Sinead O'Connor fue de las primeras en denunciar el abuso de la Iglesia; Estados Unidos no la escuchó

La pared trasera de la lavandería de Gloucester Street, la última de las infames Lavanderías de la Magdalena de Irlanda, la cual cerró en 1996, en Dublín.
La pared trasera de la lavandería de Gloucester Street, la última de las infames Lavanderías de la Magdalena de Irlanda, la cual cerró en 1996, en Dublín.

Los estadounidenses comenzaron a lidiar con una epidemia nacional de abuso infantil en parroquias católicas y otras organizaciones religiosas en 2002, luego de que una investigación histórica del Boston Globe revelara un patrón de delitos y encubrimientos en Boston que se remontaba a décadas.

Diez años antes, Sinead O'Connor se había convertido en una paria de la cultura pop en Estados Unidos por una protesta en vivo diseñada para crear conciencia sobre el mismo problema.

La reacción negativa antes sus acciones —rasgar una foto del papa Juan Pablo II en "Saturday Night Live" y, luego, gritar: “¡Lucha contra el verdadero enemigo!”— fue casi inmediata.

Destacados estadounidenses, incluidas celebridades como Madonna y Joe Pesci, la denunciaron. Un grupo de manifestantes llevaron una aplanadora de 30 toneladas para triturar sus casetes en el Rockefeller Center de la ciudad de Nueva York. Los líderes católicos se mostraron indignados, incluidos algunos que se vieron obligados a renunciar años después por su papel en el encubrimiento de abusos.

Mucha gente en Estados Unidos la ridiculizó y calificó como “alguien que busca atención”, afirmó Cahir O'Doherty, editor de arte de The Irish Voice, un periódico de la diáspora irlandesa en la ciudad de Nueva York. “A nadie nunca se le ocurrió que tal vez tenía razón”, agregó.

Pero en la Irlanda natal de O’Connor ya estaba comenzando un ajuste de cuentas sobre el abuso en la Iglesia.

“En Estados Unidos, estuvo muy muy adelantada a su tiempo por hacer eso”, afirmó O’Doherty. “Ella dijo: ‘Basta’ y la cultura luego la alcanzó”.

La muerte de O'Connor a los 56 años, que se anunció el miércoles, fue recibida con una gran cantidad de recuerdos de todo el mundo. Pero en Irlanda y sus comunidades de la diáspora, hubo un dolor más agudo por la pérdida de una artista que muchos vieron como un símbolo y un catalizador para un ajuste de cuentas largamente esperado por los abusos dentro de la Iglesia.

El cardenal Bernard Law de Boston, quien renunció en 2002, dijo en aquel momento que las acciones de O’Connor habían sido “un gesto de odio”. Un portavoz del cardenal Roger M. Mahony de Los Ángeles, quien fue destituido de sus funciones públicas en 2013, calificó sus acciones como “solo otro ejemplo de anticatolicismo”.

El miércoles, Catholics for Choice, una organización estadounidense, calificó a O'Connor de heroína profética y de no tener “miedo a exigir justicia para las víctimas de abuso sexual clerical, desafiar al patriarcado y decir la verdad al poder, incluso cuando su voz fue solitaria y le costó muy caro hacerlo”.

En la Irlanda de la juventud de O'Connor, la política estaba dominada por la Iglesia católica. Durante décadas, los sacerdotes a nivel parroquial consideraron parte de su función proteger a la comunidad de la promiscuidad sexual, la homosexualidad, así como de las madres solteras y sus hijos.

Para hacerlo, utilizaron un poder extralegal no escrito para enviar a las mujeres acusadas de tales pecados a escuelas reformatorias, hospicios y otras instalaciones gestionadas por órdenes católicas.

Era un mundo con el que O'Connor estaba íntimamente familiarizada y sus experiencias en uno de esos recintos cuando era adolescente, tras soportar años de abuso por parte de su madre, sentaron las bases para el momento en “Saturday Night Live”.

“Ella ya había visto lo que les sucedía a las niñas enérgicas y los niños homosexuales en Irlanda, para ella no era una abstracción, era su biografía”, dijo O'Doherty, quien es homosexual y creció en una zona rural de Irlanda y se mudó a Estados Unidos en 1996. “Ella salió de una era de silencio que se tragaba a las niñas briosas y a los niños homosexuales, que consumía la vida irlandesa y en la que podías desvanecerte. Y casi lo hizo”.

En entrevistas posteriores en su vida y en su autobiografía de 2021, O'Connor describió a su madre inmovilizándola contra el suelo y golpeándola, mientras la obligaba a decir una y otra vez: “No soy nada”.

O’Connor creció y se convirtió en una adolescente rebelde: faltaba al colegio y robaba. Después de que la atraparan robando en una tienda un par de zapatos dorados para usarlos en un concierto de rock, un trabajador social sugirió que un “centro de rehabilitación” podría corregirla.

Así fue como, a los 14 años, O'Connor fue enviada a vivir al Centro de Entrenamiento An Grianán de Dublín, gestionada por la Orden de Nuestra Señora de la Caridad. Anteriormente, había sido una Lavandería de la Magdalena, una institución donde una “mujer caída” podría pasar toda su vida lavando la ropa sucia de la comunidad circundante.

Las instalaciones formaron un núcleo de abuso físico y sexual en Irlanda. Un informe del gobierno en 2009 reveló que decenas de miles de niños fueron abusados solo en las escuelas industriales, una cifra impactante en un país con poco más de 5 millones de habitantes. En una de ellas, el Hogar para Madres y Bebés Bon Secours en Tuam, se encontraron los restos de cientos de bebés y fetos en un tanque séptico en 2017.

An Grianán también albergaba a mujeres mayores que habían sido enviadas allí en su juventud. En entrevistas en años posteriores, O'Connor, que vivió allí durante dos años, habló de interactuar con mujeres que estaban allí porque “les habían quitado a sus bebés o porque fueron abusadas sexualmente, denunciaron y nadie les creyó”.

Para el momento en que O'Connor se hizo famosa en Estados Unidos por su primer álbum en 1987 —a la edad de 21 años, solo unos años después de salir de An Grianán— habían comenzado los primeros actos de ajuste de cuentas contra la Iglesia en su país de origen. Estos se harían más fuertes gracias en parte a su voluntad de describir sus propias experiencias de vida.

En su autobiografía, O'Connor escribió que la imagen que rasgó por la mitad en televisión nacional no era una imagen cualquiera del papa. Era una imagen de la misa del pontífice en la ciudad irlandesa de Drogheda en 1979, la cual dedicó a “los jóvenes de Irlanda” y que había convocado a 300.000 fieles.

Esa misma fotografía había sido la única decoración en la pared de su madre, escribió, y las había visto desde arriba a ambas cuando su madre la había inmovilizado en el suelo y golpeado.

Después de que su madre muriera en un accidente automovilístico en 1985, O’Connor quitó la foto de la pared, decidida a destruirla algún día. Para ella, era un objeto que “representaba mentiras, mentirosos y abusos”, escribió.

“El tipo de personas que guardaban estas cosas eran demonios como mi madre”, escribió. “Nunca supe cuándo, dónde o cómo la destruiría, pero sin duda la destruiría cuando llegara el momento adecuado”.

Cuando subió al escenario en “Saturday Night Live” para interpretar “War” de Bob Marley, tuvo la intención de iniciar una conversación más amplia, afirmó tiempo después. Incluso cambió la letra para hacer referencia al abuso de niños. Y tenía la foto del papa de su madre con ella.

Cuando comenzó a cantar, supo que había llegado el momento.

c.2023 The New York Times Company