”.
Arnold estaba furiosa.
A pesar de la presión de los empleados, la junta directiva de Disney acordó mantener el rumbo. Chapek y su equipo de asuntos corporativos redactaron una declaración defendiendo la decisión de Disney de no hacer comentarios, que se distribuyó a Arnold y al resto del consejo: “Las declaraciones corporativas hacen muy poco por cambiar los resultados o las mentalidades. Por el contrario, a menudo son utilizadas como arma por uno u otro bando para dividir e inflamar aún más”.
El memorándum, distribuido a los empleados y a los medios de comunicación el 7 de marzo, terminó siendo un espectacular tiro por la culata. Chapek recibió un aluvión de cartas y llamadas de personalidades que criticaban a Disney por no haberse pronunciado. Abigail Disney, nieta del cofundador Roy O. Disney, dijo en Twitter que estaba “profundamente enfadada”. Los Angeles Times calificó la política de Disney de “cobardía corporativa”.
Ante la creciente presión sobre Disney, Arnold aconsejó a Chapek que diera marcha atrás y condenara el proyecto de ley. “Estás perdiendo a la comunidad creativa”, le advirtió. “Tienes que apoyar a tu equipo”.
El 9 de marzo, en la primera junta de accionistas de Arnold como presidenta, Chapek alabó los logros recientes de la empresa en un video grabado y luego hizo un mea culpa. “Comprendo que nuestro enfoque político, por muy bienintencionado que fuera, no haya dado los resultados esperados”, dijo. Anunció que Disney firmaría la carta y donaría 5 millones de dólares a la organización. La Campaña de Derechos Humanos dijo que solo aceptaría el dinero si Disney demostraba que cumplía sus promesas.
Dos días después, Chapek fue aún más lejos en otro memorándum a los empleados: “Necesitaban que fuera un aliado más fuerte en la lucha por la igualdad de derechos, y los he defraudado. Lo siento”. Apuntando directamente al gobernador de Florida, Ron DeSantis , también detuvo las contribuciones políticas en el estado.
Hubo quienes en Disney, incluida Arnold, pensaron que Chapek ahora se había ido demasiado lejos en la otra dirección. El cambio de actitud y las disculpas no sirvieron para calmar a la indignada comunidad LGBTQ de Disney. Y dio al gobernador de Florida una plataforma nacional para burlarse de la empresa como “Woke Disney”. “Si Disney quiere pelearse, ha elegido a la persona equivocada”, dijo DeSantis. Florida se movilizó para revocar el estatus fiscal especial de Disney World y Disney y el estado pronto se enfrentaron en los tribunales.
Chapek consideró injusto que se le culpara de una política que había sido respaldada por el consejo en todo momento. Y vio las huellas de “asesino” de Iger en toda la tormenta que siguió, empezando por su tuit. Sus sospechas solo se consolidaron el 31 de marzo, cuando Iger apareció en CNN. Iger nunca mencionó a Chapek por su nombre, pero no le hizo falta. “Para mí, no se trataba de política”, dijo Iger. “Se trata de lo que está bien y lo que está mal, y eso me pareció mal”.
Mientras la mala prensa continuaba, Chapek insistió en que su contrato como director ejecutivo, que expiraba el 28 de febrero de 2023, se prorrogara como muestra de apoyo de la junta directiva. A finales de marzo se acordaron los términos de un nuevo contrato de tres años. Pero Arnold se negó a hacer público el acuerdo, diciendo que no era el momento adecuado dado el furor sobre la legislación de Florida.
También quería ganar tiempo. La junta estaba teniendo sus primeras discusiones serias sobre si Chapek había sido la elección equivocada para el trabajo. Dos directores, Parker y Mary Barra, directora ejecutiva de GM, se mostraron especialmente críticos con Chapek. El consejo debatió la posibilidad de que Parker, de Nike, sustituyera a Chapek de forma interina mientras se realizaba una búsqueda, pero él se negó. En discusiones paralelas, un par de directores exploraron la idea de una oficina del presidente dirigida por Arnold, pero ella rechazó la sugerencia, diciendo que estaba felizmente retirada del trabajo diario de la vida corporativa. No se planteó la posibilidad de pedirle a Iger que volviera.
