Así es como Singapur intenta contrarrestar el calor y la humedad

Unidades de aire acondicionado en alojamientos individuales en Singapur, el 14 de diciembre de 2021. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Unidades de aire acondicionado en alojamientos individuales en Singapur, el 14 de diciembre de 2021. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)

SINGAPUR — La temperatura había llegado a 30 grados Celsius y seguía en ascenso. La humedad era del 75 por ciento. El sol deslumbraba desde los elevados edificios.

Catorce voluntarios, seis climatólogos y un carrito biometeorológico llamado “Smarty” se aprestaban a iniciar una “caminata por el calor” en el área del centro de esta ciudad-Estado del sureste asiático. Los voluntarios se habían colgado dispositivos para medirse la frecuencia cardiaca y la temperatura de la piel. Winston Chow, el investigador principal, observaba la escena mientras le escurría un hilo de sudor en la frente.

Chow y su equipo forman parte de Cooling Singapur, un proyecto multiinstitucional que se puso en marcha en 2017 gracias al financiamiento del gobierno de Singapur. La meta actual del proyecto es construir un modelo de computadora, o un “doble digital del clima urbano”, de Singapur, que les permita a los legisladores analizar la eficacia de diversas medidas para mitigar el calor antes de invertir recursos en soluciones que tal vez no funcionen. Se trata de una investigación que el gobierno de Singapur espera que se pueda replicar en todo el mundo.

“La gente siempre se ha preguntado cuál es, en realidad, el componente fundamental del clima que nos provoca incomodidad. ¿Es la baja velocidad del viento? ¿O son las altas temperaturas del aire? ¿O la alta radiación del sol?”, comentó Chow, profesor adjunto de Ciencia, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Administración de Singapur.

“Eso lo entendemos y se puede ayudar mucho con un diseño urbano más inteligente a nivel de planificación o con la manera en que los individuos gestionan el calor”, aseveró.

La prosperidad de Singapur le brinda los recursos para invertir en esas soluciones de alta tecnología. Pero los investigadores afirman que la situación geográfica de este Estado del sureste asiático también hace que sea un buen modelo para los demás, sobre todo para los países de los trópicos. Situada cerca del ecuador, esta isla tiene una temperatura todo el año que ronda en los 31 grados Celsius. Al igual que el resto de los países en los trópicos, tiene el problema adicional de una humedad elevada: de 84 por ciento en promedio.

Esta investigación es relevante en particular cuando muchos países están siendo afectados por temperaturas nunca antes vistas. Las olas de calor en el Reino Unido, China, Japón y gran parte de Europa han provocado muertes, trastornado vidas y obligado a que decenas de miles de personas tengan que marcharse.

Durante un estudio en Singapur, Rachel Pek, investigadora adjunta, arrastra a "Smarty", un artefacto que rastrea la radiación procedente de la atmósfera, las superficies y el viento, el 5 de julio de 2022. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)
Durante un estudio en Singapur, Rachel Pek, investigadora adjunta, arrastra a "Smarty", un artefacto que rastrea la radiación procedente de la atmósfera, las superficies y el viento, el 5 de julio de 2022. (Gabriela Bhaskar/The New York Times)

En Singapur, existe el temor de que ese calor extremo haga inhabitable a esta próspera ciudad-Estado. Las temperaturas están aumentando al doble del promedio mundial. Un estudio de 2015 sobre el cambio climático a nivel nacional pronosticó que la temperatura promedio diaria de Singapur podría aumentar entre 1,6 y 4,4 grados Celsius hacia finales de este siglo. En 2019, durante la celebración del Día de la Independencia, el primer ministro Lee Hsien Loong, dijo en su discurso que el clima de Singapur era “notoriamente más cálido” y que las tormentas eran más fuertes y añadió que “es muy probable que esto empeore en las próximas décadas”.

