Brian Cox tan sorprendido como cualquiera con el giro inesperado en el episodio tres de ‘Succession’

Esta entrevista contiene revelaciones importantes sobre la trama del episodio tres de la temporada final de “Succession”.

Brian Cox, que interpreta a Logan Roy en la serie de HBO “Succession”, en Nueva York, el 7 de julio de 2019. (Vincent Tullo/The New York Times).
Brian Cox, que interpreta a Logan Roy en la serie de HBO “Succession”, en Nueva York, el 7 de julio de 2019. (Vincent Tullo/The New York Times).

Al final, murió como vivió: de manera abrupta y sin ceremonias, suspendido entre dos mundos, un padre distante para sus hijos menospreciados y desconcertados.

Logan Roy ha muerto, desplomado en el baño de un jet privado en el episodio de esta semana de la temporada final de “Succession” de HBO.

Era un acontecimiento que cualquier fan de “Succession” sabía que quizá ocurriría en algún momento —el primer roce de Logan con la muerte, un derrame cerebral, se produjo en el piloto de la serie— solo que, paradójicamente, tal vez no tan pronto. (El episodio del domingo fue solo el tercero de los diez de esta temporada.) La sorpresa se vio agravada por la ignominia de la partida de Logan: en un momento, era un titán de los medios de comunicación cuya demostración de poder más reciente era faltar a la boda de su hijo mayor y volar a Europa por negocios; al siguiente, yacía desnudo hasta la cintura y en silencio, rodeado de lacayos. Sin grandes soliloquios. Ni lágrimas en el lecho de muerte. Solo el golpeteo de vanas compresiones torácicas a un cuerpo que tal vez ya estaba muerto.

Brian Cox, que durante más de tres temporadas interpretó a Logan con una ferocidad leonina y mercurial, parecía tan sorprendido como cualquiera al enterarse de que su personaje estaba destinado a una muerte tan rápida. En una videollamada realizada la semana pasada desde su casa en el barrio neoyorquino de Brooklyn, describió cómo recibió la noticia del creador de la serie, Jesse Armstrong.

“Me llamó y me dijo: ‘Logan va a morir’”, cuenta Cox. “Y pensé: ‘Ah, está bien’. Pensé que moriría en el episodio siete u ocho, pero en el episodio tres, pensé... ‘Caray, eso fue demasiado anticipado’”.

Se rió. “No es que me molestara”, añadió.

A sus 76 años, Cox también es un titán, aunque de otro tipo. Escocés de nacimiento y reputado actor de teatro shakesperiano, ha ganado dos premios Laurence Olivier y ha sido nombrado comandante de la Orden del Imperio Británico. Por sus trabajos en pantalla ha ganado un premio Emmy (“Nuremberg”, 2001), un premio SAG del sindicato de actores (por “Succession”, que compartió con el reparto) y decenas de nominaciones más en Norteamérica y el Reino Unido.

Y, sin embargo, a una edad en la que muchos actores de éxito podrían sentirse tentados a disfrutar del brillo de sus trofeos, Cox se lanzó de cabeza al que se ha convertido en un papel emblemático de su carrera, de esos por los que desconocidos te paran en la calle y te ruegan que repitas una frase. (En el caso de Cox, a menudo le piden que repita una frase que no se puede escribir aquí). Cuando no están aterrorizados, claro.

“La gente se pone muy nerviosa cuando viene a verme por primera vez porque piensan que soy Logan Roy, y no lo soy”, dice riendo. “Sencillamente, no soy ese tipo”.

En la conversación, Cox se mostró ciertamente más cálido y generoso, aunque igual de agudo con una opinión firme y algunas groserías. Habló largo y tendido sobre la muerte de Logan, sobre los complicados sentimientos de Logan hacia sus hijos y sobre lo que muchos actores entienden mal de su profesión. A continuación, algunos fragmentos editados de la conversación.

Ese fue un final abrupto para un personaje tan titánico. ¿Qué te pareció la manera en que murió Logan?