Llamadas desconcertantes
En la mayoría de los aspectos, la vida después de Disney sorprendió gratamente a Iger. Mientras que un rumoreado nombramiento como embajador en China o el Reino Unido nunca se materializó, sus llamadas eran devueltas y las reservas en restaurantes seguían siendo fáciles de conseguir. Pasó tiempo en su yate, escribió el borrador de un segundo libro y adquirió participaciones en empresas como Funko, fabricante de coleccionables de cultura pop, y Gopuff, la empresa emergente de entrega rápida. Se unió a Thrive Capital, la empresa de Josh Kushner, como socio de riesgo y dio más de 20 charlas en empresas que buscaban su sabiduría.
Iger insistió en que había dejado atrás a Disney y prometió no hablar de Chapek a menos que otros lo mencionaran. Evidentemente, muchos lo hicieron. Chapek recibió un bombardeo constante de llamadas inquietantes de quien se había reunido con Iger. Le dijeron que Iger lo había criticado y que no quería hablar de otra cosa.
Chapek se quejó de la campaña de susurros de Iger a Arnold y a otros miembros de la junta, algunos de los cuales habían oído hablar de los comentarios despectivos de Iger por su cuenta. Pero ahora que Iger se había jubilado oficialmente, la junta directiva no tenía ninguna influencia sobre él. Según Jefferson, el vocero de Disney, ningún miembro de la junta se puso en contacto con él.
A pesar de las crecientes reservas de la junta directiva sobre Chapek, y dada la falta de alternativas, Arnold accedió a anunciar el nuevo contrato de Chapek, que permitía una bonificación anual de 20 millones de dólares, frente a los 15 millones anteriores. El 28 de junio, la junta dijo: “Bob es el líder adecuado en el momento adecuado para The Walt Disney Company, y la junta directiva tiene plena confianza en él y en su equipo de liderazgo”.
‘Tenemos que salvar a Chapek’
Desde que se convirtió en director ejecutivo en 2020, el a veces difícil mandato de Chapek había sido impulsado por el fuerte precio de las acciones de Disney. Pero desde que alcanzó un máximo histórico en marzo de 2021, había estado cayendo, junto con las acciones de otras empresas de entretenimiento que lidiaban con la nueva economía de la transmisión en continuo y el declive del cable. En abril de 2022, Netflix informó que había perdido suscriptores por primera vez en 10 años, lo que sembró el pánico en Wall Street. Las acciones de Netflix perdieron un 35 por ciento en un solo día. Al parecer, de la noche a la mañana, los inversores pasaron de preocuparse solo por las cifras de abonados a centrarse en los beneficios y las pérdidas. La luna de miel de la transmisión en continuo había terminado.
Para cuando el consejo anunció el nuevo contrato de Chapek, las acciones de Disney habían caído casi un 50 por ciento desde su máximo, tanto que inversores activistas como Dan Loeb y Nelson Peltz estaban dando vueltas alrededor de la empresa, buscando puestos en el consejo y pidiendo cambios en la dirección.
Peltz conocía bien Disney y a Iger gracias a su vecino de Palm Beach, Isaac (“Ike”) Perlmutter, quien había vendido Marvel a Disney en 2009 y seguía siendo presidente de Marvel. El acuerdo convirtió a Perlmutter en uno de los mayores accionistas de Disney.
