Hay una posible solución al desastre de los seguros en Florida. Esta es la razón que no ha sucedido

El mercado de los seguros de propiedad en la Florida estaba en caída libre en 2006 tras varios huracanes. Las primas subían. Las aseguradoras quebraban o amenazaban con abandonar el estado.

En respuesta, un grupo de empresarios y abogados de St. Petersburg propuso una solución radical: que el estado ofreciera seguro contra huracanes. Que las aseguradoras privadas ofrecieran todo lo demás.

Armados con datos y contactos políticos, los miembros del grupo volaron en aviones privados a Tallahassee en repetidos viajes para reunirse con el entonces gobernador Charlie Crist, los legisladores y el regulador de seguros del estado.

En lugar de ser bien recibidos, descubrieron que su idea era “una papa caliente política”, dijo uno de los miembros.

Aunque las docenas de pequeñas compañías de seguros que dominaban el mercado de la Florida estaban pasando apuros para pagar las reclamaciones por las tormentas, el plan del grupo también habría despojado a las compañías de los enormes beneficios que obtienen en años sin tormentas. Esas empresas son importantes donantes políticos de los funcionarios de elección de la Florida.

Aproximadamente 15 años después, los floridanos enfrentan de nuevo un rápido aumento de las primas y a varias aseguradoras insolventes, esta vez tras los huracanes Ian, Michael e Irma. Y la idea que esos vecinos habitantes de St. Petersburg plantearon hace tantos años la están tomando algunas caras nuevas.

Un mercado inestable

En años sin tormentas, las pequeñas compañías de seguros de la Florida que forman el grueso de la industria del estado pueden obtener beneficios considerables por asegurar relativamente pocas viviendas, gracias al cobro de las elevadas primas exigidas para los seguros contra el viento.

En la década de 2010, los presidentes ejecutivos de las aseguradoras nacionales de la Florida eran algunos de los mejor pagados del país.

En 2015, por ejemplo, el presidente ejecutivo de Heritage Insurance Holdings, con sede en Tampa, ganó $27.3 millones, más del doble de lo que ganó el presidente ejecutivo de State Farm, a pesar de supervisar 0.3% del número de pólizas y cuentas.

Pero cuando llegan las tormentas, las compañías pueden no tener capacidad para pagar las reclamaciones, lo que provoca una ola de insolvencias.

Cuando esas compañías quiebran, los floridanos suelen salir perdiendo. Para pagar las reclamaciones pendientes de las compañías, el estado puede imponer un recargo de hasta 4% en todas las pólizas de seguro de los propietarios de viviendas.

Eso es lo que ocurrió después que la Florida fue asolada por varios huracanes en 2004 y 2005.

Una idea para beneficiar a los floridanos

El ex representante estatal Don Crane, que fue legislador de 1970 a 1974, conocía los resortes del poder en el estado. Era propietario de una agencia de seguros que ayudaba a los propietarios de viviendas a encontrar un seguro.

Tras ser despedido por su propia aseguradora en 2006, decidió que era hora de hacer algo.

Una de sus primeras llamadas fue a Bill Ballard, un abogado corporativo de St. Petersburg recién jubilado.

La idea que presentaron fue la siguiente: Combinar Citizens y el Fondo para Catástrofes de Huracanes de la Florida, creando una nueva entidad que ofreciera únicamente seguros contra huracanes. Las compañías privadas se encargarían de las formas más predecibles de los seguros de propiedad, como incendios y robos.

En lugar que las primas de los floridanos por tormentas de viento fueran a parar a utilidades, se agruparían en un fondo común.

“Bill y yo nos dimos cuenta que si sumábamos todos los años que los floridanos llevaban pagando por el seguro contra huracanes, era una tonelada de dinero”, declaró recientemente Crane, de 89 años.

Salvo tormentas importantes, se preveía que el fondo sería autosuficiente en su décimo año, con un superávit de $82,000 millones. (De hecho, la Florida en realidad pasaría 10 años sin una tormenta, una racha que terminó en 2017).

Eso habría sido más que suficiente para cubrir los estimados $13,000 millones en pérdidas aseguradas del huracán Ian del año pasado, por ejemplo, o los $9,000 millones del huracán Michael de 2018.

En resumen, el plan daría a los asegurados de la Florida algo que no han experimentado desde que el huracán Andrew de 1992 puso patas arriba el mercado: “una estabilidad de tarifas casi absoluta”, según su informe.

‘Sorprendentemente persuasivo’

El plan de Crane era realista sobre el papel, según los expertos.

John Rollins, ex jefe de Riesgos de Citizens, revisó el documento del grupo y escribió que era un “argumento sorprendentemente persuasivo”. Florida TaxWatch lo examinó en 2011 y encontró la idea “viable”, elogiando el hecho que era la única solución con modelos matemáticos que la respaldaban.

