Solicitan que los padres divorciados que hablen mal de sus ex parejas delante de los niños sean acusados de abuso

Cuando una pareja con hijos se separa, solo hay dos opciones: una, mantener una relación amistosa y pensar en el bienestar de los menores; otra, utilizar a los pequeños como arma arrojadiza e intentar meter cizaña con ellos.

Aunque la segunda opción no es ética y supone un enorme daño psicológico para los críos, no es considerada como un delito. Pero puede que en no mucho tiempo en Reino Unido sea considerado como algo ilegal.

Divorcio (Fotolia)
Divorcio (Fotolia)

Al menos eso es lo que solicitan varias asociaciones de padres separados, como la Children and Family Court Advisory and Support Service (Cafcass). Un portavoz de esta organización ha defendido en un artículo publicado en The Telegraph que la manipulación deliberada de un niño para que odie a su otro progenitor es una conducta cada vez más extendida y que solo puede ser controlada si es considerada en las leyes como un abuso infantil más.

PUBLICIDAD

Aunque el derecho todavía no ha actuado contra esta práctica, los psicólogos infantiles la conocen bien. Tanto, que le han otorgado un nombre: el Síndrome de Alienación Parental. Este fenómeno que se produce en los hijos de parejas separadas cuando uno o los dos progenitores intentan transformar la conciencia de los menores con intención de impedir o destruir los vínculos con el otro progenitor.

La alienación se produce por el continuo bombardeo de negatividad que el progenitor dirige hacia la figura de su ex pareja delante del niño. Estos comentarios pueden ser criticas a acciones realizadas, mofas, chistes o cualquier tipo de manipulación de la realidad con fin de menoscabar su figura.

Un portavoz de Cafcass habla de casas como el de una madre que perdió la custodia de sus hijos porque su ex marido se dedicó a hablar mal de ella y a ponerla en duda delante de los menores. Tanto, que los propios niños testificaron en su contra afirmando una serie de mentiras que la dejaban en mal lugar.

En Reino Unido este tipo de prácticas no está perseguida por la ley, pero en Italia y México sí. En España no aparece en la legislación como tal, pero sí que existen varias sentencias que reconocen su existencia y condenan a aquellos que la hayan practicado.