El irascible Perlmutter se había enfrentado a Iger a lo largo de los años. En 2015, Perlmutter intentó despedir a Feige, el célebre jefe de películas de Marvel, en medio de un desacuerdo sobre los presupuestos; Iger salvó a Feige y degradó a Perlmutter al despojar a las películas de superhéroes de su supervisión. En 2019, Iger marginó aún más a Perlmutter, quitándole la parte televisiva de su trabajo y dejándolo solo con un pequeño feudo que incluía la publicación de cómics y algunos productos de consumo. Perlmutter se había alegrado de ver a Iger salir de la empresa.
Pero Perlmutter tenía fuentes en la empresa que lo convencieron de que Iger estaba tramando su regreso. Perlmutter advirtió a Chapek, avivando las propias ansiedades de Chapek sobre las intenciones de Iger.
Animado por Perlmutter, Chapek se reunió con Peltz en julio en Disneyland París y ambos entablaron una buena relación. Poco después, Perlmutter llamó a varios miembros del consejo, incluida Catz, presionándoles para que incluyeran a Peltz en el consejo. De lo contrario, advirtió, Iger “volvería a Disney”, como Disney dijo más tarde en una declaración de representación.
En una llamada a Horacio Gutierrez, el nuevo consejero general de la compañía, Perlmutter le dijo: “Tenemos que salvar a Chapek. No podemos permitir que Iger vuelva”.
Chapek le dijo a Arnold que invitar a Peltz tenía sentido. Evitaría a Disney una lucha costosa y distractiva. Pero Arnold dijo que el consejo nunca ofrecería un puesto a Peltz, en parte por su amistad con Perlmutter. La junta directiva desconfiaba de Perlmutter dado el antagonismo entre él y Iger y también debido a la campaña del Perlmutter contra Feige, a quien la junta había llegado a considerar como un empleado crucial.
‘Estoy diciendo la verdad’
Para preparar el informe de resultados de ese otoño, Chapek y McCarthy, la directora financiera, se reunieron en torno al Día del Trabajo para ver las cifras. Hablaron de la inminente diferencia entre las previsiones de Wall Street y los resultados reales, pero Chapek no estaba especialmente preocupado dado el fuerte crecimiento del número de suscriptores a la plataforma de transmisión en continuo. Le dijo a McCarthy que Daniel, el jefe de DMED, le había asegurado que la transmisión en continuo estaba “arrasando”.
Pero eso cambió unas semanas más tarde, cuando McCarthy presentó a los miembros del consejo los resultados esperados. La primera diapositiva revelaba que los beneficios por acción de Disney serían 27 centavos inferiores a los cálculos de Wall Street, mucho más de lo que ella y Chapek habían discutido previamente, y un resultado que sin duda conmocionaría a Wall Street. El negocio de la transmisión en continuo de Disney seguía captando suscriptores a buen ritmo. Pero el aumento de los costos de programación y mercadeo significaba que la transmisión en continuo se encaminaba hacia una pérdida trimestral de 1500 millones de dólares, frente a los 630 millones de un año antes, justo cuando se había prometido a los inversores que habría luz al final del túnel.
Los miembros del consejo empezaron a lanzar preguntas a Chapek. ¿Cómo podían ser tan malos los resultados?
Chapek se sintió sorprendido. McCarthy había distribuido nueve días antes a la junta directiva los resultados previstos, en los que se destacaba la diferencia de 27 centavos. Pero Chapek no había leído ese paquete, sino que había asumido que el material que contenía reflejaba lo que él y McCarthy habían discutido cuando se reunieron.
McCarthy continuó con la presentación de diapositivas mientras los miembros de la junta parecían cada vez más agitados. Al cabo de una hora de reunión, Chapek se mostró visiblemente molesto. Miró fijamente a McCarthy, dio un golpecito a su reloj, se lo quitó de la muñeca y empezó a moverlo de un lado a otro como un péndulo, indicando a McCarthy que terminara.
Durante la pausa, se encaró con ella.
Según recuerda McCarthy, la acusó de preocupar a la junta. “Estoy diciendo la verdad”, respondió ella. “Nunca miento y no voy a empezar a hacerlo ahora. Los números son los números”.
