Sin sorpresas, la Corte Suprema chavista convalidó el fraude de Nicolás Maduro en las presidenciales
CÚCUTA, Colombia.– “Definitivo, irrestricto e inequívoco”. El Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) convalidó este jueves la farsa montada por el chavismo para justificar el megafraude electoral del 28 de julio. Y lo hizo con las mismas frases prefabricadas desde hace tres semanas y con unos protagonistas que parecen salidos de un cómic del superbigote Nicolás Maduro, que Biblia en mano lucha contra la “demonia fascista” de María Corina Machado.
“Con base en el peritaje podemos concluir que los boletines emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) están respaldados por las actas de escrutinio emitidas por cada máquina”, balbuceó la antigua concejala chavista Caryslia Rodríguez, convertida hoy en presidenta del TSJ.
Una sentencia de diseño sobrevenida tras fracasar el intento oficialista de “ganar” las elecciones sin caer en la trampa de sumar y restar más de cuatro millones de votos. Un fallo que además cuenta con el apoyo total del generalato, los dueños de la fuerza bruta en el país petrolero: “Venezuela tiene sus instituciones democráticas y están cumpliendo”, respaldó eufórico el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa.
De esta forma, y sin hacerse pública transcurridos 25 días ni una sola acta de votación de manera oficial, el TSJ certificó el autogolpe electoral de Nicolás Maduro, que jurará por tercera vez en enero. Unos resultados que además quedan en un limbo bolivariano, ya que la sentencia anuncia que serán publicados en el boletín oficial del Estado, pero nada se dice de las tan demandadas a nivel nacional e internacional actas por mesa y centro de votación. Y por supuesto, nada de verificación internacional, como exigía casi toda la comunidad internacional.
Además, el TSJ remite la sentencia a la Fiscalía General del Estado para que actúe por desacato contra Edmundo González Urrutia, que se negó a acudir a la farsa montada en el tribunal durante dos semanas, con unos expertos anónimos, cubiertos por barbijos y guantes, que usaban computadoras apagadas y que abrían cajas como si estuvieran envenenadas.
Soberanía intransferible
“La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo. Los órganos del Estado emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos”, reaccionó González Urrutia tras conocer la sentencia “definitiva”.
En definitiva no hubo sorpresas, la sentencia la anticiparon opositores, analistas y hasta gobiernos extranjeros, pero no por ello dejó de ser un duro golpe para la esperanza que anida en Venezuela. Maduro necesitaba introducir el conflicto electoral en la batidora del TSJ, al que horas antes la Misión de Determinación de Hechos de la ONU señaló por falta de independencia e imparcialidad. La propia Machado, adaptando una de las frases más coreadas durante la última marcha multitudinaria en Caracas, “animó” a los jueces al decirles “échenle bolas”, de fácil traducción.
El chavismo se ha visto abocado a una farsa monumental, el mayor fraude electoral en la historia de América Latina, gracias a dos jornadas memorables en las que un ejército de cientos de miles de venezolanos participaron de una proeza ciudadana nunca vista: la recolección, protección, escaneo y digitalización de miles de actas electorales entregadas a los fiscales de mesa para demostrar la victoria real, por goleada, de su candidato González, que superó por cuatro millones de votos a Maduro.
Estas actas electorales, subidas a una web, fueron analizadas por distintas entidades, como el Centro Carter y los expertos de la ONU, que ratificaron su validez. Incluso el portal Cazadores de Fake News comprobó que las decenas de videos que se encuentran en redes sociales con la lectura pública de las actas correspondían con los resultados online. Absoluta pulcritud, todo lo contrario de lo que se vive en el seno del TSJ.
“Todas las sentencias empezaron a ser a dedo (desde 2014)”, aseguró una funcionaria a los investigadores de la ONU, tal como recordó este jueves la ONG Provea. Incluso uno de los magistrados del TSJ, impuesto en diciembre de 2015 para bloquear al recién elegido Parlamento con mayoría opositora, confesó que lo nombraron “porque asumieron que sería leal”.
De los 32 magistrados, 29 fueron elegidos entre los círculos chavistas, averiguó la ONU. Empezando por la nueva presidenta, Caryslia Rodríguez, concejala revolucionaria y alcaldesa encargada de la capital durante unos meses. Tal es la cercanía con el mandatario que los presidentes de las distintas salas del TSJ se reúnen en el palacio presidencial de Miraflores, pero cuando el tiempo apremia las sentencias se las envían ya escritas.
“Los sicarios judiciales de Maduro acaban de hacer de las suyas. Pretenden darle una fachada jurídica a la farsa que anunció el tramposo de Amoroso (presidente del CNE) el 28 de julio. No solo eso: también le dictan un fulano desacato a Edmundo González por no legitimar esa parodia de legalidad”, denunció Juan Pablo Guanipa, dirigente centrista muy cercano a Machado.
Pese a que era esperada en parecidos términos, la sentencia provocó una cascada de reacciones en los países de la región. “Hoy el TSJ termina de consolidar el fraude. No hay duda de que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo”, disparó el presidente chileno, Gabriel Boric, crítico desde el primer día de las violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
“No debemos callar ni cesar en defensa de la causa venezolana”, completó el líder uruguayo, Luis Lacalle Pou.
“Es una patraña, Colombia no puede ni debe avalarlo”, confirmó el expresidente colombiano Juan Manuel Santos. “El reconocimiento del TSJ a la supuesta victoria del sátrapa es un golpe al pueblo venezolano y a la resistencia democrática liderada por María Corina Machado”, añadió otro exmandatario cafetero, Iván Duque, que denunció en reiteradas ocasiones la “complicidad” del presidente Gustavo Petro con el mandamás bolivariano.