‘Soy psicópata: en esto se equivocan todos sobre este trastorno’


Soy psicópata y durante los últimos dos meses he tocado el bajo en la orquesta de una nueva puesta musical. Según entiendo, parte de la actuación se originó en talleres de diversidad, equidad e inclusión realizados con el elenco y el equipo antes de que comenzaran los ensayos.

Yo no fui parte de los talleres de inclusión, pero experimenté su efecto. Como la mayoría de mis experiencias musicales, en el primer día de ensayos entré en una habitación de hombres en su mayoría. Cuando los hombres se presentaron, incluyeron los pronombres con los que preferían identificarse, lo cual supuse que aprendieron de la capacitación del taller.

Pero yo no mencioné mis pronombres y noté que otras dos mujeres tampoco lo hicieron. No estoy segura de por qué no especificaron sus pronombres, pero yo sí sé por qué no lo hice. Es que no los tengo. No tengo ningún concepto normal de mí misma ni como mujer, ni como otro género porque tengo trastorno de personalidad antisocial.

Soy psicópata, o como algunos lo llaman, sociópata. En una evaluación psicológica, me describieron como una psicópata “exitosa”, pero opté por usar el término sociópata por el estigma social en torno a la psicopatía. Recientemente, aprendí que los británicos suelen usar el término psicópata, así que cambié.

Por lo general, se entiende que la psicopatía es un subtipo del trastorno de personalidad antisocial. En mi caso, también tengo un sentido de identidad muy débil, tan débil que me resulta difícil conceptualizarme como mujer, blanca, bisexual o cualquier otro adjetivo que pueda ser cierto de mí.

También he batallado para relacionarme con mis propias emociones de forma tradicional, y mucho más con las emociones de otras personas.

LA GENTE ME TENÍA REPULSIÓN

Aprendí desde que era una niña pequeña que la gente a menudo sentía repulsión hacia mí por mi necesidad crónica de enterarme de cosas, lo que ellos etiquetaron como “chismosa”. También, por la forma en la que yo podía leer sus mentes y usar sus miedos e inseguridades ocultos para manipularlos. Y porque no mostraba empatía por aquellos a quienes usaba sin culpa.

Entonces, aprendí a enmascarar estos rasgos y a parecerme a todos los demás. La primera vez que escuché la palabra sociópata aplicada a mí misma fue durante un momento poco común en el que dejé que la máscara se me resbalara con una compañera de trabajo.

Tenía una mente inusualmente abierta, por lo que fui excepcionalmente honesta con ella sobre la manera en la que funcionaba mi cerebro. Su falta de prejuicio sobre la sociopatía o la psicopatía es, desafortunadamente, una experiencia que sucede con poca frecuencia.

Mis colegas musicales me conocen como bajista, no como abogada, no como la fundadora de una firma de servicios legales probono sin fines de lucro. Y, ciertamente, no como la autora de Confessions of a Sociopath: A Life Spent Hiding in Plain Sight (Confesiones de una psicópata).

Pero, en realidad, sí hay una conexión. No fue sino hasta después de que perdí mi carrera como profesora de derecho a causa de la publicación del libro que retomé el bajo. Después de tantos encuentros terribles, prejuiciosos e insensibles con mis administradores y colegas legales, aunado a que todo lo que sabían sobre el sociópata y psicópata eran representaciones estereotípicas de Hollywood, yo solo quería ser juzgada por mis méritos y no por mi trastorno de salud mental.

INTENTÉ PERMANECER EN EL ANONIMATO

Publiqué Confesiones de una sociópata bajo un seudónimo que todavía uso. E intenté, al menos al principio, permanecer en el anonimato.

Desafortunadamente, cuando las personas cercanas a mí hicieron la conexión, sufrí el que las personas supusieran cosas sobre mí en función de un grupo al que pertenezco.

Por ejemplo, como resultado de los detalles que compartí de mí en el libro y durante la promoción de este, la facultad de derecho en la que enseñaba en California me prohibió estar a menos de un kilómetro de cualquiera de sus edificios.

Esta prohibición era tan amplia a primera vista que no podía seguir viviendo en mi propio departamento. En lugar de perder el tiempo luchando contra lo que creo firmemente que fue su ignorancia y su trato discriminatorio, simplemente me mudé.

Del mismo modo, un colega con quien fui coautora de un artículo me dijo que nunca volviera a mencionar su nombre o me demandaría. El documento en el que habíamos estado colaborando eran mis ideas, mi diseño de investigación y mis aplicaciones a las fuentes de financiación.

Años más tarde descubrí que me habían robado el diseño de investigación y habían escrito el artículo sin mí y sin darme crédito. Así que perdí mi carrera como profesora de derecho porque soy una psicópata, pero ellos siguen conservando sus trabajos a pesar de su comportamiento poco ético.

A diferencia de muchos otros segmentos del movimiento de la neurodiversidad que se han beneficiado de una mayor comprensión y reconocimiento de que se consideran solo otro tipo de “humano”, el psicópata sigue siendo ampliamente malentendido y perseguido. Es un estigma que se refuerza con las representaciones inexactas y deshumanizantes de Hollywood.

psicópata
La serie de televisión ‘Killing Eve’, protagonizada por Jodie Comer y Sandra Oh. Después de una serie de eventos, las vidas de una agente de seguridad y una asesina se enlazan de forma inextricable. (Imagen: BBC)

ME ENCANTÓ VER RETRATOS PRECISOS DE MUJERES PSICÓPATAS

Por ejemplo, acabo de ver el final de la serie de televisión de la BBC Killing Eve. El programa tiene a al menos tres personajes psicópatas, según describen sus creadores, y las tres son mujeres: una es asesina de una organización turbia y las otras dos trabajan con la agencia de inteligencia británica MI6.