Chapek dijo que no la había atacado y que simplemente le había preguntado por qué lo había sorprendido. Dijo que ella no le dio ninguna explicación.
La junta directiva se reunió en sesión ejecutiva con Chapek y, a continuación, con McCarthy. McCarthy dijo que Chapek la había atacado durante el receso por ser sincera. Catz volvió a preguntar si Chapek estaba a la altura del cargo.
Esta vez, McCarthy respondió: “No puede hacerlo”.
Catz y otros le dijeron a McCarthy que tenía que mantener el lugar a flote.
Después, una enfadada Arnold llamó a Chapek.
“¿Cómo pudiste atacar a Christine?”, reclamó.
“¡Nunca me dijo los números!”, exclamó Chapek.
Acariciando a un hipopótamo
Preocupado porque Chapek negaba la gravedad del déficit, Gutierrez, el consejero general, convocó reuniones durante un retiro de directivos celebrado en octubre en Orlando. Gutierrez invitó al equipo directivo, diciendo que quería asegurar una comprensión común de la situación y planificar lo que seguramente sería una difícil convocatoria de resultados.
Chapek no asistió a las reuniones de Gutierrez. En cambio, durante una de ellas, saludó a los visitantes del parque y acarició a un hipopótamo en el complejo Disney’s Animal Kingdom. (La vocera de Chapek dijo que asistió a todas las reuniones a las que fue convocado, y agregó que el encuentro con el hipopótamo fue parte de un esfuerzo, alentado por la junta, para mostrarse más afable).
Presionado por Gutierrez, quien decía que había una crisis inminente, Chapek le ofreció una reunión a las 6:30 a. m. del viernes. Gutierrez declinó la oferta, alegando que varios participantes tenían previsto salir de Orlando esa mañana.
La semana anterior a la presentación de resultados, Kristina Schake, quien había sustituido a Morrell como jefa de comunicación, trató de advertir a Chapek de que los resultados trimestrales provocarían una cascada de artículos negativos. Chapek la llamó “Ígor”, en referencia al burro pesimista de la franquicia Winnie-the-Pooh.
Chapek presentó los resultados el 8 de noviembre, como estaba previsto. Se quedaron por debajo de los cálculos en 26 centavos por acción, solo un centavo mejor de lo previsto. En su optimista presentación a los analistas, Chapek evitó mencionar los 1500 millones de dólares de pérdidas en la transmisión en continuo y solo dijo que los números rojos habían tocado “techo”. Dedicó más tiempo a ensalzar la recuperación de los parques temáticos tras la crisis de covid.
En la CNBC, Jim Cramer calificó los resultados de “uno de los trimestres más decepcionantes que he visto en una gran empresa”.
Las acciones de Disney cayeron un 13 por ciento en las 24 horas siguientes.
Con las acciones aparentemente en caída libre, el personal creativo sublevado y Chapek sin hablar con McCarthy, la directora financiera, Gutierrez llamó a Arnold.
Gutierrez le dijo que Chapek no tenía la credibilidad ni la capacidad de liderazgo necesarias para continuar como director ejecutivo. El único que podía resolver los problemas era Iger.
“No eres el primero” que lo sugiere, le respondió.
Suenan las alarmas
Unos días después, Iger salió a pasear por separado con Bergman, el jefe de cine, y Dana Walden, quien supervisaba las operaciones de televisión. Cada uno descargó sus frustraciones con Chapek y le dijo a Iger lo mal que estaban las cosas.
“No hablen conmigo, porque no puedo hacer nada”, dijo Iger. “Hablen con la junta”.
Cada uno dijo que ya lo habían hecho. Le dijeron que todos lo habían hecho.
Walden preguntó a Iger si consideraría volver. “Podría”, dijo. “Pero nunca me lo pedirán”.
“¿Llamarías a Susan Arnold?”, preguntó Walden.