Bueno, tenían que terminarlo de alguna manera, y fue la decisión de Jesse. Lo he dicho antes, y lo diré de nuevo, el problema con mucha de la televisión, sobre todo la estadounidense, es que excede su fecha de caducidad. Y lo bueno de Jesse y los guionistas es que no lo hicieron. Fue difícil para ellos porque no era fácil poner fin a este proyecto. Y creo que a Jesse le pareció algo triste; en el estreno, alguien gritó: “Si era algo tan triste, ¿por qué lo hiciste?”. Pero creo que hay muchas razones para que Jesse diera fin al proyecto. Y aplaudo el hecho de que lo hiciera. Fue valiente porque a todo el mundo le encanta la serie. Siempre hay que dejar la fiesta cuando está en su apogeo, no cuando está decayendo.

La despedida irlandesa es una tradición en mi familia, así que puedo respetarla.

Creo que eso es lo que hace a la serie. Pensemos en “Juego de tronos”, cuando no sabían lo que estaban haciendo al final, tuvieron un final que no fue realmente satisfactorio. Y el público estaba furioso. La audiencia [de “Succession”] quizá esté furiosa; quizá extrañe a Logan y diga: “Ah, ¿cómo se te ocurre matar a uno de los personajes más interesantes?”. Pero a mí me parece bien. Estoy haciendo muchas otras cosas. Voy a volver al teatro. Espero dirigir mi primera película en mi vejez. Y voy a hacer “Largo viaje hacia la noche” en Londres [en la primavera de 2024]. Así que sé lo que voy a estar haciendo quizá hasta el próximo verano.

¿Qué opinas de la muerte de Logan como motor de la trama? Cambia de inmediato lo que está en juego, ¿no?

Sí cambia lo que está en juego. El personaje principal se ha ido. Y los hijos tienen que lidiar con ello, o no. Creo que la semana que viene va a ser dura para muchos espectadores porque van a extrañar a Logan. Y no creo que eso sea algo malo, creo que en realidad es bastante bueno.

Logan estaba llegando a un punto de descanso de todos modos. Se dio cuenta de que sus hijos nunca iban a ser... tiene esa gran frase de diálogo cuando dice: “Los quiero, pero no son gente seria”. Y creo que eso es fundamental. Toda la premisa es realmente sobre sentirse con cierto derecho y ser rico, y el hecho de que ha arado ese surco en particular. Y las consecuencias de ese arado son esos hijos y lo [grosería] que son, no necesariamente a causa de él, sino a causa de la riqueza. Todos ellos se sienten con ciertos derechos de una forma u otra. Y se comportan como mocosos malcriados la mayor parte del tiempo.

¿Crees que hay bondad en Logan?

Ah, sí. Creo que hay mucha bondad en él. Creo que es muy poco comprendido. Creo que todo ha salido terriblemente mal. Tenemos estos pequeños momentos de las cicatrices en la espalda, la historia de la madre, la hermana, la relación con el hermano, y son cosas sobre las que no se hace mucha reflexión. Ahí es donde se convierte en un ser humano, porque está lleno de debilidades y de todos los problemas que todos tenemos en la cotidianeidad, y de todas las horribles decisiones que tomamos o dejamos de tomar.

Y eso es lo que hacemos [como actores]. Somos un reflejo, no somos la persona. Creo que muchos actores no entienden eso. No entienden la responsabilidad de esa posición. Creen que se trata de decir: “Ah, simplemente me someto al personaje y luego lo vivo 24 horas al día, siete días a la semana”. Un problema real que tiene Estados Unidos —y creo que es también de lo que trata nuestra serie— es que este país solo está interesado en la búsqueda del individualismo a expensas de la comunidad. Si nos fijamos en el teatro europeo, todo gira en torno a la comunidad y grupos que se han atrincherado y se han mantenido año tras año. Estados Unidos no ha hecho eso. Es el conjunto, la comunidad, lo que es importante en cualquier proyecto en el que trabajemos como actores. Hay que crear la comunidad y comportarse como respuesta a ella; no se trata de decir: “Tengo que hacer esto; solo yo puedo hacerlo así”.

Al [grosería] con eso. No debe ser así. Es una [grosería] tontería. Participa. Es un juego. Es jugar. Es lo que hacen los niños. Los niños no piensan: “Bueno, yo soy este personaje y no puedo dejar de interpretarlo”. Tienen el instinto natural de jugar, y nos olvidamos de lo que es jugar. Lo siento, fin del sermón. [Risas].

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