Sissi Emperatriz lo tenía todo pero acabó siendo esclava de sus propias obsesiones

Empress Elisabeth Sissi emperatriz (1837-1898) in velvet dress with her dog Houseguard. 1865/66. Photograph by Emil Rabending. (Photo by Imagno/Getty Images)
Sissi emperatriz vivía obsesionada con su físico y su peso, tanto que terminó siendo adicta (Photo by Imagno/Getty Images)

Cuando muchos de nosotros pensamos en Sissi emperatriz (Isabel de Baviera) nos viene a la mente una hermosa y refinada dama que, en el cine, fue interpretada por Romy Schneider.

Pocos han visto fotografías originales de la Sissi auténtica así que los rizos rubios, los ojos azules, los pomposos vestidos con estampado floral y las vistosas joyas que Romy llevaba en el film, son la imagen que tenemos de la emperatriz.

La realidad histórica, sin embargo, es algo distinta. Sissi era una mujer morena, rica, elegante, presumida y bella pero, ¿a qué coste? a uno muy alto, el de su propia salud. Tal y como recoge ‘LOC’, a diferencia de otras dinastías monárquicas anteriores, Sissi se duchaba a menudo y cuidaba muchísimo su larga cabellera.

El cabello le llevaba hasta los pies así que sus asistentas personales dedicaban una rutina de tres horas cada mañana para que pudiera lucirlo impecable. Como le provocaba fuertes migrañas el peso de la cabellera, se la recogían en un elegante moño cada día.

Los tratamientos capilares naturales se los hacían a Sissi dos veces al mes, éstos le daban buen olor y un brillo especial y es que estaban hechos a base de jabón artesanal, mascarilla de coñac y huevo así como aromas de limón, ortigas y vinagre de manzana mezclados con agua.

Otro de sus trucos de belleza de la época era una mascarilla hecha de cuero que restregaba por fresas machacadas y, atención, carne cruda de ternera para que su rostro se viera terso y reluciente.

Para la suavidad y la hidratación de su cuerpo se daba largos baños nocturnos en aceite de oliva templado y también, como buena emperatriz, recibía masajes e hidroterapia para que todo estuviera en forma y sin imperfecciones.

Pero, si algo obsesionaba a Sissi emperatriz más allá de su belleza epidérmica era su silueta. Sissi era una mujer alta, más que su propio marido, medía 1,72 metros y, alarmantemente, solo pesaba 50 kilos y no se permitía engordar ni un gramo más.

1854:  Empress of Austria, Elisabeth Amalie Eugenie (1837 - 1898), wearing a crinoline dress.  (Photo by Hulton Archive/Getty Images)
Los corsés que usaba Sissi Emperatriz para mantener su cintura estrecha le causaban asfixia. (Photo by Hulton Archive/Getty Images)
(Eingeschränkte Rechte für bestimmte redaktionelle Kunden in Deutschland. Limited rights for specific editorial clients in Germany.) Schneider, Romy - Actress, Germany -   (*23.09.1938-29.05.1982+)   Scene from the movie 'Sissi' Directed by: Ernst Marischka Austria 1955 Vintage property of ullstein bild  (Photo by ullstein bild via Getty Images)
Romy Schneider interpretó a Sissi Emperatriz en el cine (Photo by ullstein bild via Getty Images)

Su cintura tenía que mantenerse en escasos 47 centímetros y Sissi estaba dispuesta a todo para conversarla en esa medida. Empezó con una dieta muy estricta baja en carbohidratos, alta en proteínas y con ayuno intermitenete que ella misma se inventó.

No contenta con esto, hizo colocar por todo el palacio anillas e instrumentos de ejercicio por los cuales ella podía tener una rutina deportiva sin salir de su hogar y, en cuánto a su ropa, los ajustados corsés que vestía le apretaban tanto que sufría cortes de respiración y desmayos.

Pero lo peor de todo esto es que su obsesión por ser delgada la llevó a convertirse en drogadicta, según el citado medio que también recoge que Sissi jamás se veía suficientemente esbelta y pasó gran parte de su vida en una depresión severa que la llevaba a inyectarse cocaína.

La droga le proporcionaba un efecto sedante y la usaba como falso antidepresivo, tanto habría abusado de la sustancia que, con el paso del tiempo, acabó perdiendo los dientes y su hermoso rostro se convirtió en cadavérico. Debido a esto, en público, tenía que vestir un velo facial para ocultar el infierno interno que vivía, tal y como recoge el citado medio.

Sissi lo tenía todo pero acabó siendo esclava de sí misma y sus estrictas imposiciones estéticas que le pasaron factura a aquello que más quiso conservar, su apariencia física.

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