Iger seguía en malos términos con Arnold, en parte debido a la columna de Smith, y no había hablado con ella desde que se fue. “Si quiere hablar conmigo, ya sabe cómo hacerlo”, dijo.
Ese fin de semana, Chapek estuvo en Palm Beach, Florida, para reunirse de nuevo con Peltz, a pesar de que Jefferson, el portavoz de Disney, mantuvo que los miembros del consejo habían dado instrucciones a Chapek en agosto para que no se reuniera a solas con ningún inversor activista.
Chapek “nunca recibió tal advertencia”, dijo la portavoz de Chapek, Davis. Chapek consideraba que la comunicación con los activistas y otros grandes inversores era una parte esencial de sus obligaciones como director ejecutivo “Seguía fielmente las directrices del consejo en todos los asuntos”, dijo Davis.
Chapek fue a la mansión frente al mar de Peltz, donde el inversor y uno de sus hijos expusieron sus argumentos a favor del cambio en Disney. La reunión duró unas dos horas. Después, Chapek se reunió con Perlmutter, de Marvel, y le informó de la reunión.
Chapek no informó a nadie de la junta del viaje, pero de todas maneras Iger se enteró poco después. (Parece que hay pocos secretos en las altas esferas de Disney). Iger asumió que Chapek había estado en Palm Beach únicamente para ver a Perlmutter.
El 17 de noviembre, el consejo de Disney celebró una reunión especial para discutir la situación de Peltz. Chapek estaba en las oficinas de Disney en Nueva York y participó por video. Mencionó que había mantenido conversaciones con Peltz, pero no que se hubieran reunido en persona un par de días antes. El consejo reafirmó su decisión de rechazar a Peltz.
Poco después de terminar la reunión, Arnold llamó a Chapek y le ordenó que no volviera a tener contacto con Peltz, aunque otros ejecutivos de Disney estuvieran con él. McCarthy y Gutierrez serían los únicos “puntos de contacto designados” con el inversor, según dijo Disney en uno de sus documentos de representación.
La orden hizo saltar las alarmas de Chapek. Antes se había reunido con Loeb, quien había abandonado su campaña para sacudir Disney. El consejo había elogiado a Chapek por ello. Ahora, no solo se le prohibía reunirse a solas con Peltz, sino también comunicarse con él. Sentía una creciente falta de confianza.
Había dos estrenos de Disney en Nueva York esa semana, la película de Searchlight El menú y la serie de FX La nueva vida de Toby. Chapek, preocupado por las crecientes presiones sobre él y la empresa, no se presentó. McCarthy lo sustituyó.
Ese viernes, Walden llamó a Iger y canceló un paseo que habían planeado para esa tarde. Walden dijo que Arnold lo llamaría en su lugar. Iger informó a su esposa.
“No te van a pedir que vuelvas”, dijo ella.
Iger estuvo de acuerdo, pero se preguntó: “¿Y si lo hacen?”.
Bay dijo que tendría que aceptar. “Si te piden que vuelvas, deben de estar desesperados. Y segundo, amas a la empresa y a la gente, en cierto modo se lo debes”.
Arnold llamó a las 3 p. m., como estaba previsto. Tras unas breves palabras de cortesía, dijo que quería disculparse por su ruptura. Eso era importante para Iger. Sin una disculpa, él no consideraría un regreso. La aceptó y dijo que debían seguir adelante.
“¿Volverías?”, preguntó ella.
Aceptó sin dudarlo, con tres condiciones: quería que se anunciara inmediatamente, a más tardar el lunes, porque era un secreto demasiado grande para guardarlo. Tenía que ser por un periodo limitado: decidieron dos años. Y quería trabajar sin sueldo, porque no quería que nadie pensara que lo hacía por dinero.
Arnold dijo que tendría que hablar luego al respecto.
La llamada duró 15 minutos.
