¿Somos analfabetas digitales?


El escritor estadounidense Alvin Toffler ha señalado que “los analfabetas del siglo XXI no serán aquellos que no saben leer ni escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender. ¿Podemos hacerlo en entornos cibernéticos? ¿Estamos desarrollando el pensamiento crítico que las circunstancias actuales nos reclaman?

 

Por ejemplo, al año, nuestro país recibe alrededor de 156,000 millones de intentos de ciberataques. Pero ello no es el único riesgo en el ciberespacio: desinformación, agresividad y depresión son resultado de una sociedad con acceso al ciberespacio, pero poco preparada para sus retos.

 

Más que usuarios, la sociedad necesita de ciudadanos digitales. Personas conscientes, responsables, informadas y capaces de reaccionar frente a noticias falsas, imágenes creadas por Inteligencia Artificial, comentarios agresivos, competencia por visualizaciones y una necesidad apremiante por obtener fama.

 

Aunque en la teoría todos y todas podríamos responder que contamos con las habilidades indispensables para navegar sanamente por nuestras redes sociales, en la práctica podríamos encontrarnos con serias dificultades. Por ello, a continuación, presentamos un pequeño repaso, reflexión, o si se quiere, examen de conciencia sobre nuestra Cultura Digital:

 

  • ¿Somos conscientes del tiempo que pasamos en redes sociales?

  • ¿Cuántos minutos/horas al día estamos conectados para entretenernos?

  • ¿Cuánto tiempo destinamos para leer, informarnos, comerciar o educarnos?

  • ¿Navegamos de forma segura?

  • ¿Nuestras contraseñas son fácilmente identificables?

  • ¿Repites contraseñas en distintas plataformas?

  • ¿En qué plataformas realizamos búsquedas de información?

  • ¿Hemos caído en noticias falsas? ¿Cómo nos dimos cuenta?

  • ¿A quién seguimos y por qué lo hacemos?

  • ¿Tenemos acceso a contenidos optimistas, alegres o que reflejen nuestras inquietudes y aspiraciones?

  • ¿Nos sentimos cansados o ansiosos después de navegar?

  • ¿Nos tomamos el tiempo para analizar la calidad de la información que recibimos?

  • ¿Evitamos la propagación de noticias falsas?

  • ¿Compartimos contenidos que reflejan nuestra personalidad o sólo lo hacemos porque otros lo hacen?

  • ¿Nuestras fuentes de información son confiables?

  • ¿Compartimos información personal o de otros?

  • ¿Sabemos configurar las opciones de privacidad de cada una de las aplicaciones que usamos?

  • ¿Cómo reaccionamos al recibir mensajes presumiblemente de instituciones financieras?

  • ¿Has caído en fraudes por aplicaciones de mensajería?

  • ¿Compartes perfiles en plataformas de streaming?

  • ¿Comentas sin detenerte a pensar si puedes dañar a otros?

  • ¿Nuestros mensajes pueden malinterpretarse?

  • ¿Usamos responsablemente contenidos ajenos?

  • ¿Respetamos Derechos de Autor?

  • ¿Descargamos aplicaciones de internet sin revisar su origen?

  • ¿Nos adaptamos a los cambios tecnológicos?

  • ¿Dejamos de realizar otras actividades por estar conectados?

  • ¿Llegamos tarde o perdemos la noción del tiempo?

  • ¿Buscamos espacios o actividades libres de celular?

 

Más allá de las respuestas, el que estés leyendo este artículo y quieras informarte sobre estos temas constituye un gran avance para la construcción de una ciudadanía digital. Si bien es cierto que durante los últimos años el gran reto era la brecha digital, actualmente 8 de cada 10 mexicanos tienen acceso a internet. Por ello, la alfabetización es la nueva gran meta, es decir, no es suficiente contar con más usuarios, sino que éstos puedan desarrollarse en entornos seguros.

 

¿Cómo construimos una mejor ciudadanía digital?

 

  • Conduciéndonos responsablemente: ¿Si analizamos nuestras publicaciones y comentarios, diríamos lo mismo frente a frente?

  • Descubriendo nuestros derechos y obligaciones: ¿Respetamos la imagen, privacidad y autoría de los demás?

  • Fortaleciendo los beneficios del ciberespacio: ¿Somos conscientes de todas sus ventajas? Es un espacio universal, libre, abierto, gratuito que permite la inclusión de mujeres y otros grupos menos favorecidos a la economía, la política y la educación.

 

Indudablemente, las herramientas digitales nos permiten resolver problemas, adaptarnos, innovar, crear, integrarnos, personalizar. Pero son sólo eso, herramientas. Y, nosotros, somos un recurso invaluable. La tecnología debe trabajar para nosotros y no nosotros para ello. Por eso, como mencionaba Mahatma Gandhi, “si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo”. El problema no es la tecnología sino el uso -o desuso- que hacemos de la misma. Con el nuevo boom de la era digital, es decir, con la popularización de Inteligencia Artificial, seremos capaces -si así lo decidimos- de potencializar aún más el conocimiento, el arte, las ciencias. El dilema es si estamos dispuestos a educarnos y re-educarnos constantemente. ¿Te animas a pasar la prueba? N

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