Simone Biles se atrevió a hacerlo y tú también puedes

SUS VICTORIAS RECIENTES REDEFINEN LAS DE LOS DEMÁS.

Simone Biles llegó a los Juegos Olímpicos de 2020 con un récord de 25 medallas de campeonatos mundiales y cuatro movimientos tan difíciles que, de todos los gimnastas del mundo, solo ella podía llevarlos a cabo.

Pero lo que ocurrió en la pista de competencias hizo historia de una manera que nadie pudo anticipar. En la primera prueba de los Juegos Olímpicos, que se llevó a cabo en julio de 2021, la atleta, que tiene una habilidad sin igual para dar volteretas y giros, de repente ya no pudo ubicarse en el aire. Simone sufría “los twisties”, la pérdida total de la capacidad de percibir su cuerpo en el espacio. Se sabe que este trastorno puede provocar lesiones devastadoras, como estuvo a punto de ocurrirle aquel día. Cuando regresó a la pista de competencias, fue para ponerse los calentadores, animar a su equipo y retirarse de la prueba.

He sido testigo de muchos momentos increíbles en el atletismo, pero aquel día, mientras miraba desde casa, supe que estaba presenciando una victoria que redefiniría a las demás: la decisión de Simone de valorar su propia seguridad, en sus propios términos, por encima de las voraces exigencias de un sistema atlético abusivo y tóxico. Fue un momento por el que tantos de nosotros habíamos luchado, durante tanto tiempo.

No soy solo una admiradora. Yo también fui gimnasta de alto rendimiento (aunque seamos claros: Simone y yo estamos en estratósferas por completo distintas). En 2016 me convertí en denunciante y conté la historia de cómo Larry Nassar, el antiguo médico del equipo de gimnasia olímpica de Estados Unidos, me agredió sexualmente. Cuando Nassar fue condenado a 175 años de prisión, más de 200 gimnastas habían hablado, y Simone fue una de ellas. Pero todos sabíamos que Nassar era el síntoma de un problema mucho más profundo: un sistema corrupto y abusivo que valoraba más el dinero y las medallas que la salud y la seguridad de sus atletas.

Simone desafió este sistema con palabras y acciones. Su decisión de valorar su seguridad y su bienestar demostró que el valor humano no es un premio que podamos ganar algún día. Es algo intrínseco a nuestro ser.

Tras dos años de centrarse en su propia salud, dos años de preguntas en voz baja sobre su decisión, Simone volvió a competir. Y al hacerlo nos sorprendió a todos: ganó su primer encuentro por cinco puntos.

Su victoria es mucho mayor que las competencias que vuelve a ganar, porque se basa en la valiente decisión que tomó en 2021. Eso, incluso más que sus incomparables proezas atléticas, es lo que inspira a sus seguidores. Y eso es lo que hace que su victoria resuene mucho más allá del deporte, más allá de cualquier deporte.

Los atletas profesionales no son los únicos que enfrentan una enorme presión para rendir en los términos de alguien más; de trabajar más allá de lo saludable, de definirnos por nuestros logros en lugar de por lo que somos en realidad. Esa presión es tan común que puede ser difícil recordar que hay alguna otra posibilidad. Pero no tiene por qué ser así. A medida que atletas profesionales de todo el mundo han empezado a hablar de lo que han sufrido en sus búsquedas del triunfo (abusos de todo tipo, ansiedad, depresión y pérdida de su propia identidad), algunos han llegado a decir que, si pudieran elegir, renunciarían a sus victorias por simple salud y plenitud.

Los atletas siempre nos han inspirado a ir hasta el límite de nuestras capacidades y buscar la victoria. Ahora, su ejemplo también debería inspirarnos para ir más allá de una comprensión simplista de la victoria y saber que somos más que nuestros logros. A veces, el mayor triunfo es la capacidad de saber lo que es verdad y ser lo bastante fuertes para aferrarnos a esa verdad.

Esto es lo que le permitió a Simone dar prioridad a su propia seguridad y salud y darle tiempo a su cuerpo y a su mente para curarse, además de dejarla en libertad para competir por la alegría y la belleza de hacerlo. Con esto, demuestra que el triunfo deportivo no solo es posible, sino que es mucho mayor, más rico y más significativo cuando se logra en los términos de cada uno.

En mi testimonio durante la sentencia en contra de Nassar, le pedí al tribunal que considerara cuánto vale una niña. Es una pregunta que todos necesitamos considerar. Las niñas valen más que el valor que tienen para su deporte. Debemos protegerlas, no explotarlas. Pero tuvo que llegar Simone Biles a poner ese ideal en acción, no solo para las niñas, sino también para las mujeres adultas.

El fin de semana pasado, Simone consiguió su octavo título absoluto en el Campeonato de Gimnasia de Estados Unidos. A medida que ha ido batiendo récord tras récord con su habilidad atlética de otro mundo, ha derribado expectativas malsanas y culturas tóxicas para todos los que vienen detrás de ella. Y es todo esto lo que la ha convertido —como nos recuerda de vez en cuando la cabra de lentejuelas de su leotardo— en la mejor atleta de todos los tiempos.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

c.2023 The New York Times Company