Arnold le dijo a Gutierrez que convocara una reunión virtual de los directores independientes de la junta para el domingo sin decírselo a Chapek. Durante la reunión, Arnold pidió la valoración de Gutierrez. Dijo que Chapek había perdido el apoyo del equipo directivo y que existía un grave riesgo de perder algunos talentos creativos clave. Se había vuelto disfuncional. Había faltado a importantes reuniones en Orlando antes de la desastrosa convocatoria de resultados de noviembre. En un momento de crisis, en lugar de trazar un camino a seguir, se negaba a aceptarlo. Parecía deprimido.
El consejo votó por unanimidad despedir a Chapek y ordenó a Arnold y Gutierrez que lo llamaran.
Esa noche, Elton John daba un concierto en el estadio de los Dodgers que se transmitía en directo por Disney+. Chapek tenía previsto asistir, pero estaba en su casa de Westlake Village cuando recibió la llamada.
Arnold fue directa al grano: “Con efecto inmediato, estás despedido”. Ni siquiera se le ofreció la posibilidad de dimitir para guardar las apariencias.
A pesar de sus temores, Chapek no estaba preparado para algo tan repentino. “¿Por qué?”, preguntó.
“Hemos perdido la confianza”.
¿La última prórroga de Iger?
Cuatro horas después, se supo quién lo sustituiría. Chapek no se sorprendió.
Iger se movió rápidamente para desmantelar el legado de Chapek y sofocar cualquier oposición interna. La DMED fue abolida a los pocos días de su regreso y sus funciones fueron devueltas a los ejecutivos creativos. Iger destituyó a Daniel. Perlmutter perdió su trabajo cuatro meses después. A continuación, Iger exigió la renuncia de McCarthy. Arnold dejó el consejo en marzo de 2023, cuando su prórroga de un año como presidenta del consejo llegó a su fin. Catz dejó el consejo en julio.
Iger regresó a una empresa asediada en casi todos los frentes. Pronto se enfrentó a una debilitante huelga de guionistas y actores de Hollywood, y luego a una amarga lucha por poderes librada por Peltz. Wish: el poder de los deseos, una película de animación de Disney de alto perfil estrenada a finales de 2023, se convirtió en la quinta película de Disney de gran presupuesto en fracasar en taquilla ese año.
Las acciones de Disney subieron inmediatamente después del regreso de Iger, pero pronto volvieron a bajar. Después de que Peltz perdiera la guerra por poderes en abril de 2024, Perlmutter vendió todas sus 25,6 millones de acciones, diciendo que no tenía confianza en Iger y la gestión de Disney. Hace una semana, las acciones de Disney cotizaban a menos de 90 dólares, un 55 por ciento menos que en marzo de 2021.
Como era de esperar, la junta directiva rechazó la sugerencia de Iger de que trabajara a cambio de nada. Una declaración de valores reveló que ganó 31,6 millones de dólares el año pasado.
Chapek se marchó con una indemnización de más de 20 millones de dólares (tras ganar algo más de 24 millones en 2022), pero su reputación estaba por los suelos.
Tras su despido, Chapek contrató a Bryan Freedman, un abogado de Los Ángeles conocido por su experiencia en la gestión de salidas con gran cobertura de medios de comunicación. Freedman le dijo al Times que había aconsejado a Chapek que tenía “una demanda legal muy fuerte contra Bob Iger por interferir ilegalmente en su capacidad para hacer su trabajo”. Pero Chapek le dijo que sus hijos y nietos eran una “familia Disney” y que no se atrevía a presentar una demanda que pudiera perjudicar a la empresa, dijo Freedman.
Disney respondió con un comunicado en el que afirmaba que Chapek había sido despedido por la junta directiva porque “ya no era la persona adecuada para desempeñar el cargo de director ejecutivo durante un periodo cada vez más complejo de transformación de la industria”.
