La simulación en la dictadura perfecta

DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS


El 7 de marzo pasado, en Chilpancingo, dos estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa fueron asesinados por policías municipales. El hecho escueto: la policía municipal de Chilpancingo, Guerrero, mató a dos estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa.

La versión oficial fue que ellos estaban en una camioneta con reporte de robo, y cuando la policía municipal los interceptó los estudiantes abrieron fuego. Se armó a balacera y los policías hirieron a los estudiantes, uno de ellos aparentemente murió en el lugar, y el otro, de nombre Yanqui Kothan Gómez Peralta, quedó herido de muerte y fue trasladado al hospital.

El parte médico, del Hospital General Raymundo Abarca Alarcón de la ciudad de Chilpancingo, mostrado por la madre del estudiante y el sacerdote José Filiberto Velázquez, da fe de que no había rastros de alcohol en la sangre del estudiante, ni de pólvora en sus manos.

El hecho escueto, ahora, tiene un viraje dramático, pues si bien la policía municipal mató a dos estudiantes, la fiscalía municipal, cuya función es esclarecer los hechos para suministrar justicia, falseó los hechos para encubrir a los policías criminales. La regla es que el sistema hará lo que sea necesario para proteger a sus elementos, sean simples policías o altos funcionarios, atropellando los derechos y la dignidad del ciudadano común.

Es el modus operandi de un sistema basado en la simulación. El estado de derecho requiere, para ser funcional, el registro de los hechos reales, y el amor a la verdad no es la cualidad que define a nuestro sistema de gobierno.

DE LA SIMULACIÓN A LAS MENTIRAS

Quizás el ejemplo más evidente de la simulación lo da el presidente de la república, quien de acuerdo con el análisis de Spin Taller, de Comunicación Política, el año pasado rebasó las 100,000 mentiras.

Nuestro sistema político nació basado en la simulación. El Estado creó un partido aplanadora, diseñado por el general Plutarco Elías Calles para aplacar los excesos bélicos de algunos grupos militares que se la pasaban orquestando golpes de Estado para hacerse del poder y, por supuesto, del dinero que acompaña al poder.

En esta simulación, el partido aplanadora comenzó llamándose Partido Nacional Revolucionario. Luego cambió de nombre y se convirtió en el PRI. Como había sido diseñado en el seno del Ejército mantenía una disciplina férrea y ganaba todas las elecciones. Algunas por la buena, otras mediante mañas, y cuando las cosas se complicaban, como buenos militares, otras las ganaban a balazos.

En esta simulación democrática a los candidatos los designaba el presidente y todas las consideraciones rondaban primero en torno a la lealtad del sujeto, luego en torno a las alianzas de poder que representaba, y finalmente en torno a su capacidad. En consecuencia, todo el mundo le debía la chamba al presidente, y se plegaba a sus órdenes. A este sistema Mario Vargas Llosa lo definió como la dictadura perfecta.

Este arreglo funcionó durante siete décadas. Comenzó en la década de 1930 (1929), y en la década de 1970 con el presidente Luis Echeverría se perdió una de las disciplinas fundamentales del sistema, la disciplina presupuestal, y al perderla el partido inició su declive.

UNA DEMOCRACIA, PERO SIN CONTRAPESOS NI CONTROLES

Una tímida democracia alimentada por los fracasos del PRI comenzó a ganar apoyos. Esta fue creciendo hasta que en 2000, con la llegada de Vicente Fox a la presidencia, se alcanzó una democracia electoral plena. Pero una cosa fue que el presidente, los gobernadores, los legisladores y funcionarios fueran electos democráticamente, y muy otra que alcanzáramos un sistema democrático, con los contrapesos y controles necesarios para el desarrollo de una democracia funcional.

La democracia electoral nos dio la posibilidad de castigar al partido en el poder cuando no entregaba buenos resultados y, así, pasamos del PRI al PAN para luego regresar al PRI y terminamos por cambiar del PRI a Morena.