Los showrunners y guionistas de las primeras tres temporadas claramente habían leído mi libro o hecho su propia investigación. Me encantó finalmente poder ver retratos de ficción precisos de mujeres psicópatas como las personas complejas e imperfectas, pero también valientes, de mente abierta y, a menudo, brillantes, que son.

¡Y este programa tiene seguidores! Hubo personas que realmente amaban y aceptaban a estos personajes psicópatas femeninos no “a pesar de sus defectos”, sino porque estos personajes se retrataron como humanos por primera vez.

Había partes de la serie que parecían sacadas directamente de mi libro, como una escena en la que le dicen a una psicópata en el hospital que se ve algo enferma y le preguntan si quiere sentarse.

Ella responde que está bien y de inmediato se desmaya. En la vida real, eso me sucedió porque me es muy fácil desconectarme incluso de mis sensaciones corporales.

No obstante, lo que me pareció más fiel a la vida real del psicópata fue cuando uno de los personajes se sentía tan insatisfecho con los persistentes sentimientos de aburrimiento y vacío que inundan a los psicópatas que se embarcó en un viaje de autodescubrimiento para luego intentar recuperarse del impacto negativo de su trastorno mental.

La verdad es que la mayoría de los psicópatas (¿quizá todos?) quieren lo que todos los humanos: una vida llena de conexión humana significativa y un propósito.

TED BUNDY REALMENTE ERA UN PSICÓPATA

Y el programa hizo un gran trabajo al demostrar cómo las características de la psicopatía a menudo interfieren con esos objetivos. Por ejemplo, al impedir la vulnerabilidad emocional constante en las relaciones.

Me encantó hasta la cuarta temporada. Particularmente el final de la serie. A pesar de un gran crecimiento en el personaje de la asesina Villanelle, (¡a continuación muchos spoilers!) A ella la asesinan en los últimos dos minutos mientras abraza a Eve, quien finalmente aprendió a aceptar y a amar a Villanelle. Eso yo lo interpreté más como la aceptación y el amor de Eve hacia sus propios rasgos psicopáticos.

El tercer personaje psicópata femenino, Carolyn, se reduce a un estereotipo de villana maquiavélica que ordena el asesinato de Villanelle. La showrunner Laura Neal explica ese momento confuso: “Realmente queríamos asegurarnos de que ella fuera irreconocible e impredecible hasta el final”.

Mi perspectiva es la siguiente: solo porque a alguien personalmente se le dificulta conocer y predecir a esa persona no la hace irreconocible e impredecible. Se puede conocer y predecir a un psicópata y un sociópata, lo único que sucede es que ellos por definición no piensan como lo hace la gente normal.

Ted Bundy realmente era un psicópata. Pero eso no significa que todos los psicópatas y sociópatas sean asesinos, o que todos los asesinos sean psicópatas o sociópatas.

Tampoco digo que todos los psicópatas o sociópatas sean como yo: relativamente exitosos. O relativamente conscientes de sus acciones, o inusualmente interesados en relacionarse emocionalmente con otras personas, o un buscador de la verdad como yo, o un solucionador de problemas como yo.

EL ESTIGMA EXISTE EN LA COMUNIDAD DE SALUD MENTAL

Los psicópatas, como todos los demás, vienen en todas las formas y tamaños y a todos nos infantiliza que Hollywood sugiera que todos los villanos sin corazón son psicópatas, o que todo psicópata es un villano sin corazón.

El estigma contra los psicópatas existe incluso en la comunidad de salud mental. Muchos profesionales de la salud mental todavía creen que la psicopatía no tiene tratamiento y, en consecuencia, no la tratan.

Personalmente no he experimentado esto, pero tantos psicópatas a quienes conozco han luchado para encontrar disponibilidad de un tratamiento que yo me uní a una organización sin fines de lucro, Psychopathy Is, que guarda la primera base de datos de médicos (solo un par de docenas en todo Estados Unidos) dispuestos a ayudar a tratar al psicópata.

Al principio de la temporada final de Killing Eve, el personaje de Villanelle sale atando a un psiquiatra a una silla para obtener la ayuda que sentía que necesitaba para tratar sus rasgos psicópatas. Para mí, en eso es en lo que la temporada 4 de Killing Eve acertó sobre la vida real de un psicópata. N

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M. E. Thomas (seudónimo) es autora de Confessions of a Sociopath: A Life Spent Hiding in Plain Sight. Exprofesora de leyes, ha escrito extensamente sobre temas de derechos de autor de la música. Actualmente es abogada en California y fundadora de una organización sin fines de lucro. También es, recientemente, música profesional. Todas las opiniones expresadas en este artículo son de la autora. Newsweek confirmó la identidad de la escritora y acordó el uso de un seudónimo. Publicado en México en cooperación con Newsweek. Published in México in cooperation with Newsweek.

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