El ex jefe de Citizens, Barry Gilway, dijo que cree que la competencia entre las aseguradoras privadas es la mejor manera de bajar las tarifas. Pero la idea de Crane “no es descabellada”, dijo recientemente.

Pero el plan no estaba exento de advertencias.

Por un lado, preveía un alza de las primas a corto plazo, aunque las tarifas acabarían bajando.

A algunos les preocupaba que el estado asumiera un riesgo tan elevado, pues consideraban que debía repartirse entre empresas privadas.

Además, habría sido necesario llegar a un acuerdo con el gobierno federal para que prestara dinero al fondo en caso que no pudiera hacer frente a los pagos en caso de tormenta catastrófica, un tipo de tormenta que el estado aún no ha visto.

Resistencia de las aseguradoras

Crane y sus voluntarios sabían que la idea infringía las creencias de libre mercado de la Legislatura controlada por los republicanos, a pesar que el gobierno de la Florida invierte mucho en seguros a través de Citizens y el Fondo para Catástrofes de Huracanes. Exigir una asociación con el gobierno federal, lo que muchos legisladores republicanos consideran un anatema, no ayudó.

Un portavoz de Crist dijo en 2009 que el entonces gobernador estaba en contra porque “cree que el sector de los seguros, y no el gobierno, debería asumir el riesgo financiero de los huracanes”.

Ballard dijo que su propuesta también era “tóxica” por una razón diferente.

Grandes aseguradoras, como State Farm y Allstate, apoyaron la idea en privado, dijo Ballard. Las compañías no llegaron a respaldarla públicamente, aunque agentes de State Farm la apoyaron.

Pero las aseguradoras nacionales se opusieron rotundamente.

Si el estado ofrecía solo seguros contra huracanes, las aseguradoras nacionales ganarían mucho menos dinero, comprendió Ballard. Y eran un poderoso electorado en Tallahassee. (Lo mismo sigue siendo cierto ahora; por ejemplo, Heritage Insurance Holdings, de Tampa, y sus compañías afiliadas han donado más de $2 millones a políticos desde 2010, y fue uno de los patrocinadores de la toma de posesión del gobernador Ron DeSantis este año).

“Comprometerse a esencialmente despojar tantos dólares de las primas y ponerlos en un fondo administrado por el estado cruzó líneas ideológicas y líneas de interés financiero, en todas partes”, dijo Ballard. “Dondequiera que se posara el pie, se pisaba a alguien”.

Aunque Crane y sus voluntarios tuvieron la influencia necesaria para conseguir reuniones con el entonces gobernador Crist, la entonces directora financiera Alex Sink y los principales líderes legislativos, Ballard dijo que nadie quiso tocar el plan.

“Era una papa caliente política”, dijo Ballard. “En mi opinión, el dinero de la industria aseguradora era mucho”.

En 2011, tras cinco años de trabajo e incontables viajes a Tallahassee, Crane y sus voluntarios se rindieron. Su propuesta nunca se escuchó en ningún comité legislativo.

Idea resucitada

Aun así, la idea no ha desaparecido.

Un artículo de opinión publicado en el Tampa Bay Times en diciembre proponía la creación de una asociación mutua para ofrecer seguros contra huracanes, similar a la idea de Crane.

El autor fue Thomas Cook, ex regulador de Seguros de la Florida y analista de la National Association of Insurance Commissioners. A lo largo de los años, él y sus colegas hablarían de un consorcio estatal de seguros contra huracanes tras observar los ciclos de auge y caída en la Florida.

“En los años tranquilos, veíamos en los estados financieros [de las aseguradoras] lo que ocurría, y luego, cuando llegaba una tormenta, algunas se declaraban insolventes”, dijo Cook recientemente. “No es un buen plan de negocio. Es una limitación del modelo de seguro privado”.

Texas, escribió, tiene un modelo similar. La Texas Windstorm Insurance Association se creó en 1971 para ofrecer cobertura contra el viento y el granizo a los propietarios de viviendas de los condados costeros del estado que no encuentran cobertura privada. Las ganancias netas de cada año se ingresan en un fondo fiduciario para futuras pérdidas.

Cook dijo que desconocía que Crane y otros hubieran propuesto una idea similar hace años.

“Cuando un grupo de personas racionales enfrentan el mismo problema, no es raro que se unan en torno a soluciones similares”, dijo Cook.

La solución de los legisladores estatales a la crisis actual ha sido dar a las aseguradoras lo que quieren: limitar las demandas, que es a lo que culpan de las recientes insolvencias de las compañías y cobrar primas récord.

Pero la dinámica de Tallahassee no ha cambiado desde hace 15 años.

Cuando uno va a Tallahassee con una idea, quién se ve afectado por esa idea puede decidir su destino, dijo recientemente Bud Risser, distribuidor local de petróleo y uno de los miembros del grupo de St. Petersburg.

“A veces eso es más poderoso que la propia idea”.