Amordazado por un acuerdo de indemnización por despido, Chapek ha permanecido en un segundo plano ante lo que considera versiones poco halagadoras, injustas y, en algunos casos, inexactas de su liderazgo. Aunque entró en la junta de una empresa de tecnología médica, pocas oportunidades se le han presentado.
Desde el principio, como director ejecutivo de Disney, Chapek se enfrentó a retos de enormes proporciones que escapaban a su control: el inicio de una pandemia mundial, la agitación en una industria que se estaba transformando por la transmisión en continuo y la hostilidad manifiesta de un predecesor muy admirado y aún poderoso.
Al mismo tiempo, contribuyó sin duda a su propio despido. Poco después de ser nombrado director ejecutivo, dejó de congraciarse con Iger. Y, al final, casi todo su equipo ejecutivo se había vuelto contra él, incluso gente que había contratado y ascendido. También lo hizo la junta, no solo Catz, escéptica con él desde el principio, sino también Arnold, que solía ser su más firme defensora.
Chapek, dijo su vocera, “sigue profundamente orgulloso” de haber guiado a Disney a través del “terreno sin precedentes” de la crisis de la covid, “mientras trabajaba para transformar a Disney en una compañía de medios preparada para el éxito futuro. Chapek confía en que, de no haber sido por la campaña de su predecesor y finalmente sucesor contra él, esta visión colectiva se habría hecho realidad bajo su liderazgo”.
Los actuales ejecutivos de Disney dicen que Iger ha restaurado el ánimo y ha aportado la estabilidad necesaria a las filas de la dirección. Marvel y Pixar tuvieron grandes éxitos veraniegos con
Deadpool & Wolverine e Intensamente 2, ambas iniciadas cuando Iger aún era jefe creativo. Aunque las acciones de Disney siguen de capa caída, la combinación de la transmisión en continuo de Disney+, Hulu y ESPN+ obtuvo ganancias en el trimestre finalizado el 29 de junio, tres meses antes de lo previsto. Iger fue recibido por los fans con un aplauso delirante cuando apareció en el escenario en la reunión de fans D23 de este verano en Anaheim, California. Iger estaba tan emocionado que tuvo que contener las lágrimas antes de hablar.
En los anales del gobierno corporativo, seguramente hay pocos fracasos que rivalicen con la gestión de la transición de Iger por parte de la junta directiva de Disney. El influyente servicio de asesoramiento a accionistas ISS la calificó de “sucesión fallida” y citó “importantes errores” del consejo. Entre los más sorprendentes están el no haber entrevistado formalmente a Chapek para el puesto, el no haber tenido en cuenta la inviable estructura jerárquica en la que Chapek respondía tanto ante el consejo como ante Iger, y el no haber frenado el debilitante conflicto que surgió entre los dos hombres.
Pocas disputas entre altos ejecutivos han alcanzado el nivel de intensidad y amargura de la que existe entre Iger y el sucesor que escogió. Iger ha calificado la contratación de Chapek para el puesto mayor como el peor error de su carrera. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿cómo pudo Iger juzgar tan mal a Chapek después de trabajar con él durante casi 30 años?. “Me he esforzado por llevar a cabo mi propio análisis postmortem para que la empresa no vuelva a cometer el mismo error”, dijo Iger en la cumbre DealBook de The New York Times el año pasado, pero se negó a revelar sus conclusiones.
Disney dijo que Iger no tenía nada más que añadir.
El verano pasado, la junta directiva de Disney prorrogó de nuevo el contrato de Iger hasta finales de 2026. Iger insiste en que ésta será la última prórroga.
James B. Stewart
ha sido reportero y columnista de negocios para el Times desde 2011, centrándose en el drama humano del mundo empresarial y la lucha por el poder corporativo. Más de James B. Stewart
Brooks Barnes
cubre todo lo relacionado con Hollywood. Se unió al Times en 2007 y antes trabajó para The Wall Street Journal. Más de Brooks Barnes
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