El sistema democrático estaba en construcción y el diseño de su arquitectura se enfrentó a los poderes fácticos —sindicatos, caciques y líderes clientelares, entre otros—. Así, las instituciones de control surgieron entre muchas negociaciones sin herramientas efectivas para amarrarle las manos a los actores políticos. Pero, además de los poderes fácticos, estaban las mañas tradicionales del sistema, entre las cuales estaba la corrupción, que antes estaba acotada por el sistema priista y que sin esta contención terminó por salirse de control.

De entre todas las instituciones que nacieron la mejor librada fue el IFE, pues en el nuevo esquema a todos les interesaba que hubiera comicios justos. El andamiaje institucional de control se fue creando, pero los poderes establecidos trataron de cortapisar sus funciones y así surgieron órganos con reglas, pero sin armas, para forzar el cumplimiento de estas reglas.

LA JUSTICIA, UN INSTRUMENTO DE VENGANZA POLÍTICA

El nuevo sistema fue dotando de instrumentos de coacción a las instituciones y poco a poco estas fueron mejorando en su actuación. Paralelamente, la ciudadanía comenzó a agruparse en organizaciones no gubernamentales para supervisar el ejercicio público y los grandes fraudes, que antes pasaron desapercibidos, surgieron a la luz pública evidenciando los malos manejos de los políticos, pero sin que estos pagaran las consecuencias.

La justicia en México hasta hoy sigue siendo un instrumento de venganza política que el grupo en el poder maneja a su antojo, y fue este manejo discrecional lo que le permitió al presidente manipular al sistema rompiendo reglas no escritas como la que mencionamos al principio del artículo: proteger a los funcionarios del sistema.

Así, López Obrador presuntamente investigó los cochupos y amenazó a los funcionarios con el ejercicio de la acción penal en su contra, a menos de que se plegasen a sus deseos, y aquellos a quienes no les pudo encontrar algo les inventó expedientes.

El presidente se formó en la época de Luis Echeverría y ha demostrado con hechos que, por un lado, quiere regresar a la dictadura de partido, y por el otro, su administración no privilegia el ejercicio eficiente de la función pública, sino la popularidad en función de las votaciones.

Así se ha desarticulado a las instituciones de control, implementado medidas con claros fines clientelares, y se han desarticulado sistemas vitales, pero que no son vistosos electoralmente. Ejemplos clavados de esto último son la eliminación de la calificación reprobatoria en los exámenes académicos y la reducción en los presupuestos federales de salud.

ES HORA DE ACABAR CON LA SIMULACIÓN

El objetivo es mantener el poder controlando a los votantes y, en última instancia, a las votaciones de acuerdo a la máxima stalinista: “No importan los votos, sino quien los cuenta”.

Así, el presidente ha hecho todo lo posible primero por destruir al INE y, ante la imposibilidad de someterlo al control de la Secretaría de Gobernación, optó por colocar una presidenta a modo. El fin ulterior es regresar a una dictadura de partido en donde él, como en su tiempo lo fue Plutarco Elías Calles, será el jefe máximo.

Estamos a siete meses del cambio de gobierno y hay dos posibilidades. Ambas son mujeres. La disyuntiva se presenta entre la candidata de Morena, la doctora Claudia Sheinbaum, que anuncia la continuidad de la 4T, y la candidata del frente opositor, la ingeniera Xóchitl Gálvez.

Son dos mujeres, ambas ingenieras y con capacidades y proyectos distintos. Hasta ahora han anunciado sus intenciones, pero falta que nos digan lo fundamental: cómo van a orquestar la labor para llegar a cristalizar esas intenciones.

Una cosa está bien clara: el país necesita acabar con la simulación y requiere un cambio fundamental; y este no consiste en retroceder 30 años para regresar a una dictadura de partido y que mañana otro escritor célebre nos venga a decir que vivimos en la dictadura perfecta.

VAGÓN DE CABÚS

El crimen organizado está planteando sus condiciones. En lo que va del año han sido asesinados ocho políticos en enero, siete en febrero, y en la primera quincena de marzo van 11. El fin de semana asesinaron y decapitaron a una jefa de sector policiaco y no hay detenidos. El crimen define la elección de acuerdo a sus intereses. Abrazos no balazos rinde frutos. N

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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.

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