Los científicos han advertido que la combinación de altas temperaturas y humedad —conocida como temperatura de bulbo húmedo extrema— es quizás una de las consecuencias más letales del calentamiento global. La exposición constante a ciertos límites de calor extremo hace que el cuerpo tenga dificultad para enfriarse porque no puede perspirar de manera eficiente. Eso puede ser fatal incluso para las personas sanas. Los niños pequeños y la gente mayor son quienes están en un riesgo más alto.

“Nos preocupa mucho el cambio climático”, señaló Zhang Weijie, director de Energía y Política Climática en el Ministerio de Sustentabilidad y Medioambiente. “Se trata de un reto existencial para todos nosotros”.

“Es muy importante para nosotros que Singapur siga siendo habitable y que podamos continuar con las actividades que tenemos ahora”, añadió.

Los críticos afirman que Singapur podría hacer todavía mucho más para desacelerar los efectos potencialmente catastróficos del cambio climático. Casi todo su aprovisionamiento de energía procede de los combustibles fósiles y alberga uno de los complejos más grandes del mundo de petroquímica y refinación. Fomentó el uso casi generalizado del aire acondicionado, el cual Lee Kuan Yew, el primer ministro inicial de Singapur, solía calificar como el invento más importante del siglo XX.

Pero se volvió carísimo tener en constante funcionamiento los aires acondicionados en esta ciudad-Estado. De acuerdo con una encuesta gubernamental de 2019, cerca del 25 por ciento de las familias de bajos ingresos que habitan en apartamentos de viviendas sociales de una o dos habitaciones tienen aire acondicionado. En 2019, un ministro de Estado señaló que los aires acondicionados representaban un porcentaje “bastante grande” de las emisiones de carbono procedentes de los edificios y las casas, la segunda fuente más alta después del sector industrial.

Gerhard Schmitt, investigador principal de Cooling Singapore, comentó que la idea del proyecto comenzó porque en 2011 le preguntó a un grupo de residentes mayores si Singapur siempre había sido tan caluroso. Le dijeron que nunca había estado tan mal y que ellos solían encontrar, incluso, rocío matinal sobre el pasto.

Schmitt y su equipo de científicos comenzaron a investigar lo que estaba sucediendo. Fue evidente que la urbanización había hecho que Singapur fuera mucho más caluroso que antes. En las últimas décadas, el gobierno transformó esta ciudad-Estado al construir rascacielos, amontonar concreto, acero y vidrio donde alguna vez estuvieron los bosques naturales de Singapur.

Eso contribuyó de manera directa a lo que los climatólogos denominan el efecto del “calor urbano de la isla”, donde la diferencia entre el centro de Singapur y los bosques de la zona noroeste de la isla puede ser mayor de 7 grados Celsius.

Según Zhang, antes de Cooling Singapur, el gobierno no había identificado en su totalidad los factores más importantes que influían en el calor. Ahora, este es capaz de medir cómo el aumento de la vegetación o la disminución del número de automóviles en algunas áreas puede afectar las temperaturas y corregir las medidas según las necesidades de cada distrito.

Yuliya Dzyuban, una becaria investigadora de Cooling Singapore, comentó que ahora uno de los objetivos que tienen los científicos es hallar maneras de desarrollar “islas de respiro” en la ciudad, que son lugares donde la gente puede tener una sensación de brisa fresca o de aire acondicionado después de caminar al aire libre en un día caluroso.

Las investigaciones han revelado que los pequeños cambios en el diseño urbano y la vegetación pueden generar estas sensaciones placenteras, mencionó Dzyuban. Una mejor comprensión de cómo y cuándo se expone la gente al calor podría ayudar incluso a que los gobiernos desarrollen planes para alentar a que más personas usen el transporte público, añadió.

Para lograr que la gente modifique sus hábitos, “tenemos que pensar cómo hacer que sus experiencias sean más agradables y placenteras”, comentó. “Porque, de otra manera, no lo harán”.

© 2022 The New York Times Company